ZEPPELIN ROCK: KREATOR - Extreme Aggression (1989): CRÍTICA Review

sábado, 21 de mayo de 2022

KREATOR - Extreme Aggression (1989): CRÍTICA Review

por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

Lo mismo sea algo hiperbólico el considerar a Kreator la más influyente banda de thrash metal (y aledaños) de Europa. Y es posible que no exagere al señalar a la banda germana como una de las grandes del género, que ha cultivado con mayor o menor tino desde su iniciático Endless pain allá por 1985. Apenas cuatro años después, y tras otras dos joyas metaleras, pulidos tocando lo más duro posible por los escenarios más variados, editaron este Extreme aggression. Como dijo Mille Petrozza, cantante y guitarrista, en aquellos momentos: "Siempre hemos tratado de sonar heavies. La gente puede tocar más rápido que nosotros, pero solo sonará más rápido, no más poderoso. Kreator es poderoso sin ninguna competencia".



Y de eso va este álbum. Del poder de la música, del poder del odio, del poder del sufrimiento, del poder del inconformismo social, del poder de la soledad, del poder de revelarse.

La banda la componían el nombrado Mille Petrozza a la voz y la guitarra, acompañado de Joerg Trize a las seis cuerdas, Rob Fioretti al bajo y Juergen «Ventor» Reil a la batería. Producido por Randy Burns, se grabó una primera vez en septiembre de 1988 en Berlín, pero al productor le pareció tan malo el sonido que propuso mudarse a un estudio de su gusto en California. Así, con presupuesto extra, en los meses de enero y febrero de 1989 se marcharon a Hollywood. Y el tipo acertó de lleno: el sonido es limpio pero a la vez brutal, con todos los instrumentos bien definidos y el punto de reverb y de ingeniería justo. Petrozza, por cierto, tuvo que hacerse cargo de todas las guitarras, pues Trize no viajó con ellos .

El álbum finalmente se publicó en junio bajo el sello Noise en Europa y Epic en el resto del mundo. La alianza con Epic les dio un empujón internacional y les permitió girar de manera extensa por Estados Unidos. Fueron años en los que las grandes compañías comenzaban a echar el ojo a bandas de metal extremo para hacerlas «vendibles»; había un nicho por explotar, joven y con ganas de gastar dinero. Y Kreator tuvieron su oportunidad.



La aventura comienza con Extreme aggressions (de donde deriva el título del álbum), quizá el más violento o poderoso, como dicen ellos. Habla de un asesino que disfruta torturando a sus víctimas bajo los efectos de la cocaína. El riff principal está inspirado en un tema de la banda Batmobile. Otro tipo malo protagoniza uno de los momentos más horribles. Oscuro y sucio, Bringer of torture se basa en la historia de Joser Fritzi, quien raptó y violó a su hermana durante más de veinte años. Tema breve, con poco más de dos minutos de duración, de excelente riff.

Las emociones, la frustración, la dureza de vivir inspira parte de este viaje. La depresión es el referente de No reason to exist: el canto desesperado de un adolescente «existing like the rest / in endless emptiness/(…) / against your will». El ritmo, complejo, y el sonido de la guitarra muestra la influencia de lo que Megadeth hacía por entonces. Stream of consciousness trata de la pérdida del individualismo en la sociedad, la imposibilidad de separarse de la corriente de pensamiento en la que te ves obligado a participar para no quedar alienado. Y por la traición de un amigo, de un ser querido, se compuso Betrayer, de la que se grabó un vídeo en la Acrópolis de Atenas. Otro de los imprescindibles del álbum y de Kreator. Resulta casi el más ¿cantable? con ese puente/estribillo a voz en grito, muy Metallica (pre-And justice), y un solo grande.



La tercera pata de las temáticas de Extreme aggression tiene que ver con los problemas globales, que, treinta años después, siguen entre nosotros. La conciencia medioambiental brota en Some pain will last: "intense devastation of nature/construting a future for man / the world is sold dirt cheap / for promises no one can ever keep". Un mundo de polución y enfermedades que traerán dolor al ser humano. La canción se convirtió en uno de los imprescindibles de los directos del grupo con esas armonías bestiales y el excelente trabajo dinámico a lo largo de todo el corte. Don’t trust tiene un riff con un aire Overkill y otra gran batería, un tema complejo en la estructura rítmica con una letra sobre el aislamiento y la falta de confianza, quejándose de la muerte de la inteligencia y las emociones en un mundo frío, en el que es difícil convivir. Y, en los ochenta, pocos miedos tan globales como la amenaza nuclear: "the human race destroyed / destroyed by the fatal energy". Fatal energy es otra guinda en este pastel de lo más brutal del ser humano, con un sonido más heavy clásico que el resto del disco, siempre en la honda Kreator, y una guitarra poderosa.

Y nos queda otro de los platos fuertes para cerrar este resumen. Y el título, la verdad, lo dice todo. Compuesta como rechazo a la poca atención que los medios daban al estilo musical por su carácter antisistema y agresivo, Love us or hate us no deja indiferente a nadie y clama contra las canciones comerciales, "sounds without feeling / energy or aggression / from money hungry brains». Poco después Metallica cambió las reglas del juego y la MTV "compró" metal agresivo.

Un disco corto (37 minutos) donde destaca la calidad compositiva y el cuidado de cada pasaje, tanto en los arreglos como en la producción. Las canciones son retorcidas y muchas veces cambian, se transforman para volver al tema principal (riff o melodía o patrón rítmico). Tanto las voces agresivas de Petrozza como sus punteos y guitarrazos marcan el devenir de la obra, apoyado en un Ventor fantástico. Era imposible que pasara desapercibido. Tan solo necesitaba una buena promoción y muchos conciertos para convertirse en un clásico del género y, por extensión, del metal (mal llamado) extremo. Más de treinta años han pasado. 

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