Miedo fundado
SIN darme cuenta, mi brazo ha quedado descolgado de la cama y mi mano casi roza el suelo. Es de noche, y rápidamente lo traigo al pobre hasta mi cuerpo, para acunarlo aquí arriba..., convencido de que el monstruo que se esconde en mi cerebro (o debajo de la cama, ¿quién sabe?), en otro descuido inoportuno, comenzará de nuevo a lamerme sin reparo empezando por los dedos fláccidos e inermes, y yo sucumbiré sin remedio a sus demoledores encantos de sirena, y, como siempre, terminará por devorarme entero, si dejo allí abajo, tan lejos, mi mano.
Ángel Carrasco Sotos
aaaah tus microrelatos, alguna vez te tengo dicho lo mucho que me gustan no? jeje
ResponderEliminarY ya que sacas el tema diré que yo en verano el brazo colgando tocando el suelo como método de refrigeración lo hago siempre.
Un abrazo Anxeliño, siento no poder pasarme más a menudo que tu blog tiene pintaza pero de aquí a julio ando apretadillo.
Nada, tú ahora a estudiar, que luego vienen los arrepentimientos. Se agradece su visita; ya sabes que por aquí siempre eres bien recibido, y más siendo gallego como yo (es broma, jaja). Bueno, que no nos falte el humor. Y me alegro de que te haya gustado el micro.
EliminarSaludiños p'arriba.
Tiene su puntito de ternura con el "acunamiento" (no sé si existe esta palabra o no).
ResponderEliminarMe produce escalofríos pensar en algo así, porque soy de las que sacan un pie fuera de la cama para dormir; mira que si llega el monstruo. O si el monstruo soy yo misma que al ver un pie desnudo y solitario me da por seccionarlo de su madre pierna...
Ángel, me encanta.
Un abrazo.