ZEPPELIN ROCK: Clarence Boddicker (villanos del cine), de Robocop: crítica

sábado, 20 de mayo de 2017

Clarence Boddicker (villanos del cine), de Robocop: crítica


por Möbius el Crononauta




La pregunta sería ¿Se puede ser medio calvo, llevar gafas de profesor de Matématicas, y aun así acojonar al prójimo? ¡Claro que sí! Clarence Boddicker, el drogadicto villano de Robocop, es la prueba.

"Verás, tengo un problema. No le gusto a los policías. Y los policías no me gustan a mí".



Ya sabéis que cuando los delicuentes piensan en "quemar el dinero", seguramente no se refieren a hacerlo literalmente, sino a gastarlo rápidamente. Pero hubo un tipo que lo quemó, lo carbonizó. Y esos fallos no le gustan al bueno de Clarence Boddicker, con lo que no duda, como buen empresario que es, en despedir al trabajador que ha metido la pata y estamparlo contra un coche de policía. No hay sindicatos que valgan para Boddicker, ni siquiera los del crimen.




En el sucio Detroit del mañana donde la vida no vale un céntimo y las grandes corporaciones lo controlan todo, ser un criminal a la vieja usanza no es fácil. Hay mucha competencia, y en ese caso lo mejor para manejar el cotarro es conocer a gente importante. A base de unos cuantos mamporros Boddicker puede contarte eso y mucho más; traicionaría a su madre, sino fuera porque seguramente ya la ha traicionado en algún momento anterior a su encuentro con el agente Murphy. Así que Boddicker está protegido por un mandamás de la OCP, corporación que controla a la policía y a su agente estrella, Robocop. Pero el pobre ex-agente Murphy no lo sabe y tras hacer cantar a Boddicker saldrá disparado a detener al jefazo Dick Jones. Pero en el peor momento, como si llevara un chip de Windows, el sistema le falla y Robocop se queda colgado, mientras un juguetito de Jones le deja las cosas claras.




Aunque el pobre Boddicker tiene que ganarse la droga y hace trabajitos para Jones, como irrumpir en la casa de un ambicioso y joven directivo rival, echar a sus prostitutas, aguarle la fiesta, dispararle a las piernas, ponerle el último éxito en CD de Jones y dejarle un explosivo recuerdo sobre la mesa. ¡Adiós, Bob! Un tipo cruel, ese Jones, y Boddicker, un aguafiestas, por decirlo suavemente.

Robocop, que en un tiempo fue persona, hasta ser masacrado por Clarence y los suyos, finalmente se enfrentará a Boddicker y, literalmente, lo aniquilará con su particular cable USB de serie, que lleva oculto en un puño. Triste final para uno de los villanos más "cool" de los 80.

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