ZEPPELIN ROCK: Creed - My Own Prison (1997): Crítica review

martes, 10 de octubre de 2017

Creed - My Own Prison (1997): Crítica review


por Edy Fernandes (@edylefer)
del blog Soonatas




Es interesante la historia de la banda Creed, los deseos de un par de jóvenes por escribir canciones le dieron vida a una agrupación de rock que no pasaba de su pequeña localidad de Tallahassee, Estado de La Florida; allí estaban sus planes, hacer música y tocar en algunos locales varias noches a la semana.

Scott Strapp, Mark Tremonti, Scot Phillips y Brian Marshall no se imaginaron que su destino cambiaria pronto, su muestra en escena gustaba tanto al dueño de los locales donde tocaban, que la banda originalmente llamada Naked Toddler contó con su apoyo para que el productor John Kurzwegg le diera forma al primer álbum de “Creed”, una producción que nació totalmente independiente, sin disquera, ni ningún otro tipo de apoyo de medios especialistas en el rock.




My Own Prison es el nombre de ese álbum debut de la banda liderada por el vocalista Scott Strapp, aquí viajaremos por esos diez temas grabados en el año de 1997, y como de unas cuantas copias realizadas para ser distribuidas en el Estado de La Florida, se convirtió en uno de los discos más vendidos en los Estados Unidos en la década de los noventa.

“Torn” comienza con esas suaves melodías de guitarra, no hay pretensiones de romper las cornetas del equipo reproductor, va despacio, estas entrando con cautela en un terreno que aún es desconocido, no sabes que te va a deparar el álbum. A los 52 segundos arremete con fuerza cada uno de los instrumentos, saca de adentro un dolor incrustado en el alma de un joven arraigado a sus creencias religiosas. Esta primera pieza fue uno de los cuatro singles lanzados por la banda, cuenta con unas pretenciosas combinaciones de guitarra y bajo, tiene mucho del movimiento de Seattle, posiblemente más desgarrado, lo que muchos llaman “post grunge”.

Quedas atrapado con “Torn” sientes la necesidad de volver a escuchar este tema que no es amigable, pero te genera adicción, necesitas repetirla varias veces para escuchar su principal mensaje: “The peace is dead in my soul. I have blamed the reason for my intentions poor. Yes I'm the one who, the only one who would carry on this far. (La paz está muerta en mi alma. Tengo culpas, la razón para mis intenciones pobres. Sí, soy el único quien, el único quien podrá llevar esto lejos)”.




El entorno familiar de Scott Strapp fue muy cerrado, la religión practicada por su familia le prohibía escuchar rock, de alguna manera se revelo ante esto y por eso partió para poder escribir sus canciones y hacer la música que le gustaba, pero dejo claro en sus letras la fuerte influencia que tiene en su fe cristina.

“Ode” tiene un sonido más parecido a lo que hace grupos como Pearl Jam, posiblemente de aquí vienen esas críticas hacia Strapp quien supuestamente buscó un tono de voz que se asemejara al de Eddie Vedder, incluso le llegaron llamar triste imitación. Las incomodas comparaciones llegaron a rayar en la exageración, pero no se puede ocultar que canciones como esta pueden ser confundidas con las realizadas por la gran banda influyente del grunge y que inmortalizó el tema “Jeremy”. “Creed” muestra toda su fuerza en esta pieza que trata sobre la muerte: “Adore me as i drift away, let me hear you say i'm fine. You cry as my body dies all that you despised is gone away. (Adorame mientras mi rumbo se aleja, dejame escucharte decir estoy bien. Lloras mientras mi cuerpo muere, todo lo que despreciaste se ha ido lejos)”.

La canción que le da nombre al disco dice presente, “My Own Prison” es una maravillosa composición, una letra que vale oro, musicalmente mantiene un sonido sostenido, la guitarra de Mark Tremonti se encarga de dejar ese riff fijo en tu cabeza; el bajo de Brian Marshall suena grunge de principio a fin, la influencia está claramente marcada; mientras Scot Strapp nos conduce por una profunda fe, la culpa es la protagonista de historia, la necesidad del perdón para poder transcender. Quizás temas como este le colocaron la etiquita de “rock cristiano”. Los cinco minutos menos un segundo no tienen desperdicio, presenta muchos elementos que engrandecen este track: “I cry out to God seeking only his decision. Gabriel stands and confirms I´ve created my own prison. (Lloro a Dios buscando exclusivamente su decisión. Gabriel se levanta y confirma he creado mi propia prisión)”.

“Pity For A Dime” reafirma musicalmente lo que hemos escuchado hasta ahora, una marcada influencia del grunge, que va empujando hacia el rock alternativo, pero la fuerza del metal mueve las bases que lo sostienen. Strapp sigue introduciendo temas relacionados con la espiritualidad, la culpa parece ser el tema central. Aquí hay un muy buen solo de guitarra que coloca esta canción en una categoría diferente, le da un plus que potencia una canción que comenzaba algo floja. Al final vuelve a jugar con algunos cambios para que no puedas olvidar lo que acabas de escuchar.

