ZEPPELIN ROCK: MANOWAR - Fighting the World (1987): CRÍTICA Review

sábado, 19 de diciembre de 2020

MANOWAR - Fighting the World (1987): CRÍTICA Review

por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

El grupo Manowar llevaba ya dando tumbos por el mundo del metal desde los primeros años 80. Después de cuatro álbumes publicados, incluyendo el genial Sign of the hammer, se revelaron como una gran banda de metal “comercial” con este su quinto trabajo, Fighting the World, considerado hoy en día uno de los mejores trabajos del grupo y del propio género metalero. Joey Demaio (bajista y principal compositor) conoció a Ross the Boss (guitarrista) durante la gira Heaven and Hell de Black Sabbath; Joey era técnico de la banda y Ross telonero. En poco tiempo juntaron la formación clásica del grupo, que grabó este álbum, con Eric Adams a la voz y el portentoso Scott Columbus a la batería.

En la época de los pelos cardados, las power ballads y el pop metal, estos cuatro se propusieron ser los auténticos reyes del metal y empezaron, medio en broma y medio en serio, una campaña musical para “matar” al falso metal. Esta es la filosofía de las letras de Fighting the World y en esta clave deben interpretarse: nosotros, los verdaderos, luchamos con nuestra sangre contra la mediocridad reinante. 

Arrogancias y poses aparte, no cabe duda de que nos encontramos ante un clásico del heavy metal, con un sonido muy influenciado por grupos como Judas Priest o los Black Sabbath de Dio, y una producción limpia y compacta. Lo curioso es que consiguieron mezclar con maestría los sonidos del hard americano con el poderoso heavy metal británico. Además, se vanagloriaban de haber grabado el primer álbum de metal en formato digital, lo cual era mucho para aquella época. La portada rinde homenaje (o copia) a la del Destroyer de Kiss

La primera canción es el primer himno, el tema título, Fighting the world, compendia todo lo que hay aquí. Intro de batería, una guitarra machacando un riff melódico, el grito de los guerreros y la voz de Adams invitando a la lucha en favor del heavy metal. Construcción muy hard apoyada en el ritmo del bajo. Tremendo estribillo. 

En Blow your speakers la mezcla de hard&heavy se hace muy patente. Ritmo y sonido roquero para un estribillo bestial que invita (como la letra) a subir el volumen y gritar. Composición sencilla, vibrante, que pretende servir de acicate contra la comercialidad de la MTV (a la que va dirigida). El tema estrella, sin duda, el tercero: Carry on. Pegadiza, con una entrada suave de acústica, casi íntima, el estribillo con la batería de fondo y aparecen todos los instrumentos como un ejército cabalgando tras la voz de Adams. Soberbia muestra de cómo hacer un tema comercial y radiable sin salirse de los parámetros metaleros. Si al final de este temazo no estás saltando desgañitado con los cuernos al aire, tú no eres heavy y punto. Violence and bloodshed comienza con una sirena, explosiones y disparos. Letra controvertida por cuanto defiende el uso de las armas y la violencia para defenderse. La canción presenta una voz con unos agudos impresionante. El conjunto es como un tanque avanzando sin piedad, con la guitarra de Boss haciendo uno de los solos más conseguidos del disco.

 

A partir de aquí podríamos decir que la épica toma el poder, con tres canciones entre las que se intercalan dos intermezzos. Defender es una larga declamación de Orson Wells (grabada para el primer álbum, pero que no fue utilizada) sobre la que se añade música. A los dos minutos, mientras la declamación termina, se entremezcla brillantemente la voz de Adams continuando con la temática de los defensores (¿de la fe metálica?); me encanta el trabajo de guitarra a lo largo de todo el tema. Tras una breve Drums of doom, llega el temazo Holy War, donde el bajo de Demaio sirve de hilo conductor a esta reafirmación de la “santa” cruzada de Manowar a través de un temazo intenso y trabajado. Estribillo monumental donde el doble bombo y la voz te destrozan, y un insuperable Ross the Boss termina de rematar la faena. Me lo escucharía diez veces seguidas. Master of Revenge une con la siguiente canción como si se tratara de una mini-ópera, Black wind, fire and steel. Comienza con el bajo a toda velocidad, línea de voz melódica pero agresiva y el resto de la banda entra en tropel para el estribillo hiperpegadizo. Estructura muy básica pero muy lograda. ¿Para qué complicarse más cuando puedes hacerlo tan bien con tan poco? Para destacar de nuevo el solo de guitarra. 

En fin, discazo que cabe en poco más de treinta minutos, uno de los imprescindibles en cualquier heavyteca. Y ya sabes… death to false metal!!!!!

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