ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES PELÍCULAS DE CINE BÉLICO DE LOS AÑOS 50 - El mejor cine de guerra de los 50

domingo, 31 de mayo de 2020

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CINE BÉLICO DE LOS AÑOS 50 - El mejor cine de guerra de los 50


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



La década de los 50, la del Western y el musical, que también lo fue del bélico, la de la madurez y depuración, junto a la anterior, de la época dorada del cine. Una década que dedicó muchos esfuerzos a la evasión y a exorcizar demonios mientras abría el duelo con la televisión. Dos géneros muy americanos y otro donde lograron los mejores y más destacados trabajos en líneas generales. Eso sí, el que nos ocupa comenzó a despuntar en la segunda mitad de la década, como comprobarán por las fechas. En Europa, mientras tanto, todo se movió en una línea algo más trascendental, con el Neorrealismo que surgió en Italia, así como la Nouvelle Vague que aparecería a finales de la década en Francia como reflexión transgresora al método clásico.



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LAS MEJORES PELÍCULAS DE CINE BÉLICO
(El mejor cine de guerra de los 50)




¡ATAQUE! (1956), de Robert Aldrich. 

Aldrich en el bélico, lo que ya es un aliciente. Film denuncia y crítico con los oficiales estadounidenses en la 2ª Guerra Mundial, y su uso indiscriminado de las vidas ajenas, las de los soldados que deben dar la cara en el campo de batalla.


CASCO DE ACERO (1951), de Samuel Fuller. 

La guerra según Fuller. Con sus altibajos, el gran director nos regala momentos de gran cine. Realizada con cuatro duros. Un bélico poco conocido que también merece un visionado.


CENIZAS Y DIAMANTES (1958), de Andrzej Wajda. 

Cierre a la llamada “trilogía de la guerra” de Wajda, y la mejor considerada de las tres. Lealtades volubles y veleidosas, ideales cambiantes que pierden sentido, la esencia en el individuo y sus sentimientos. Una obra muy interesante e intensa.


DUELO EN EL ATLÁNTICO (1957), de Dick Powell. 

Una magnífica cinta bélica y de aventuras marinas con el gran Robert Mitchum demostrando su competencia en una estupenda partida de ajedrez táctico con Curd Jürgens en plena Segunda Guerra Mundial. Merece la pena.


EL ARPA BIRMANA (1956), de Kon Ichikawa. 

Una reflexión antibélica con el característico estilo poético y humanista oriental al final del conflicto de Japón con Birmania… Eso sí, no esperen autocrítica con respecto a lo realizado en Birmania.


EL BAILE DE LOS MALDITOS (1958), de Edward Dmytryk. 

Uno de los grandes títulos de Dmytryk. Un bélico que retrata el honor y la fidelidad a unos ideales con profundidad y mirada amplia siguiendo a dos personajes de bandos rivales en la 2ª Guerra Mundial. Marlon Brando y Montgomery Clift están espléndidos.




EL DESTINO DE UN HOMBRE (1959), de Sergei Bondarchuk. 

Gran película rusa ambientada en la 2ª Guerra Mundial. Un retrato humanista en medio del horror. Gran cine se hizo en Rusia estos años, en especial este.


EL ESPÍA DE DOS CABEZAS (1958), de André De Toth. 

Un buen thriller de espionaje de los
que tanto proliferaron en las décadas de los 40 y 50 con la 2ª Guerra Mundial y
los nazis como protagonistas y también telón de fondo.


EL HOMBRE QUE NUNCA EXISTIÓ (1956), de Ronald Neame. 

Un título más que respetado de intriga bélica en la 2ª Guerra Mundial, que destaca por la absoluta precisión y detallismo con que se elabora y desarrolla la trama. Sencilla y entretenida.




EL MOTÍN DEL CAINE (1954), de Edward Dmytryk. 

Una de las mejores películas de Dmytryk con un fantástico reparto encabezado por Bogart. Exitosa y ganadora de muchos premios, es una cinta de aventuras marinas durante la 2ª Guerra Mundial. Otro clásico.


EL PUENTE (1959), de Bernhard Wicki. 

Soberbia cinta bélica alemana ambientada en la 2ª Guerra Mundial. Su retrato de la adolescencia y su manipulación ideológica es implacable. Quizá no hayáis oído hablar de ella, pero está recomendadísima.


EL PUENTE SOBRE EL RÍO KWAI (1957), de David Lean. 

Obra maestra absoluta de David Lean. El retrato de esos soldados británicos construyendo un puente a las órdenes japonesas es absolutamente memorable, como inolvidable es su banda sonora. Un monumento cinematográfico que es una de las mejores cintas, sino la mejor, de uno de los grandes autores de la historia del cine. Indispensable.




ESCALA EN HAWAI (1955), de John Ford y Mervyn LeRoy. 

Dúo de grandes directores para esta comedia bélica entretenida y sin grandes pretensiones que es un acierto pleno. Jack Lemmon consiguió aquí su primer Oscar.


JUEGOS PROHIBIDOS (1952), de René Clément. 

Un duro y a la vez emotivo retrato de éxodo, refugiados e infancia durante la 2ª Guerra Mundial. Una magnífica y dura película, poderosa y sentida, del excelente cineasta francés. Más que recomendable.


KANAL (1957), de Andrzej Wajda. 

