Nunca fue santo de mi devoción esa mezcla de ska y punk que introdujeron Kortatu en los 80, años en que la música vasca (en vasco y en castellano, que eran las lenguas que alternaban ellos en su primer disco) se puso de moda, más aun ese rock radical de tonos abertxales que, la verdad, poco intentaban enmascararse (luego comprobaríamos que tenían efectos lesivos). Fue cuando triunfaron grupos como La polla records, Barricada, Vómito o estos Kortatu. Seguro que los escuché a todos a partes iguales, quizá más a La polla porque nos la partíamos con ellos, sinceramente: éramos heavies de camiseta con unos criterios del gusto poco definidos. Y hubo un disco que escuché mucho entonces, que no es otro que el primero de Kortatu, álbum homónimo publicado en 1985.
El disco incluía temas tan de moda entonces como "Don Vito y la revuelta en el frenopático", "Nicaragua sandinista", "Sarri, Sarri" o "Desmond Tutu"; seguro que os sonarán a todos. Pero si había uno que veneraba era el titulado "Tatuado". Cuando escuchábamos ese disco entre el humo de la "cocinilla" (así la llamábamos) de aquel pub, llamado Pájaro Loco, que nos servía de refugio o trinchera, yo siempre deseaba que la aguja llegase a esta canción, y en un día pardo y frío como este la he recordado y con ella imágenes perdidas en el tiempo que ya pertenecen a la memoria o al mundo literario de los sueños. "Tatuado" es una canción de amor, de pérdida, de desconsuelo, de imposibles, que canta una ruina personal. Él lleva su cabeza rapada y en ella un tatuaje. Para mí era jodidamente hermosa y armonizaba poco con ese aire juvenil y festivo del resto del disco. Mis parámetros estéticos eran poco academicistas por aquel entonces.
Por cierto, es de los que tengo en CD.
Ángel Carrasco Sotos.
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