por Dani Matute (@dmatuteb)
He de haceros la confesión de que, en mi adolescencia, no tuve mucha relación con estos británicos. Mis referencias de ellos se debían a los videoclips que veía en los programas musicales. Y por aquella época, los discos que publicaba Supertramp no eran de sus mejores trabajos y ya no contaban con la participación de Roger Hodgson. Conocía a Hodgson, pero ni sabía que había sido integrante de Supertramp. Pero aprendí a amarlos gracias a Dire Straits. Me explico. Los de Knopfler sí me gustaban mucho y los conocía. Y fue el grupo que teníamos en común un grupo de chicos que empezamos a forjar en el instituto nuestra amistad para toda la vida. Luego, cada uno aportaba la música que nos cautivaba y así íbamos aumentando nuestra sapiencia musical. Nada que no sepáis los más viejos de por aquí: los que crecimos sin mp3, Napster, Megaupload, Spotify o Youtube; los que conocíamos la música a través de las cintas que nos grababan nuestros amigos o de los discos que nos pasábamos unos a otros. ¿Cuándo fue la última vez que prestaste o te prestaron un disco? ¿Cuánto tiempo hace que no le decís a un amigo: “Vente a casa a escuchar un disco que te va a flipar”? (no valen las veces que lo habéis usado para ligar). Eran otros tiempos. ¿Mejores? ¿Peores? En todo caso, distintos.