Una cinta bélica, claustrofóbica, desoladora y dura de Wadja, que nos lleva a Polonia en 1944, para que veamos la desesperada huida de un pelotón perseguido por los nazis a través de las alcantarillas de la ciudad. Es un gran título, muy recomendable para disfrutar de la perspectiva polaca en aquellos siniestros y trágicos días.


LA BALADA DEL SOLDADO (1959), de Grigori Chukhrai. 

Bellísima película esta que llegaba de Rusia. Una película hermosa, humana y magníficamente realizada que cala hondo porque logra conmover y convencernos de que por un simple gesto de cariño, por un abrazo, merece la pena la vida, la lucha, ante cualquier riesgo, cualquier guerra, porque quizá mañana podemos no tenerlos más.


LA COLINA DE LOS DIABLOS DE ACERO (1957), de Anthony Mann. 

Otra bélica, esta durante la Guerra de Corea, en la que Mann vuelve a exhibir pulso narrativo y vigor visual. Además es un estudio psicológico en tiempos de guerra de primera. No ha sido valorada en su justa medida ni en su dimensión ni en su influencia, pero grandes clásicos modernos le deben mucho.


LA CONDICIÓN HUMANA (Partes I y II) (1959), de Masaki Kobayashi. 

Las dos primeras partes de una de las grandes trilogías de la historia. Claro, al ser japonesa es menos conocida. Una obra total, tan majestuosa como íntima, compleja y completa, de larguísima duración, pero irrenunciable. Se estrenaron en este 1959 las dos primeras partes, la última llegó en 1961.


LA GRAN GUERRA (1959), de Mario Monicelli. 

Una comedia con la Gran Guerra y sus trincheras de fondo. Monicelli mezcla a la perfección los tonos en un título que creó mucha polémica en su día. Muy recomendada. Me ha dado por pensar que Monicelli podría ser algo así como el Berlanga italiano, o viceversa.


LA REINA DE ÁFRICA (1951), de John Huston. 

Obra maestra absoluta. La mejor comedia de aventuras jamás realizada. Bogart, en un papel antológico, y Katharine Hepburn. Con que sencillez llega Huston a lo sublime, con que facilidad recrea sus obsesiones y gustos, con que desparpajo desarrolla una historia de amor sencillamente encantadora y emocionante, con que maestría redime y consuela a sus personajes. Con que insultante indiferencia crea una obra maestra absoluta, nodriza de tantas que vinieron después. Os exijo que la veáis.





MEDALLA ROJA AL VALOR (1951), de John Huston. 

Adaptación de la estupenda novela de Stephen Crane a cargo Huston. Un aceptable bélico, que queda lejos de las obras maestra del director.


NOBI (FUEGO EN LA LLANURA) (1959), de Kon Ichikawa. 

Una durísima cinta japonesa sobre la derrota de aquel ejército en Filipinas. Una magnífica obra nada complaciente. Tan poco conocida como recomendable.


OPERACIÓN PACÍFICO (1959), de Blake Edwards. 

Cary Grant y Tony Curtis en una comedia de Blake Edwards con submarinos en la 2ª Guerra Mundial. Explícita era la admiración que Curtis sentía hacia Grant, por lo que verlos juntos es un auténtico placer en este divertido título.


ROMMEL, EL ZORRO DEL DESIERTO (1951), de Henry Hathaway. 

Bélico que nos cuenta las andanzas del mítico general alemán, uno de los más brillantes de la 2ª Guerra Mundial. Protagonizada por James Mason y dirigida con su habitual pulso por Hathaway, es una buena muestra del género.


SENDEROS DE GLORIA (1957), de Stanley Kubrick. 

Para muchos la mejor película antibélica de la historia. Una incontestable obra maestra que defiende el heroísmo y denuncia la tiranía de los mandos militares. Sólo diré que la escena final merece estar en la antología de las mejores escenas de la historia del Cine.


SÓLO DIOS LO SABE (1957), de John Huston. 

Básicamente estamos ante una nueva versión de “La Reina de África” (1951), como es fácil dilucidar de la sinopsis (un soldado rudo, pero de buen corazón, y una monja que quedan aislados en una isla del Pacífico mientras intentan sobrevivir ocultándose de los japoneses durante la 2ª Guerra Mundial), pero ¡qué leches!, también se disfruta. En esta ocasión tenemos a Deborah Kerr y a Robert Mitchum en lo que serían la Hepburn y el Bogart de aquella obra maestra de Huston.




STALINGRADO: BATALLA EN EL INFIERNO (1959), de Frank Wisbar. 

Otro bélico más, este viene de Alemania. Una buena película para ver la visión alemana del conflicto.


TORPEDO (1958), de Robert Wise. 

Repite Wise, en esta ocasión con un bélico en la 2ª Guerra Mundial, submarinos y Clark Gable y Burt Lancaster en el reparto.


TRAIDOR EN EL INFIERNO (1953), de Billy Wilder. 

Otra obra maestra de Wilder, esta ambientada en un campo de concentración nazi donde presos americanos malviven. El encierro y las pulsiones y emociones que va sangrando vertebran una excepcional narración. Sospechas, traiciones, dudas… lo peor del alma humana provocado por la frustración, el egoísmo y la necesidad de libertad. La dirección de Wilder, siempre clásica, y la interpretación de Holden, por la que recibió el Oscar, son dos indispensables alicientes del film.

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