Comienza a sonar “In America”, el redoble de Scott Phillips es el protagonista, su trabajo con la batería destaca del resto de las canciones, mientras Scot Strapp lanza un grito, una crítica a los Estados Unidos, sobre su contradictorio modelo que sustenta los cimientos del país: “Only in America we're slaves to be free. Only in America we kill the unborn to make ends meet. Only in America sexuality is democracy. Only in America we stamp our god "In God We Trust" (Sólo en América somos esclavos para ser libres. Sólo en América matamos a los neonatos para llegar a fin de mes. Sólo en América sexualidad es democracia. Sólo en América sellamos nuestro dios con “En Dios Confiamos”)”.




En cada frase Strapp lanza un dardo al modelo que se está derrumbando, coloca sobre la mesa la ética cristina para juzgar la forma en que va caminando la sociedad norteamericana, donde incluso muchos cultos religiosos te invitan a sus templos a para pagar por una buena función. Una letra muy dura, pero donde en ningún momento su autor tiembla al interpretarla.

El bajo hace entrada a “Illusion”, es densa, lenta, subterránea, no hay luces que alumbren el camino, pero las sombras aparecen a los lados mientras vas avanzando. Una buena guitarra de Tremonti se combina con Marshall para que el instrumento que mueve el alma tome fuerza en cada segundo transcurrido. Strapp se encuentra en un dilema, no sabe si la felicidad es una ilusión, puede ser un sueño del que no debe despertar, abrir los ojos puede llevar encontrarte con la dura realidad.

“Unforgiven” es poderosa, la banda va sacando toda su fuerza en esta interpretación, sienten la necesidad de acelerar, pero recogen, van galopando para no dejar espacio a pensar: “Step inside the light and see the fear of God burn inside of me. The gold was put to flame to kill, to burn, to mold its purity. Think I'm unforgiven to this world. (En el interior está la luz y veo el miedo de Dios quemando dentro de mí. El oro fue puesto a las llamas para matar, quemar, para moldear esa pureza. Creo que soy imperdonable en este mundo)”. La culpa, el pecado, el castigo, el perdón, en estos cuatro elementos se centra la mayoría de las letras que dan cuerpo a este disco.




Una batería más rítmica abre “Sister”, una canción interesante donde Scott Strapp habla metafóricamente sobre su hermana, quizás de sangre, quizás de alma; lo que está claro es que hay un dolor producido por un mal camino tomado por ella, afectando la vida de su entorno. Musicalmente no es tan subterránea como muchas de las piezas escuchadas anteriormente, tiene una luz que hace ver esperanza al final.

Muy hermosa es “What's This Life For”, la guitarra nos lleva a caminar por una pradera verde donde las flores comienzan a llenar de color la primavera, es una invitación a vivir con fe, pero sin que seas manejados por los que dicen hablar en nombre del bien, abre tu alma, y no dejes atraparte, solo hay un rey: “But they ain't here anymore, don't have to settle no god damn score Cause we all live under the reign. I said you know of a one King. (Pero ellos no están aquí más, no tienen que resolver ninguna maldita señal. Porque todos vivimos bajo el reino, lo he dicho sabes que hay un solo rey)”.

El disco cierra con “One”, se introduce con un ritmo que recuerda algo realizado por Red Hot Chili Peppers, pero pronto toma su propio camino, son esas similitudes que jueguen con tu mente. Es un grito esperanzador, un llamado a cambiar al mundo, todos debemos ser uno: “Society blind by color. Why hold down one to raise another? Discrimination, now on both sides, seeds of hate blossom further the world is heading for mutiny, when all we want is unity we may rise and fall, but in the end we meet our fate together. (La sociedad cegada por el color ¿Por qué dominar a uno para elevar a otro? Discriminación, ahora en ambos lados, semillas de odio floreciendo. El mundo se dirige a un motín cuando todo lo que queremos es unidad. Podemos levantarnos y caer pero al final encontramos nuestro destino juntos)”.




“One” es un llamado a cambiar para vivir en un mundo mejor, cierra con el punteo de la guitarra para recordar que esto se trata de rock, de un sonido que va del post grunge al metal alternativo, impone fuerza rítmica a pesar de que sus letras buscan trascender e ir más allá de los sonidos que los acompañan.


My Own Prison parece el disco de una banda consagrada, madura, que estuviera en otro nivel, pero es el primer álbum de “Creed”, de una banda que tocaba en los locales de un pequeño pueblo de La Florida. Te sorprende cada canción, te encuentras con un manejo adecuado de los tiempos, coloca cada pieza en el espacio que corresponde, no genera expectativas, solo pone frente a ti una buena e interesante producción que llegó a vender más de seis millones de copias en los Estados Unidos, sin apoyo radial, mucho menos de MTV, una placa que comenzó siendo independiente sin el respaldo de un sello discográfico, como guiados por una luz divina la banda consiguió su propia “Gloria”, su esperado “Reino”.

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