ZEPPELIN ROCK: BAD COMPANY - Desolation Angels (1979): CRÍTICA Review

sábado, 3 de diciembre de 2022

BAD COMPANY - Desolation Angels (1979): CRÍTICA Review

 

por Rockología (@Rockologia_)
del blog Rockologia


Antes de hablar del álbum en cuestión, cabe decir que Bad Company antepusieron la naturalidad a la técnica, la sencillez al espectáculo, la banda antes que el lucimiento individual, todo para compartir canciones que emocionaran a la primera escucha y, a la vez, soportaran el paso del tiempo. Ese fue el gran secreto de estos cuatro bizarros roqueros desde su debut en 1974 hasta su parón a principios de los ochenta. Desolation angels fue su quinto y penúltimo disco de la primera época, un disco excelente que grabaron con mimo y gusto, pensando cada corte, cada pista, dejando algunas joyas para su catálogo sonoro. La banda se formaba entonces con Paul Rodgers a la voz, Mick Ralphs a la guitarra y los teclados, Boz Burrell al bajo y Simon Kirke a la batería. Compartieron las labores compositivas, mezclaron ideas, se ayudaron en los arreglos y disfrutaron en los Ridge Farm Studios ingleses de unas semanas de jolgorio y trabajo a finales de 1978.



La primera bomba abre el disco. Rock’n’roll fantasy mira sin vergüenza ninguna a lo mejor de su catálogo, un single que se metió en el top 20, una canción sobre los sueños y los milagros de los creyentes del rock, de la música en general. Tiene unos sutiles pero efectivos adornos de sintetizador, un ritmo discotequero, machacón, una buena melodía y un gran estribillo: «it’s all part of my r’n’r fantasy». Sigue una balada con unas acústicas muy Page, protagonistas absolutas, y una letra melancólica; Crazy circle comienza con la voz y la guitarra en solitario para ir sumando instrumentos, con su crescendo contenido hasta el segundo estribillo, con un piano de apoyo que da ese toque especial al conjunto. Aparece el hard rock en Gone, gone, gone, de estupendo riff; Mick hace que lo sencillo suene especial. Una línea de voz muy cuidada, una letra sobre la pérdida, pero de una manera especial: «I don’t know if i am happy, I don’t know if I am sad/…/I’d better get the boys round/and do some drinkin’ fast».

Seguimos en el tren del hard con Evil wind, una batería buenísima que daba pie a Simon a hacer un solo en directo en mitad de la canción, otro riff de Mick con un toque metalero, un buen cambio en el estribillo y a cantar «evil wind, passed me by, troubled waters, pay me no mind, I have heard the thunder». Otra preciosa canción con un recuerdo a sus primeras composiciones y cierto aire beattles para celebrar el amor incondicional, quizá la más sentida  interpretación de Paul, de título Early in the morning demuestra que estos tipos se lo estaban tomando en serio, bien arreglada, se basa en una melodía de piano que Rodgers compuso en la soledad de la playa.



La cara B abre con Lonely for your love, más sonido clásico, con esa guitarra que te engancha y ese bajo boogie tan pegajoso, Rodgers forzando los agudos, recuerda en estructura al mega éxito Can’t get enhough, y solo un poco por debajo se queda. Excelente solo de guitarra incluido. Y Mick vuelve a salirse en Oh, Atlanta: ¿necesitas un respiro? «I’m coming back to you in a fine day/no need to worry» porque vuelvo a Atlanta «hear me calling» a disfrutar de la buena vieja vida. Qué bueno escuchar después Take the time, con un feeling southern, sobre todo en el ritmo y en las acústicas, con una sencillo arreglo en el puente y el estribillo para romper la dinámica del tema y un solo slide. La penúltima de Desolation angels tiene el curioso título de Rhythm machine: compuesta por Boz recreando la modernidad disco de la época en base a un ritmo funk, una guitarra y un bajo que marcan un ritmo constante y otra guitarra y un piano que van haciendo figuras al fondo. De claro tono sexual («I’m a rhythm machine/you know what I mean»), juega con el doble sentido lírico y sonoro, pues imita a las máquinas de ritmo que estaban de moda por entonces pero ejecutado con los instrumentos clásicos del hard rock. Y el cierre majestuosos con la épica balada She brings me love. Cómo canta Rodgers, ese coro soul femenino y la delicadeza de la guitarra de Mick. Nada más que añadir señoría.



Desolation angels significó un éxito de ventas (alcanzó el doble platino en Estados Unidos), un empujón a su por entonces quebrada fama y les permitió organizar una de sus giras más largas. Sin embargo, poco más ofrecieron estos tipos; tras otro álbum y un par de años de tiras y aflojas, acabaron separados y buscándose la vida en el mundillo del rock. Disfrutemos de este gran álbum, pues.

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