ZEPPELIN ROCK: Tangerine Flavour - No Hard Feelings (2018): Crítica del disco

miércoles, 2 de mayo de 2018

Tangerine Flavour - No Hard Feelings (2018): Crítica del disco


por Alberto Iniesta (@Raciorock70)
del blog Discos




“Cuando los músicos saben escuchar, las canciones aprenden a hablar”.

El viaje que proponen las canciones de No Hard Feelings, el nuevo LP de Tangerine Flavour, es apasionante e invita a repetir. Primero, porque el contenido se atreve a mirarle de tú a tú a cualquier disco de nombres consagrados como Ryan Adams o Emmylou Harris. Segundo, porque grupos hay muchos, pero pocos consiguen aglutinar tantas influencias en un cóctel del sabor de este disco. Según noticias de última hora, en estos momentos continúa sin existir un solo ser humano que no haya repetido tras una primera escucha de las canciones de No Hard Feelings. Hablábamos de viajes, así que le damos al play y nos ponemos en marcha.



Todo caos, humano o musical, necesita de una dulce introducción. Una canción que enseñe las uñas sin herir, un tema que se ponga fiero sin dejar de acariciar, una melodía que erice la piel, pero dejándonos en todo momento cerca del suelo. Todo eso y más lo cumple la canción inicial, Following The Path Of The Sun, que es un aperitivo idóneo con el que hacerse una idea de lo que vendrá después. La melancolía, una de las claves para entender este nuevo álbum, nos da de lleno en No Kisser Girl, donde ese tono bluesero con inevitables influencias del delta de un río de cuyo nombre no quiero acordarme nos envuelve durante toda la canción. Incluso la letra, como cuando escuchamos esa frase de “Everything that I do is in vain”, se funde con la música en un lamento que suena gloriosamente triste.

Hay canciones que tienen madera de single, y es que South American Style, con sus flores en la cama, invita a ser coreada hasta la afonía. No solamente porque esté construida en torno a un sólido riff pegadizo como el infierno, sino porque el estribillo la termina de consagrar como lo que será antes o después: un himno. El detalle en la letra de mencionar a una chica llamada Rachel, recordando quizá a esa Crazy Rachel de su EP anterior, se puede interpretar como un guiño al pasado al tiempo que pone un pie en un futuro que promete ser esperanzador. El viaje ahora nos lleva por terrenos sureños cuando suenan los primeros acordes de Red River, donde el protagonista de la canción desea ser la sombra de una chica. A medida que los minutos avanzan, esa sensación de estar flotando sobre el río mientras suena la canción va in crescendo, con un resultado ciertamente espectacular. No obstante, ni tan puro ni tan ruin: después de la calma, llega la tempestad en forma de riff con ganas de juerga. Hablamos de Love Hurts Me Again, que en cuanto comienza a sonar lo hace como lo hacen las canciones grandes. Provoca unas sensaciones difíciles de domar que se trasladan a los pies y la cabeza, de los que se pierde rápidamente el control una vez que ha comenzado la canción. El detalle de la letra, buenísimo, habla por sí solo “before you leave me, let me tell you something: my soul is yours again”. De acuerdo, me dejas, pero te quedas con mi alma… de nuevo. O como dicen ellos mismos, las mejores canciones surgen cuando pasas por momentos jodidos.

No pasa mucho tiempo hasta que vuelven esos sonidos tristes: en Ballerina se funden de nuevo a la perfección esas letras lluviosas con una música que, pese a tener pinceladas más luminosas, se deja abrazar por ese sentimiento. Como dice la canción, casi te puedes imaginar escuchando historias que te cuenta la luna mientras suena. No hay nada que una buena canción no pueda conseguir. Y hablando de buenas canciones, imposible olvidarse de la que se encarga de poner fin al disco. Como diría aquel, todo buen disco debe tener una última gran canción que lo cierre como merece. El rock clásico está lleno de ejemplos que lo demuestran: el debut de los Doors con The End, Born To Run de Springsteen con Jungleland o el cuarto de Led Zeppelin con When The Levee Breaks son solo algunos de ellos, y el disco que nos ocupa no iba a ser menos. Time Is Running Over es, probablemente, la gran canción con mayúsculas del disco, con un aroma instantáneo a clásico que vence y convence a base de sólidos argumentos en forma de acordes. La letra en el estribillo dice así: “she said goodbye the last night, and I never saw her again”. Eso bien puede ser un fiel reflejo de un día a día en el que la realidad no son siempre victorias, pero ya que a veces se pierde, por qué no hacer una gran canción de esos momentos. A medida que la cosa avanza y llegamos a los últimos minutos, es una auténtica delicia comprobar el guiño al Bell Bottom Blues de Derek And The Dominos, en lo que constituye una gran explosión de todo lo que mejor saben hacer Tangerine Flavour: música que trasciende más allá de las etiquetas que se les quiera poner. Larga vida.

Love Hurts Me Again

No hay comentarios:

Publicar un comentario