ZEPPELIN ROCK: Freddie Jones: ese actor secundario de lujo - Mis impresiones sobre su carrera y biografía

martes, 12 de febrero de 2019

Freddie Jones: ese actor secundario de lujo - Mis impresiones sobre su carrera y biografía


por Möbius el Crononauta


Tengo que revelaros un secreto: Freddie Jones es uno de esos eternos secundarios a los que tengo especial cariño, uno de tantos de ese grupo selecto de mi memoria que, por alguna razón, me llamaron la atención siendo un criajo, y que por efecto de las conexiones neuronales es para mí como el tío aquel que tienen todas las familias que emigró a América, y que un día volverá para colmarnos de regalos a todos. Sesiones de sábado infantiles a parte, el bueno de Freddie es un gran secundario fiel heredero de la escuela británica de interpretación, pero su particular físico dickensiano y sus pequeños tics y manierismos, reconocibles en varias de sus películas, le distinguen de muchos otros secundarios de su época. Muchas de las interpretaciones de Freddie Jones son como un pequeño Joe Cocker repleto de tilas y calmantes, parece que vaya a lanzarse a un recital de paroxismos, pero todo queda en un leve intento. Y, bueno, al fin y al cabo, Jones ha trabajado con algunos de los más grandes directores de los últimos años.



Freddie Jones venía al mundo en 1927, en la localidad inglesa de Stock-On-Trent, y como cualquier ciudadano de a pie, estudió, creció, y aunque no se convirtió en una mujer llamada Brian, acabó trabajando como ayudante de laboratorio. Tras diez años entre probetas y productos químicos, Jones decidió llevar más allá su gran afición, que no era otra que la interpretación. Se marchó a Kent a estudiar en la prestigiosa Rose Bruford College of Speech and Drama, y tras acabar sus estudios dramáticos se unió a una compañía de repertorio, de esas residentes que cambian la obra de tanto en tanto.

Aunque comenzó tarde su carrera profesional como actor, su talento le fue abriendo puertas y progresó rápidamente, hasta acabar en la Royal Shakespeare Company, la inagotable cantera inglesa de refinados actores y actrices.




En 1963 hacía su debut en la pequeña pantalla, medio al que siempre ha estado muy ligado, interpretando pequeños papeles que fueron aumentando en importancia hasta dar la campanada con The Caesars, un teledrama sobre los césares romanos de corte teatral, al estilo de la posterior Yo, Claudio. Y precisamente ésa el papel que dio reconocimiento a Jones, el del tartamudo emperador Claudio Germánico. Para entonces el actor ya había debutado en la gran pantalla con Accident y el Marat/Sade de Peter Brook.

Durante los siguientes Freddie Jones siguió combinando cine, teatro y televisión, como todos los curritos de la interpretación que no ganan millones con cada papel. En el cine siguió dejando huella con El cerebro de Frankenstein de la Hammer y el film de terror psicológico Tinieblas, mientras en la televisión se dejaba ver por dramas históricos y literarios, papeles para los que parecía nacido para interpretar, como si hubiera saltado directamente de los esbozos de algún ilustrador decimonónico de las obras de Dickens. Y desde luego a lo largo de los años Jones se dejó ver en varias adaptaciones de las obras del gran literato inglés.




En definitiva, Jones no dejaba de participar en multitud de series televisivas que combinaba con trabajos en el cine acá y acullá, ya fuera en un corto de John Cleese y Connie Booth o en algun film de terror de la Hammer e imitadores. A partir de 1974, y hasta principios de los 80, Freddie Jones tendría su etapa de gloria participando como secundario en producciones mayores y más conocidas, ejerciendo de secundario con papeles de enjundia, comenzando con El enigma se llama Juggernaut, un thriller totalmente 70s de Richard Lester. Por supuesto, nunca dejó de la lado la televisión, donde le llamaban con más frecuencia para participar en telefimes importantes, dejándose ver también en alguna serie estrella de la época como Space: 1999, ni el teatro. Las series, los telefilms, las adaptaciones de Dickens, se seguían, hasta su siguiente gran producción, Amanecer zulú.




En 1980 le llegó el que seguramente sea su papel más recordado, el del retorcido Bytes de El hombre elefante, siempre dispuesto a sacar tajada y a atormentar al pobre Merrick. Aunque en esta ocasión Jones no lucía sus inconfundibles patillas decimonónicas, con su pelo revuelto y su sombrero volvía a ser una viva imagen del universo Dickens. Sus siguientes trabajos en el cine viraron hacia la ciencia ficción, primero con la exótica Krull, el conquistador, y después con Dune, llamado de nuevo a su lado por David Lynch, quien, como hombre sabio que es, había sabido reconocer el gran talento del actor. También tuvo un papel destacado a las órdenes de Clint Eastwood en Firefox, el arma definitiva, donde Jones dio unas finas muestras de sus particulares tics, pestañeos y sudorosos gestos. También por entonces trabajó con todo un Fellini en Y la nave va. Siempre con proyectos entre manos, siguió combinando televisión y cine, participando en El secreto de la pirámide y ya al final de la década, repitiendo con Lynch en Corazón salvaje.

En fin, no mucho después le perdí la pista a este buen hombre, pero por suerte Freddie Jones sigue entre nosotros y tan activo como siempre, trabajando ya sea en películas, series televisivas u obras teatrales. Así que en cualquier momento puedo volver a reencontrarme con su persona y talento, ya sea en su faceta de sobrio actor shakespeariano o en sus jugueteos de párpados en pleno R.E.M.




El venerable Jones en la actualidad, dispuesto a vendernos unos Werther's originales

A los que hayáis visto El hombre elefante seguro que no se os ha escapado su presencia, pero si rescatáis alguno de los títulos que he mencionado fijaros en el buen hacer de este actor, uno de esos secundarios que siempre da lustre al fondo de las películas. Y tal vez, con suerte, pilléis algunos de sus curiosos gimmicks.




Además, un hombre que ha narrado un documental titulado Sexual Encounters of the Floral Kind: Pollination merece nuestro respeto. Seguro que le ha ahorrado el trabajo a millones de padres en todo el mundo.

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