ZEPPELIN ROCK: Magnum – Goodnight L.A. (1990): Crítica del disco Review

viernes, 6 de noviembre de 2015

Magnum – Goodnight L.A. (1990): Crítica del disco Review



by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)




De nuevo con vosotros, hoy os traigo a una banda que –pese a su innegable valía– no acostumbra a prodigarse en esas listas de favoritas que todos hemos hecho en algún momento y que en 1990 facturaron un estupendo cedé. Me refiero a los Magnum, un grupo de Birmingham –sí, a todos se nos ocurren rápidamente un par de bandas de la zona– que empezó su carrera en la segunda mitad de los años setenta y que durante sus años de existencia ha mezclado el prog con el hard melódico. Formados en sus inicios por el guitarrista y principal compositor –cuando no el único– de todas las canciones de la banda Tony Clarkin y el fantástico vocalista Bob Catley, a lo largo de los años han sufrido diversos cambios de formación en los que ellos dos han permanecido siempre en el line up.




Tras alcanzar el éxito en la segunda mitad de la década siguiente con álbumes como On a storyteller’s night, Vigilante o Wings of heaven, a finales de la misma se trasladan a Los Angeles y graban para Polydor un Goodnight L.A. –cuyo nombre sacan de los estudios del mismo nombre en donde plantan su base de operaciones– con Keith Olsen a los controles. El disco, con portada de Hugh Syme, sale a la venta en verano de 1990 con el aporte de los mencionados Clarkin y Catley, Wally Lowe al bajo, Mickey Barker a la batería y Mark Stanway a los teclados, con algunas colaboraciones de lujo como la del imprescindible Tommy Funderburk a los coros –a la mayoría quizás no os suene de nada, pero si buscáis entre vuestros discos, os sorprenderéis de la gran cantidad de grabaciones en las que ha colaborado, desde Mötley Crüe a Whitesnake, pasando por David Lee Roth o estos Magnum– o la del no menos mítico Paulinho da Costa en la percusión. 

El track list, entre el AOR y el hard rock progresivo de sus inicios fue: 

Rockin’ chair 
Mama 
Only a memory 
Reckless man 
Matter of survival 
What kind of love is this 
Heartbroke and busted 
Shoot 
No way out 
Cry for you 
Born to be king 



El cedé se inicia con "Rockin’ chair" –coescrita con Russ Ballard–, que supone un estupendo comienzo con buenas guitarras de un Clarkin que en este álbum está esplendido. "Mama" comienza con unos punteos de guitarra y la voz de Catley arropada por unos leves coros a los que se unen unos teclados antes de que la canción se convierta en un temazo en el que Clarkin y el vocalista se vuelven a lucir. "Only a memory" es otra maravilla y "Reckless man", más de lo mismo. La verdad es que, como podéis ver, es bastante estúpido analizar uno a uno los temas del disco por la enorme calidad de todos ellos y la unidad estilística que impregna la obra. Por poner un pero, deciros que "Matter of survival"–otra de las canciones compuesta al alimón entre el prolífico Clarkin y Russ Ballard– es una tonadilla lenta bastante meliflua que no me llama demasiado la atención. Claro que "What kind of love is this" lo remedia con creces. Le sigue "Heartbroke and busted", que la discográfica escogió como segundo single y que al parecer no obtuvo los resultados que esperaban. Si me hubiesen preguntado a mi se hubiesen ahorrado la decepción porque tanto esta, como la mencionada antes o la simple aunque bonita "Shoot" son en mi opinión de las menos destacables del disco, aunque con ello no quiero decir de ninguna manera que sean de relleno o prescindibles sino que no provocan en mi una especial sensación. La recta final del álbum se inicia con "No way out", en donde la influencia de Ballard es patente en la composición de un tema poco complejo llamado a ser single –lo que finalmente no ocurrió por deseo expreso de la compañía–, la preciosa y también muy radiofónica balada "Cry for you" en la que Clarkin nos deja un bonito solo y "Born to be king" –que parece escrita para mí, je je je–, en la que la vena rockera regresa para poner la guinda a un fantástico y poco valorado cedé. Y es que, entre otros británicos, ese año Judas Priest sacaban su Painkiller y el huido Bruce Dickinson editaba su Tattoed millionaire. ¿Quién iba a fijarse en estos tipos?




Así es, amigos, esta vez más que nunca lo indicado no es picotear temas salteados escogidos subjetivamente sino escuchar la obra en conjunto, por lo que os acompaño la grabación completa para que la podáis disfrutar en toda su extensión. Esto es calidad, creedme. 

¡Feliz fin de semana! 
©King Piltrafilla

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