
En 1983, Rainbow editaron su último álbum de estudio, un estupendo Bent out of shape que fue el primero que me compré de la banda. En 1995, Ritchie Blackmore –su guitarrista y fundador desde que veinte años atrás dejase Deep Purple por primera vez– quiso grabar un álbum en solitario, pero presiones de BMG le obligaron a lanzarlo bajo el nombre de Ritchie Blackmore’s Rainbow. Titulado Stranger in us all, se convertiría en su último disco de rock antes de ejercer de juglar alrededor de las faldas de Candice Night, una jovencita de veinticuatro años que estaba llamada a convertirse en algo así como la Yoko Ono del hard rock. Pero el año pasado, en el marco de una gira all for the money, Blackmore decidió aparcar un tiempo la música medieval, las mandolinas y los laúdes, desempolvar su mágica stratocaster y reverdecer los laureles de su glorioso y mítico pasado. Así, llamó a David Keith, su batería en Blackmore’s Night y fichó al chileno Ronnie Romero –vocalista de la banda española Lords of black–, al multiinstrumentista de sesión norteamericano Bob Nouveau para tocar el bajo y al teclista sueco Jens Johansson (Malmsteen, Dio, Stratovarius, Avantasia, MacAlpine...) para realizar una gira estival de grandes éxitos. Pero de nuevas canciones, nada de nada.