ZEPPELIN ROCK: Blancanieves (Pablo Berger, 2013) - Crítica de la película: Premios Goya (I)

martes, 5 de marzo de 2013

Blancanieves (Pablo Berger, 2013) - Crítica de la película: Premios Goya (I)


por Fabián Castillo Molina

Escribes "Blancanieves" en la ventana del buscador Google y directamente sale la película dirigida por Pablo Berger en 2012, ganadora de 10 premios Goya en 2013. Entre otros, el Goya a la mejor película del año. Por tanto, el título de un cuento clásico de hadas, uno de los más populares escrito por los hermanos Grimm, ahora es sinónimo de película ganadora de un montón de Goyas. Gracias a este reconocimiento al más alto nivel, muchos de los aficionados al cine que todavía no han visto la película tendrán que verla antes del pase reiterado por TV por las distintas cadenas que tienen los derechos a través de su participación como apoyo a la producción de este gran trabajo de equipo.


¿Y qué verá ese espectador rezagado que no se decidía a pasar por una sala de cine, a pesar de las buenas críticas que se han hecho, por parte de los profesionales y de los espectadores de a pie desde que se estrenó? Pues según mi apreciación, disfrutarán durante 104 minutos de una obra de arte del cine español. Y al nombrar una película como obra de arte quiero decir que la belleza y la perfección está repartida a lo largo y ancho de todo el metraje del film. Un trabajo que se mantendrá muchos años como ejemplo de excelencia, dentro de la producción industrial en lo que se convirtió hace muchos años el cine, pero que tiene abiertas sus ventanas y puertas a los creadores y creativos que amen de verdad esta forma de expresión. Contar historias a través de la imagen en color y el sonido, aunque como en este caso, sus creadores hayan preferido hacerlo en blanco y negro y en mudo, con la voz de sus protagonistas silenciada.


Pablo Berger con un largo bagaje en el mundo de los spots publicitarios, después de sus firmes cimientos en el conocimiento del cine y su pasión por los cuentos, ha sabido convertir una gran ilusión en realidad. Una película hecha pensando en su joven hija y en sus padres. En una entrevista digital dice: "Para mí, contarle cuentos a mi hija es uno de los momentos estelares del día. Muchas veces le cuento de camino al colegio. Le suelo pedir tres palabras, las que ella quiera y empiezo a improvisar la historia como un músico de jazz. Es mi gimnasio matutino. Otras veces yo le doy las tres palabras a mi hija, y ella cuenta el cuento. Recientemente le compré una edición preciosa de los cuentos de los hermanos Grimm editados por Taschen con unas ilustraciones increíbles. Últimamente lo estamos leyendo."



Una película autorizada para todos los públicos, sin restricciones, sin miedo a usar los tópicos españoles de toros, cortijos andaluces, cante, baile, enanos de los de El Bombero Torero, cuento de hadas para niñas y niños, en blanco y negro, pantalla no scope, ni 3D y, por añadidura cine mudo, como el que se hacía en los años 20 del siglo pasado, época en la que se sitúa la acción de esta historia, corriendo estos grandes riesgos y salvándolos, ha demostrado que merece la pena esforzarse y apuntar alto. Una lección de cine inolvidable que sirve de referencia no solo para ese mundillo del cine, sino para todas las facetas y pliegues de la vida, la industria y el arte.


Ver esta película invita a revisar y repasar una larga lista de grandes películas realizadas antes de que llegara en los años 30 el cine sonoro. Aquí con la ventaja enorme de los avances técnicos y los medios con los que ahora cuenta esta industria/arte.

La historia está contada de forma ágil y viva, con la belleza de una fotografía en BN perfecta de Pablo de la Rica, un elenco de actores de los que se ha sacado lo mejor. La música de Alfonso de Vilallonga que acompaña las imágenes es un disfrute constante. Los escenarios, la ambientación, el vestuario, la alegría y la tristeza, el bien y el mal, la envidia, el odio, la codicia… todo está dentro de esa hora y media larga. Una película que hay que ver ya.

Cuatro mujeres cubren lo mejor de esta obra, arropadas por actores de prestigio y currículum denso, como Pere Ponce, Ramón Barea y José María Pou. Macarena García (Blancanieves), Goya a la mejor actriz revelación. Un descubrimiento digno de celebrar. Inma Cuesta, (la madre), una demostración más de sus cualidades de actriz en carrera ascendente. Ángela Molina (la abuela), la madurez de una actriz con una carrera brillante, con la experiencia y el orgullo de haber trabajado con muchos de los más grandes directores del cine español y con algunos de los grandes europeos. Maribel Verdú (la madrastra) merecido Goya a la mejor actriz protagonista.



Blancanieves de Pablo Berger, es una de esas películas inabarcables para contar de viva voz o por escrito. Es un trabajo que hay que ir a ver al cine o al menos disfrutarlo en silencio ante una pantalla menor, con toda la concentración puesta en la pantalla y no solo una vez.

Para terminar añado: ¿En tiempos difíciles y de sufrimiento y angustia para tantas personas, es lícito dedicar tanto esfuerzo y dinero para contar un cuento a través del cine? ¿Servirá para que algunos de los que pasan por ese túnel negro de penuria tengan un momento de respiro? ¿Podrán ver la película y salir un poco más esperanzados? ¿Por qué no dedicar una parte de este arte / industria a conseguir más ética, justicia social, verdad, trabajo, equilibrio? ¿Toda actividad que necesite inversión económica debe tener el primer propósito de ser rentable? ¿No se podría añadir un Goya para la mejor obra que incluya esos propósitos de mejorar la especie humana?

©Fabián Castillo Molina

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