ZEPPELIN ROCK: Outlaws - Outlaws (1975): Crítica del disco (review)

lunes, 19 de agosto de 2013

Outlaws - Outlaws (1975): Crítica del disco (review)



por Blue Monday (@BlueMonday1971)



A finales del año 1967 el guitarrista Hughie Thomasson, el baterista David Dix, el bajista Phil Holmberg, los guitarristas Frank Guidry y Hobie O’Brien, y el vocalista Herb Pino formaban en Tampa, Florida, una banda que terminaría llamándose los Outlaws.



Varios cambios de personal y varios intentos vanos de grabar un álbum, como los de los Epic Studios en Nueva York o los de los Criteria Studios de Miami, les colocaban a principios de la nueva década en una lamentable situación, realmente sin álbum de debut y sin una banda consolidada.



En 1971 el vocalista y guitarrista Henry Paul formaba también en Tampa una banda llamada Sienna con la intención de facturar country rock. El baterista Monte Yoho y el bajista Frank O’Keefe ingresaban de inmediato en la nueva banda, y en 1972 hacía lo propio Hughie Thomasson. Aquella banda llamada Sienna se convertía en la segunda reencarnación de los Outlaws.

En 1973 Billy Jones, un músico que había tocado el Hammond en numerosas ocasiones para la banda, ingresaba en los Outlaws como guitarrista, naciendo de esta manera el Florida Guitar Army, que es como se conoció a Jones, Paul y Thomasson y la maravillosa interacción entre sus guitarras.

Tras un concierto en Columbia teloneando a Lynyrd Skynyrd, los Outlaws se convertían en la primera banda en firmar con Arista Records, la compañía que acababa de fundar Clive Davis. Era el año 1974, y una vez más el tópico de las bandas sureñas rodadas en garitos, escenarios y carreteras antes de debutar comercialmente se hacía realidad.



Siete años habían pasado desde que Thomasson formase la banda, y puede que sin la ayuda de Ronnie Van Zant, vocalista de Lynyrd Skynyrd, quien instó a Clive Davis a firmar a la banda, los Outlaws no hubiesen grabado jamás su álbum de debut.

En julio de 1975 Arista publicaba el debut de los Outlaws. Grabado en los estudios Elektra Sound de Los Angeles, Outlaws se convertiría en éxito moderado, aunque posiblemente sea el mejor álbum de su carrera, definición en cierto modo de southern rock, pero con algunas palpables diferencias que le convertirían en un álbum muy especial de una banda singular.

Paul A. Rothchild, el tipo que había producido la primera demo de Crosby, Stills & Nash y los cinco primeros álbumes de los Doors, produce magistralmente el álbum, captando al mismo tiempo toda la potencia y la elegancia de los Outlaws. Sus exuberantes pero no exageradas armonías vocales y el duelo de guitarras aportan un sonido que se mueve desde el bluegrass hasta el rock en el que las delicadas voces de fondo son parte fundamental.

Ardientes y entrelazadas guitarras melódicas, fabulosas armonías y técnica virtuosa puestas al servicio del auténtico rock and roll. Un sonido nítido, firme y caliente en el que las guitarras, las voces y la composición de los temas están a la altura de cualquiera de las grandes bandas del género.



La belleza de las composiciones, el trabajo melódico de guitarra y las armonías vocales sirven prácticamente para definir el southern rock, y aquí, en Outlaws hay mucho de esos tres aspectos. Como muchas de las bandas de southern rock llenas de talento, los Outlaws tuvieron que vivir a la sombra de Lynyrd Skynyrd, pero su mezcla única de rock and roll y country los sitúa varios peldaños por encima de todas aquellas.

Lynyrd Skynyrd y The Marshall Tucker Band habían explotado esta misma fórmula algunos años antes, pero lo que diferenció a los Outlaws de aquello fueron esas armonías vocales, comparables a las de los Eagles y deudoras de las de Buffalo Springfield, claves en el sonido del disco. Una música más suave y de mayor ascendencia country que la de sus ídolos y por supuesto con un mayor énfasis en las armonías vocales. Ese uso de 3 o 4 voces es lo que les diferencia fundamentalmente de sus contemporáneos, quienes por lo general se basaban únicamente en un solo vocalista.

La suciedad de la guitarra de Thomasson contra la pureza cristalina de la de Jones rivalizan en un inmenso álbum de guitarras. El estilo vocal y la manera de tocar la guitarra de Hughie Thomasson definen en gran medida el sonido de los Outlaws. Su Stratocaster tocada al modo country mezclado con fluidos y rápidos ganchos de blues otorgó un toque incendiario a la música de la banda.

Billy Jones alterna a menudo entre los sonidos limpios y distorsionados de su Gibson Les Paul, y la interacción entre ambos, Thomasson y Jones, secundados por el más que hábil Henry Paul, terminó por caracterizar de manera rotunda a los Outlaws.



Outlaws abre con “There Goes Another Love Song”, uno de los temas más típicos del southern rock de la década de los 70 en el que comienzan a apreciarse aquellos elementos que caracterizaron el sonido de la banda, al igual que sucede con “Song For You” y su brillantísima interacción entre guitarras y “Song In The Breeze” y sus bellísimas armonías celestiales.

Después “It Follows From Your Heart” asoma como una lenta balada un tanto alejada de los cánones de los Outlaws pero tremendamente adictiva, al tiempo que esa frenética y flamígera interacción entre las guitarras de Thomasson y Jones continúa en “Cry No More”, tema que cuenta con uno de los mejores solos de todo el álbum.

A continuación “Waterhole” es un pequeño tema instrumental que demuestra el dominio de la guitarra que tenían los Outlaws, en espera de ese tremendo y optimista pelotazo de rock and roll que es el genial “Stay With Me
”, de nuevo con un asombroso trabajo de guitarras.

En “Keep Praying” la labor de Thomasson, Jones y Paul vuelve a poner los vellos como escarpias, cambiando de nuevo el sonido de Outlaws con la irrupción de “Knoxville Girl” de fuerte influencia bluegrass.

El álbum se cierra con “Green Grass & High Tides”, uno de los mejores temas de rock sureño de la historia, lleno de guitarras incendiarias en sus más de 9 minutos de duración, con un final verdaderamente impresionante. Es sin duda el “Free Bird” de los Outlaws.

Los Outlaws fueron eclipsados por la inmensidad de las grandes bandas sureñas de su época, pero realmente merecieron mucho más crédito del que se les dispensó. Unos tipos que tras este debut fueron proclamados como The Florida Guitar Army, merecen al menos una escucha, sobre todo si tenemos en cuenta que tras aquel inmenso debut todavía facturarían algunos discos más de excelente resultado como Lady In Waiting en 1976, Hurry Sundown en 1977 o el Ghost Riders de 1980.


©Blue Monday

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