ZEPPELIN ROCK: GRAVEYARD - Lights Out (2012): CRÍTICA Review

martes, 29 de diciembre de 2020

GRAVEYARD - Lights Out (2012): CRÍTICA Review

 

 por JLBM


Este Lights Out fue el tercer álbum de estudio del grupo sueco Graveyard, su segundo en dos años y también su segundo desde que fichasen por Nuclear Blast. Hisingen Blues en 2011 había sido el excelente trabajo que les dio a conocer y este Lights Out confirmó definitivamente que nos encontrábamos ante una de las mejores bandas del panorama del momento. 



Graveyard retomaba su música más o menos en el mismo punto en el que la había dejado en Hisingen Blues, pero en Lights Out, los riffs se vuelven algo más pesados y el cinismo de las letras aumenta en un trabajo más sombrío en el que sea cual sea el tempo de los nueve cortes que lo componen, los suecos mantienen ese espeluznante estado de alienación que solo las grandes bandas del stoner eran capaces de provocar. Como decimos, Lights Out sigue la estela de Graveyard y Hisingen Blues, pero sin dejar sensación de repetición, volviéndose más oscuro y sombrío. El rock duro de la década de los 70 enlaza directamente con la psicodelia y el stoner sin perder la identidad bluesy que hizo grande el género. Todos los elementos que las grandes bandas de la década gloriosa utilizaron se combinan con precisión y maestría en Ligths Out. Blues rock, hard rock y psicodelia cimentados sobre una base de pesadísimos y arenosos riffs cortesía del guitarrista Jonatan La Rocca Ramm, evocando sonidos que parecían escondidos en los instrumentos de Josh Homme o Ed Mundell. La voz única de Joakim Nilsson sigue siendo uno de los talentos de Graveyard. Su trabajo sobresale de entre la turbia y amenazadora atmósfera de Lights Out aullando sus cáusticas letras como si de una venganza se tratase. El estable combo rítmico formado por el batería Axel Sjöberg y el bajista Rikard Edlund y el apoyo de excelentes músicos como Nils Dahl, Magnus Jäverling o Martin Holm para teclados, vientos e instrumentos menos usuales, resaltan la brillantez del disco.




"An Industry Of Murder", primer corte de Lights Out, cabalga entre la psicodelia y el stoner más adusto al tiempo que sus riffs se apoderan de la mente del oyente, con ese poso que únicamente el gran Iommi era capaz de provocar. La ira casi se puede tocar en el brutal tema que abre el disco. "Slow Motion Countdown" se convierte en una bonita y melancólica composición bluesy en la línea del "Uncomfortably Numb" del Hisingen Blues. Aquí la banda suena de manera diferente, transportada por el cambio de registro vocal de Joakim Nilsson. La inquietante "Seven Seven" conduce de nuevo por ese zumbido progresivo que se convierte en algo sumamente adictivo en "The Suit, The Law & The Uniforms". "Endless Night" continúa produciendo riffs desérticos que se balancean en las agresivas líneas de bajo de Rikard Edlund. "Hard Times Lovin'" es una joya oscura y malhumorada en la que Nilsson evoca el canturreo profético de Jim Morrison. El furioso "Goliath" incluye referencias al consumo mientras la pétrea batería de Axel Sjöberg balancea un granítico duelo de guitarras entre Nilsson y La Rocca Ramm. Un descomunal riff lleno de hostilidad transporta ese ejercicio de mal humor hosco en la auto compasión que es "Fool In The End". "20/20 (Tunnel Vision)" cierra Lights Out a bordo de ese oscuro blues somnoliento que Graveyard borda como nadie. 

Trallazos de rock arenoso salpicados de retazos psicodélicos y melancólicas melodías de corte bluesy hacen de estas nueve pistas algo completamente adictivo. El mejor álbum de 2012 consolidó a una banda que retomaba el hard rock de inspiración setentera aportando los elementos stoner que le configuraban entonces una personalidad única.

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