ZEPPELIN ROCK: Holy Motors (de Leos Carax) – Crítica de la película: ¿La mejor película de 2012?

martes, 25 de diciembre de 2012

Holy Motors (de Leos Carax) – Crítica de la película: ¿La mejor película de 2012?


Como ocurre con Un perro andaluz, la película de Buñuel que inauguró el cine surrealista, Holy Motors empieza también a serlo desde su mismo título y la irrelevante relación con el contenido de la película. Y desde las primeras imágenes, ya prevemos que el plato que nos van a servir será lo que en la actualidad (y hablando con propiedad) se denomina “raruno”, para paladares exquisitos. Efectivamente, le película de Leos Carax es simbólica, poliédrica, turbia, y el todo podría ser descrito como una especie de alegoría-homenaje al cine, o mejor, un homenaje a la figura del actor, a su versatilidad impuesta y supuesta, y el director, para hacerlo, ha partido de una concepción “vanguardista” de la creación cinematográfica que, ya digo, bebe en gran medida de esa escritura automática proclamada por André Breton, de modo que a veces la ilazón lógica se ve truncada por imágenes y secuencias inesperadas, inauditas, imprevistas... también maravillosas.



Contar el argumento de Holy Motors quizá sea cuestión imposible porque necesitaríamos partir de una lectura particular (que no objetiva) de la película para que el hilo conductor que guiase la síntesis argumental de la misma tuviese cierta base "racional"; no la tiene el film de Carax; no se puede hacer un resumen sin una gran dosis de subjetivismo. Holy Motors, creedme, es casi un pseudotexto. En primer lugar, no es una película verosímil. Es quizá lo que menos le interesa al director francés. Creo que sus intereses corren en otra dirección: crear una obra (siempre jugando al despiste) con mensaje abierto, por un lado, y lograr un producto visualmente atractivo, por otro. Creo que la belleza de la película radica en la consecución de estos dos intereses, plenamente logrados. 

El desconcierto se cierne sobre el espectador a cada momento y nuestra capacidad por lograr dar al conjunto una unidad dirigida a un fin determinado se desvanece secuencia tras secuencia: nuestro cerebro anda como loco buscando soluciones (bueno, pasa con Lynch también); quizá sea lo de menos (aún no lo sé, pero una explicación de Carax me convencería menos que la mía propia; espero explicarme). Visualmente la película es hipnótica, preciosa, y ese juego de espejos (cine dentro del cine también) coadyuvan en este sentido a hacerla también intelectualmente hermosa. Sí, bella, pero dura, impactante a veces. Y más allá de esto, creo que hay que destacar el papel fundamental del protagonista,  Oscar, engrandecido por Denis Lavant, que no es la primera vez que trabaja a las órdenes de Carax. Borda su papel: la peli en primer término nos "entra" a través de un trabajo fundamental, sembrado de lucidez, el de Lavant, que no tiene precio.



Se me ocurren algunas críticas que hacerle. No me gusta nada esa secuencia (producto remanente de un mal cálculo) en que ese supuesto director o productor sube a la limusina que transporta al protagonista y se produce un diálogo que intenta explicar de alguna manera lo que la peli significa en parte; un modo de servir de anclaje al desconcierto. Sobra y no puedo explicame cómo el director pudo sucumbir a esta tentación. Y me parecen un exceso de simbolismo las últimas secuencias de la películas (que no quiero revelar) que han permitido a parte de la crítica considerarla en su totalidad como un ejemplo de gilipollez supina y de ilimitada pretenciosidad. La medida muchas veces es una virtud que unos la tienen y otros no. Innecesario final que no quita que a mí la película me haya parecido una maravilla, rompedora, y quizá lo mejor, junto a Amour, de Haneke (dos películas incomparables, claro), que nos ha dejado el cine de este año 2012. Quizá el tiempo la convierta en una obra maestra. Nunca se sabe. Para mí es enorme y le perdono esos aspectos negativos señalados, como le perdono a Lynch los excesos de barroquismo que a veces creo que también sobran en algunas de su películas. Por cierto, si te gusta Lynch, creo que sabrás apreciar las bondades (a patadas) que se dan en Holy Motors.

Voy a verla de nuevo y les sigo contando.


ÁCS

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