ZEPPELIN ROCK: JAMES BROWN - Live at the Apollo (1963): CRÍTICA Review

martes, 21 de julio de 2020

JAMES BROWN - Live at the Apollo (1963): CRÍTICA Review


por JLBM


Al inicio de la década de los 60, James Brown había conseguido colocar algún hit en las listas de rhythm and blues, como es el caso de "Try Me"; pero su audiencia se limitaba a las jóvenes minorías negras. Hasta ese momento, Brown presentaba una carrera poco sólida tanto en términos de dirección musical como de ventas. Brown era consciente de que su punto fuerte era el directo. Cualquiera que viese una actuación suya se convertía en fanático de por vida, así que estaba empeñado en grabar un álbum en directo del mismo modo que Ray Charles había estado grabando sus actuaciones en el Festival de Jazz de Newport en 1958.



A Syd Nathan, el jefe del sello King Records, el tema no le convencía demasiado. Siempre pensando en las jóvenes audiencias negras era consciente de la dificultad que para aquellos chicos suponía gastarse el poco dinero que tenían en un álbum, bastante más caro que los singles de los cuales iba a carecer este proyecto de Brown, así que presagiaba unas ventas escasas. Pero James Brown quería mostrar a un espectro de público más amplio la música y el espectáculo que se estaban perdiendo, así que puso 5.000 dólares de su propio bolsillo y el disco se grabó.

El 24 de octubre de 1962, en el Apollo de Harlem, James Brown y sus muchachos de The Famous Flames, la banda vocal en la que Brown había ingresado en 1954, grabaron el que probablemente sea uno de los mejores álbumes en directo de la historia. Bobby Byrd, Bobby Bennett y Lloyd Stallworth incendiaron el Apollo aquella noche como perfectos contrapuntos a Brown.




Fats Gonder presenta a Brown a una audiencia que ya le conoce: "So now, ladies and gentlemen, it is Star Time. Are you ready for Star Time?!". El público grita en una especie de posesión enfermiza, algo que el álbum refleja a la perfección, y la banda se arranca con una versión reducida de "The Scratch" para situar a James Brown sobre el escenario. Algunas palabras que enloquecen aún más a la multitud y comienza "I'll Go Crazy" con esa infartante guitarra del amigo Les Buie. Comienza "Try Me" y el trío de The Famous Flames llena el tema de sentimientos mientras el grupo mantiene ese ritmo de shuffle blues del que no te permite dejar de bailar. No hay tiempo para el reposo porque la banda se adentra sin remisión en "Think", una auténtica lección de velocidad, resistencia e inspiración por parte de todos los miembros del grupo.

El auditorio ya está muy caliente, pero Brown se dispone a calcinarlo con "I Don't Mind", esa lenta seducción melancólica de coro angelical capaz de derretir a la mujer más dura. "Lost Someone" regala once minutos de balada gospel protagonizada por la sección de vientos de The Famous Flames dirigida por el trompetista Lewis Halmin. Brown caldea un ambiente ya casi irrespirable ayudado de manera inmejorable por esa sección de vientos. Brown es un maestro en el arte de estimular a su audiencia, así que que mejor manera para hacerlo que poner en marcha apabullantes medleys. "Please, Please, Please" dos veces, "You've Got The Power" y "Why Do You Do Me" impiden que el público pierda el ritmo al tiempo que es lo único que destaca por encima de la batería de Clayton Fillyau. La noche termina de la mejor manera posible. "Night Train" invita a su público a subirse a bordo y protagonizar una inmensa borrachera de soul.

Definitivamente Live At The Apollo es una de la mejores grabaciones en directo de la historia. Un álbum que absorbe de la mejor manera la esencia de un James Brown entregado a su audiencia. Absolutamente imprescindible.

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