ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película "La isla mínima" (Alberto Rodríguez, 2014)

viernes, 17 de octubre de 2014

Crítica de la película "La isla mínima" (Alberto Rodríguez, 2014)


por Savoy Truffle (@CarlosLorenteR)



Alberto Rodríguez dirige este thriller policíaco que realmente me ha parecido excelente. Alberto es el representante del denominado nuevo cine andaluz, y comenzó a darse a conocer en algunos círculos de cine independiente español con una obra como El Factor Pilgrim, donde compartía realización con Santi Amadeo. Dos años después rueda su primera película, El Traje, pero es en 2005, cuando con 7 Vírgenes obtiene un gran éxito. Después After Party, que no fue muy publicitada. En Grupo 7 alcanzó su zenit en 2012, pero ahora se vuelve a superar.

Un puñetazo en la mesa me parece este film, que demuestra que en este país todavía se hacen películas de calado y mucha calidad, y además por si fuera poco, recupera un género algo devaluado como el policíaco negro, en el que los actores están simplemente sublimes.




Esta es una película, que consigue sobre todo mantenerte en tensión desde el inicio hasta su espeluznante final, cosa que muchas veces falla en otro tipo de películas.

La historia va sobre dos policías, ideológicamente opuestos, que son expedientados en 1980, y su sanción o castigo, consiste en ir a un remoto pueblo de las marismas del Guadalquivir, en Andalucía, a investigar la desaparición de dos chicas adolescentes que han sido brutalmente violadas y asesinadas. Hablamos de una época en la que nuestro país, y más esta zona sureña, anda (y eso está reflejado en muchos detalles) muy anclada todavía en el peso franquista. Por si fuera poco, se enfrentan a un feroz asesino, que hará que ambos, en un trabajo arduo, y con mucha gente callando en la comunidad, traten de atraparlo.



La ambientación es fastuosa, de hecho detalles como el de la rudimentaria grabadora para grabar conversaciones de teléfono, los coches de la época rescatados de manera gloriosa, esa forma de visualizar la negritud de la España andaluza, tanto en sus entierros, como en sus videntes, en la manera en que se teje todo, es brutal.

En cierto sentido, este film bebe de series como Twin Peaks o True detective, pero con unas señas de identidad muy propias.

Las actuaciones son bestiales, un enorme Javier Gutiérrez, y un gran Raúl Arévalo, ambos increíbles en su papel, luego Antonio de La Torre más de secundario y Nerea Barros, los padres de las niñas desaparecidas, y ese nuevo fenómeno Jesús Castro que también apunta alto.




Abrumadora la descripción de esa España sórdida que hemos escuchado muchos hablar de oídas, de niñas violadas y desaparecidas (hay muchos casos hasta en los años 90 y en este siglo todavía) y nos quiere enseñar también la manera en que mucha gente quería quitarse el lastre de la dictadura, pero que en muchos aspectos, imágenes, cosas... costaba de cerrar y olvidar.

También tenemos un retrato feroz de la lucha de clases y obrera, y de como el jefe de la empresa de la zona (involucrado en la trama) sale siempre de puntillas de todo, además de seguir sodomizando con sueldos irrisorios a los trabajadores.

Pero lo mejor del film, cosa que se ve desde el principio hasta el final, es ese contraste de personalidades entre los dos policías, uno que viene de la Brigada Franquista y con un pasado bastante oscuro, y el otro con nuevos y prometedores ideales democráticos, y que estando muchas veces en las antípodas en el modo de manejar situaciones, y de afrontarlas en el trabajo, tienen evidentes puntos de conexión, y la siempre protección que ofrece el de mayor experiencia al que menos la tiene en múltiples detalles.

En definitiva, un muy recomendable film, de esos que te dejan con gran sabor de boca.

©Savoy Truffle

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