ZEPPELIN ROCK: Crítica de "Almas de metal" (Michael Crichton, 1973)

miércoles, 27 de enero de 2016

Crítica de "Almas de metal" (Michael Crichton, 1973)


por Möbius el Crononauta


Tengo que decri que soy un firme defensor de la carrera de Michael Chrichton como director. Alcanzó la fama mundial definitivamente gracias a sus best sellers y la multimillonaria versión de su novela Jurassic Park, pero yo le tengo más en cuenta por tres viejos films setenteros: Westworld, Coma y The Great Train Robbery. Tras haber apenas haber dirigido un telefilm, Chrichton se lanzó a la aventura cinematográfica (siempre haciendo adaptaciones de sus propias novelas) y viendo los resultados, creo que nadie mejor que él para adaptarse a sí mismo.



Obviamente no estamos hablando de John Ford, y su primer trabajo no era una maravilla técnica, pero sus aptitudes eran excelentes. Para ser un escritor que se metió a hacer películas Westworld no le quedó tan mal. Aunque probablemente su mejor cinta sea The Great Train Robbery, de la que ya hablaré otro día. Hoy toca mal rollo gracias a un ser animatrónico de lo más hijoputa.

Dicen que Chrichton escribió Westworld inspirado por una visita a Disneyworld, y, aunque nunca he estado en ninguno de los delirios de entretenimiento para niños que dejó tras de sí tito Disney, siempre, por alguna razón que se me escapa, las ferias y los parques temáticos me han parecido lugares con una atmósfera de lo más tétrica. Tal vez sea por que son lugares llenos de niños, pero a día hoy aún me extraña que ninguno de los tipos que trabaja disfrazado de Mickey Mouse se haya levantado un día, haya cogido un AK-47 y haya hecho una chanfaina con todos.





Y es que el guiño a Los Simpson no es gratuito. ¿No recordáis la cantidad de gags sucedidos en parques temáticos que tienen que ver con los androides y los seres animatrónicos? También en Futurama se ha dejado ver la larga sombra de Westworld, y es que mucho me temo que Matt Groening, al igual que un servidor, quedó impactado en su juventud por la película de Chrichton.

Westworld, titulada por estas tierras como Almas de metal (un título más sugerente, todo hay que decirlo) narra la visita de dos amigos (James Brolin y Richard Benjamin) a un moderno parque temático donde los clientes pueden disfrutar durante unos días la vida de otras épocas. por ejemplo, uno puede ponerse en la piel de un senador romano, de un señor feudal o de un pistolero del viejo Oeste. Dispuestos a pasarlo bien, los dos ejecutivos se ponen sus sombreros y se dirigen al poblado vaquero, con sus prostitutas, sus pistoleros, sus casas de juego, su whisky y sus peleas en el "Saloon" con destrozo de inmobiliario incluido. Y ya de paso, pueden humillar unas cuantas veces a un pistolero animatrónico creado a imagen y semejanza de un tal Chris que ayudó, junto a otros seis tipos, a unos campesinos a defenderse de un malvado bandido.




Efectivamente, como no podías ser de otra forma, el pistolero de mentiras es interpretado por el gran Yul Brinner, que aunque por entonces ya no eran tan popular como antaño permanecía con su carisma intacto.

No hay mucho que decir sobre el film técnicamente; los efectos especiales son justitos y actualmente casi llevan a la compasión (aunque podemos gozar de las que quizás sean las primeras imágenes digitales en una película cuando la pantalla muestra la visión del androide), pero todo eso poco importa. De lo que se trata es de contemplar al impávido y perverso Brinner haciéndoselas pasar canutas al bueno de Richard Benjamin. Tras haberse convertido a lo largo del film en casi un recurso cómico, resulta aterrador ver acercarse de nuevo al animatrónico calvo y pronunciar una única y escalofriante palabra: Draw! (¡desenfunda!). Ahí es cuando comienza realmente lo bueno.




Vista hoy en día no sé que efectos podrá provocar, pero cuando la vi siendo un criajo no me pude quitar la imagen de Brinner enfundado en negro durante días. De vez en cuando la reponen en la televisión y vuelvo a ser feliz de nuevo. Y es que uno nunca se cansa de ver la fría sonrisa de Brinner mientras contempla como el pobre Benjamin se caga en los pantalones.

Almas de metal tuvo una segunda parte, Futureworld, una secuela bastante mala, pero que contaba de nuevo con Yul Brinner en el papel del pistolero incansable en la que sería tristemente su última aparición en la gran pantalla. Y en lo que viene siendo últimamente la broma habitual de Hollywood, creo que se nos avecina un remake. ¿De quién habrá sido la feliz idea? Como metan la pata me gustaría poner al padre del invento enfrente del mecánico Brinner y que el pistolero con sus metálicos ojos le dijera una vez más: Draw!


Möbius el Crononauta






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