ZEPPELIN ROCK: Pearl Jam - Yield (1998): Crítica review

sábado, 17 de noviembre de 2018

Pearl Jam - Yield (1998): Crítica review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia





En mi opinión, en más que en ningún otro disco de Pearl Jam hasta el momento, Yield refleja las distintas personalidades de los miembros del grupo: cada uno marca su propio estilo en las composiciones que aporta. La banda, tras un año sabático, se juntó en los X studio de Seattle y en los Southern Tracks de Atlanta con Brendan O’Brien (Springsteen, AC/DC) en la producción y Nick Didia como ayudante. Grabaron, como en otras ocasiones, un gran número de cortes de los que seleccionaron doce para Yield. El grupo lo formaban Mike McCready y Stone Gossard a las guitarras, Eddie Vedder a la voz y a la guitarra, Jeff Ament al bajo y Jack Irons a la batería.




El grupo editó como primer single Given to fly, una excepcional canción de McCready (Vedder le pone la letra a todos los temas del guitarrista). Estupenda melodía, tema in crescendo que evoluciona hasta el estribillo y acaba por poner los pelos de punta. La banda se complementa en uno de los mejores temas del grupo.

Los dos cortes que abren Yield también los firma McCready. El comienzo con Brain of J resulta prometedor: riff veloz y voz desgarrada, un cierto tufo punk, la batería machacando con estilo y rudeza. Seguimos con Faithful, tema de inicio delicado que presenta una continua suma de sentimientos y apoyos hasta el increíble final: “the faithtul, we all believe, we all believe” sobre un muro sonoro.



Las composiciones de Gossard se caracterizan por mezclar muy bien los ritmos y las melodías, dando prioridad a uno u otro según el tema lo necesite. El mejor ejemplo lo tenemos en No way, de ritmo largo y melodía reiterativa con un trabajo vocal estupendo y un estribillo que se te pega. Del mismo estilo, pero más calmada, incluyendo un pequeño homenaje a The Beatles, All those yesterdays, suave por momentos, inspirada, permite el lucimiento de Vedder y una reflexión sobre el momento de la muerte.

La tercera del guitarrista no puede ser mejor, uno de los grandes momentos del álbum: Do the evolution. Himno roquero al que Vedder pone letra crítica sobre la conquista del Oeste yanqui y la masacre de los pueblos autóctonos (“I’m the fist mammal to were pants”). Un riff a dos guitarras impactante, un tema sucio y genital. In hidding, la cuarta de Gossard, de nuevo con la letra de Ed, contiene una línea de bajo soberbia y una suave guitarra. Tema sencillo pero muy efectivo que crece hasta el estribillo.




El tercero en discordia, Jeff Ament, pasa por ser el “raro” del grupo, siempre metido en eventos artísticos. Junto con su hermano se encarga del presioso work art del álbum (y de muchos otros álbumes de PJ). Propone una rareza rítmica con Vedder orando en Push me, pull me. En Pilate, sin embargo, desarrolla una línea melódica en la que bajo y guitarras se mezclan a la perfección con un estribillo brusco y rompedor. Pero, sin duda, la que más me gusta, y una de mis favoritas del disco, es Low light. Balada preciosa con una melodía y un letra brutales. Voces dobladas, un piano, guitarras acústicas, buen estribillo… “I’ll find my way from wrong”. Increíble tema.

Eddie Vedder se muestra muy comedido en sus aportaciones. El año anterior lo pasó viajando por Europa, incluyendo una temporada en Barcelona, pero, sobre todo, vivió en Roma. Se enamoró de Italia y de sus experiencias por las carreteras de este país salió MFC (mini fast car), de ritmo progresivo, destaca el acople de las tres guitarras y el trabajo de Ament al bajo. El segundo tema se titula Wishlist, otro de los favoritos. Como su nombre indica, juega con una lista de deseos o buenas intenciones que se repite insistentemente hasta el fade final. Podría escuchar esta canción cien veces, con Eddie cantando tan cerca, entrecerrando la boca.




El enorme mérito de Brendan O’Brien, productor, radica en la coherencia de esta amalgama de personalidades y texturas sonoras. Consiguió dotar al álbum de un sonido propio y continuo donde disfrutar por igual de la sencillez y la complejidad, de lo más comercial y lo más ecléctico.



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