Unicornios
LOS unicornios irrumpieron en mitad del oficio, cuando el templo se encontraba atestado de fieles. Primero entró uno y, al momento, decenas de ellos invadieron el recinto sagrado en aquella hora santa. Trotaron de allá para acá, en absoluto desorden, saltaron por los bancos y derribaron algunos santos y vírgenes de escayola. La muchedumbre chillaba, se arracimaba sobre el suelo tapándose la cabeza con las manos para evitar los golpes secos de las pezuñas. Después de unos minutos, se fueron en tropel, de súbito, habiendo dejado todo llenito de excremento y de un olor espantosamente pestilente, como a vestuario.
Ángel Carrasco Sotos
Una descripción muy visual. Me imagino la escena con visión cinematográfica. Caos, ruido... y después silencio y las caras de los fieles, llenas de asombro e incredulidad.
ResponderEliminarY ese olor como regalo añadido, ese olor metífico. Se agradecen sus palabras, patrón.
EliminarA quién se le ocurre construir una iglesia en medio del paso de los unicornios.
ResponderEliminarEs como cuando el río vuelve a su cauce.