ZEPPELIN ROCK: El arte de no tener amigos: la conquista y la oportunidad

domingo, 7 de mayo de 2017

El arte de no tener amigos: la conquista y la oportunidad



Mas citas subrayadas del libro de Noel Clarasó El arte de no tener amigos, del que algunas palabras hemos dicho ya. Vamos ahora a hincarle el diente a otros apartados, como son el de la conquista amorosa, la oportunidad, el saludo o la necesidad de tener enemigos (cuantos más mejor) para triunfar.


Sobre la conquista de la mujer

Los conquistadores saben que para obtener el favor de una mujer no hace falta decirle:

-Mujer: mi sensibilidad se vería muy halagada si me permitieras besar tus labios y practicar contigo esta noche los ejercicios técnicos de la reproducción de la especie.

No; muchas veces basta con decir:

-Llevas un trajecito azul muy original; eres encantadora, bonita, esbelta, inteligente, tienes personalidad y además un algo inexpresable que es tu mayor atractivo.

Estas son frases que suelen dar buen resultado; pero no son únicas. Algunos expertos recomiendas esta otra:

-Ayer, en una operación, he ganado medio millón de pesetas.

Otros expertos sostienen que el significado de las palabras es lo de menos y que basta con murmurar dulcemente palabras sueltas, incoherentes:

-Tila, filigrana, marimorena, tafilete, crisálida, berebere, tagarnina, chuchería, chirimbolo, cacahuete...

Y en algunos casos se han obtenido victorias muy sonadas con el silencio puro.

[...]

Perdona siempre al hombre que te adula o se sacrifica por ti porque te necesita, y si te necesita con premura, exígele la adulación; pero desprecia siempre al hombre que te adula por vicio, sin necesidad.


La oportunidad

En un libro de esos que predican el auxilio entre los hombres, descubrí una teoría absurda, pero muy ingeniosa, del saludo: según ella, preguntar a otro ¿cómo está usted? es una fórmula grosera que ha de desaparecer en una humanidad mejor. (Puede que aún dure algunos meses). Es una fórmula hipócrita, porque se pregunta una cosa que no nos interesa; incita al mal porque se invita al hombre a disimular con una contestación breve, favorable y falsa el mal estado de su economía, de su salud y de sus relaciones matrimoniales; y por fin incluye un error gramatical que atenta a la pureza del idioma. ¿Cómo estás? quiere decir si estás de pie o sentado, indica estación y en cuanto a la salud solo se puede referir a las enfermedades claras, no a la indisposición pasajera: estoy enfermo, estoy resfriado, estoy bien. Nunca se refiere a la situación económica ni a la marcha de los asuntos. Este saludo se ha de sustituir por otro más humano, más cordial, más entrañable.

[...]

Es evidente que el saludo ¿cómo está usted? incluye falsedad y revela un espíritu entrometido y curioso. Se impone desterrar este saludo y el diccionario nos facilita la sustitución con una expresión muy castiza, inmejorable, que no es nombre, ni verbo, ni adjetivo y que no compromete a nada ni significa nada: ¡Hola!

Esta expresión puede ser contestada en la misma forma, lo que es otra ventaja y nos evita el trabajo de buscar palabras vanas y comprometedoras. Y si se quiere conversar un poco más sin peligro, se puede usar luego repetida y hasta insistir con ella en la segunda contestación:

-¡Hola!
-¡Hola!
-¡Hola, hola! (esta vez en tono distinto al primero)
-¡Hooooola!

Y en paz.
Por mi parte, para desterrar el insano ¿cómo está usted? propongo una contestación rápida, que además de ser sincera, produce una vaga sensación de alivio:

-¿Y a usted qué le importa?


[...]

Entonces comprendí que el enemigo nos hace mucho mejor la propaganda que el amigo. Y es natural. ¿Qué puede decir de nosotros un amigo? En el mejor caso, nada, si no le preguntan. Pero un enemigo se esfuerza en hablar mal de nosotros, exagera, no es creído y provoca siempre una reacción contraria. Creo que solo los hombres que han sabido crearse grandes enemistades han escalado rápidamente la fama.

ZR

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