Llamadme frívolo si queréis, pero he disfrutado de lo lindo viendo esta última producción de Quentin Tarantino, Django Unchained; una peli centrada en la época de la esclavitud americana, dando sus últimos coletazos (supongo), en la que un negrata, muy bien acompañado y adiestrado por un cazarrecompensas, reniega de esa condición impuesta y apuesta por acompañar a este falso dentista por razones que ya de plano me niego a revelar. Una película que engancha desde el principio hasta el final (explosivo final), en su larga duración de casi tres horas. No será perder el tiempo, eso os lo aseguro.
En primer lugar, y no como no podía ser de otra manera (hablamos de Tarantino, señores) es una película muy efectista, llena de excesos, y no, no se reencarna el autor de Pulp Fiction en un nuevo Ford (pese a algunos guiños que florecen acá y acullá), más bien en un nuevo Leone o, mejor, en un nuevo Pekinpah, ambos homenajeados en momentos concretos, pasados por el tamiz, la mano diestra y el espectáculo de un Tarantino a la italiana (le encanta la pasta al americano). Todo nos lo sirve en bandeja de plata y es imposible sentarse a la mesa y no degustar con glotonería esta delicatessen inmensa a la que no le falta aceite, tocino y sangre cocida. Sí, Tarantino vende la exquisitez así, siempre a su manera, con desparpajo, con toques a diestro y siniestro de hilaridad desbordante (¡Qué buen caldo! No os destriparé la secuencia sobre las capuchas del Ku Klux Klan, no lo haré), con diálogos cuidados y atractivos, resultones, procaces (si queréis), y todo ofrecido en la más ordenada promiscuidad.
Si a todo esto añadimos un guión sin tacha (tarantinesco a tope), una destacada fotografía, mimada como mimados son los planos, una banda sonora ideal y unas interpretaciones a las que poco hay que objetar (jolines, Christoph Waltz borda otra vez su papel) resulta un producto que a los buenos degustadores del cine de este de Tennessee no os (nos) va a defraudar.
No quiero adelantar nada más, pero, eso sí, no os perdáis por nada del mundo este spaguetti-western (con clichés reconocibles) de altura facturado en casa de Tarantino con el que pasaréis una tarde (por ejemplo) estupenda.
ÁCS
Es de las mejores películas a pesar de tratarse de una película que refleja un tema fuerte como lo es la esclavitud , me gusto la cinta de Quentin Tarantino Django, aunque maneja muchas escenas cargadas de sangre, de disparos y de pelas que deja cierta moraleja sobre estos temas polémicos.
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