ZEPPELIN ROCK: ¡MAMÁ, COÑO, QUE ESTOY GRABANDO! (sobre las viejas cintas de grabar)

martes, 22 de diciembre de 2020

¡MAMÁ, COÑO, QUE ESTOY GRABANDO! (sobre las viejas cintas de grabar)

 

by Don Críspulo





Así, a gritos. Cualquiera que oiga esa frase debe pensar que estamos en un estudio de grabación, pero no, estamos en un salón de un piso aleatorio de los años 80. 



Que sí, que ahora que si spotifay, emepetreses, estrimin y vaya a saber usted que más se habrá inventao, acceder a la música es muy fácil (y muy bien que está eso; sí, señor), pero antes… antes era todo, cómo decirlo… más analógico* 

Pa empezar, había que tener el disco, o una cinta casete que se había grabado de un disco o de otra cinta casete que su a vez se había grabado de otra cinta de casete. Pongamos que el sonido era maquetero, ¿como el que buscaba Bob Rock en St. Anger? Bueno, un poco mejor. Así que nos hicimos expertos en cintas de casete. Que estudiar para pasar a 1° de BUP no, pero sabíamos la diferencia entre una Sony HF de hierro y una TDK de 90 de cromo. 




En las casas había siempre un radiocasete Philips mono de una sola pletina (si en la tuya no lo había, puedes pedir el libro de reclamaciones) y en algunas casas, gracias a los dioses en la mía había uno, un toca discos. Eso sí, sin pletina, así que las grabaciones eran a pelo. Con el radiocasete pegao al bafle del tocadiscos y rezando para que tu madre no entrara de repente en el salón (las casas de aquella época tenían un salón que no se usaba nunca, mientras la familia se apiñaba en una sala de estar donde no cabía ni un revistero**). Así que allí estabas tú grabando a pelo una copia del Number of the Beast cuando tu madre entraba y, gritando (las cosas antes eran siempre gritando), decía: ¡NIÑOOO, QUE SE TE ENFRÍA LA CENA! Y ahí había que regrabar y empezar todo de nuevo. Nos creíamos una especie de Martin Birch

La duración de las cintas era también un problema. Las había de 60, 30 minutos por cara y de 90, que si saben ustedes un poco de matemáticas se darán cuenta que son 45 minutos por cara. En aquella época, los discos duraban entre 40 y 50 minutos, por lo que en las cintas de 90 cabían dos discos. Los dos primeros de Mercyful Fate, por ejemplo, pero pasaban dos cosas: muchas veces sobraba o faltaba espacio. Si sobraba, se rellenaba con más canciones de otros grupos y si faltaba… si faltaba que levante la mano quien no se ha ventilao la balada para que cupiera el disco en 45 minutos. 




Una vez grabada la cinta, el proceso no se detenía; había que hacer las portadas. Para eso se recortaba dicha portada de la revista de Discoplay o, si se tenía alguna habilidad artística, se dibujaba el logo de la banda en el canto (menos mal que en aquella época no se había inventao todavía el black metal, que a ver quién era el guapo que pintaba esos logos) 

En fin, amigos, viejos y buenos tiempos, pero no los cambio por estos. 

* El autor usa la palabra analógico como eufemismo más cutre que el teletexto 
** Objeto arcaico que el autor ha olvidado para qué servía

2 comentarios:

  1. lo recuerdo como si fuera ayer. Eso, y lo de grabar directamente de la radio,otra Odisea,si no te lo fastidiaba tu madre,serie el DJ de turno.
    Un abrazo,me has retroceder a mi juventud,Gracias!!!

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  2. ¡¡¡Siii, todo tal y como lo cuentas!!! También recuerdo que, una vez 'capada' la cinta para evitar posibles grabaciones accidentales, mediante la rotura de la pestañita que permitía que el botón de REC funcionara (más analógico impósibel), todavía era posible recuperar la cinta para una grabación nueva cerrando el hueco de la pestaña con celo o una bolita de papel: lo malo era el residuo sonoro que quedaba, yo tuve mucho tiempo The Wall sonando sobre canciones de María Dolores Pradera, gracias a una donación materna de material para grabar urgentemente...
    Otro truco para ajustar el sobrante de cinta era cortar y pegar mediante papel celo el tramo que se quedaba en blanco, arriesgado pero guapo si quedaba al pelo.
    Ay, cuantos recuerdos analógicos...
    Salute You 🤘

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