ZEPPELIN ROCK: LOS SUAVES - Maldita sea mi suerte (1991): CRÍTICA Review

sábado, 26 de diciembre de 2020

LOS SUAVES - Maldita sea mi suerte (1991): CRÍTICA Review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

Pese a que, como es sabido, llevaban ya diez años dando guerra, Los Suaves, a principios de los años 90, contaban con tan solo tres discos en estudio y un doble directo (Suave es la noche). Y, por increíble que pudiera parecer, eran una banda en evolución que llegaron con este Maldita sea mi suerte a su mejor momento, inspirados para grabar un álbum repleto de grandes canciones, maduro, rocoso en el corazón y duro en las letras, pero con viscerales momentos de amor desarraigado. Además, Yosi (cantante, guitarra y principal compositor y letrista) pone voz al desarraigo del que vive en la calle (Pardao), al abuso sexual de menores (Pobre Sara), al traicionado por la vida (Parece que aún fue ayer) y al que languidece en su soledad (Pensando en ti). Y, eso sí, mucho rock y mucha fiesta (Dame rock and roll). 



Por entonces, Los Suaves lo conformaban Yosi, Ramón “Montxo” Costoya y Alberto Cereijo (debutando) a las guitarras, Carlos “Charli” Domínguez al bajo y Ángel “Gelo” Barrio a la batería. El álbum se grabó en los estudios Kirios de Madrid en la primavera de 1991, con Juan Miguel Sánchez a los mandos y la colaboración de Pedro García y Alfredo de La Fuente a los controles. Se marcaron un álbum doble (también en cedé) con nueve canciones más dos versiones acústicas de regalo. El comienzo con Viajando al fin de la noche no puede ser más directo: buenos riffs, un intercambio de solos y cambios, con una letra donde se suplica un nuevo corazón para seguir adelante, arena en los oídos y piedras en el alma. La gran sorpresa en el segundo corte: Pardao comienza en acústico, una guitarra de doce cuerdas, para ir subiendo de tono, sumando guitarras, capas, arreglos, hasta completar la historia de este don Nadie que se dedica con su vieja guitarra a recorrer la calle. Diez minutos de sube y baja, intercambio de momentos acústicos y eléctricos y un fantástico final, un auténtico trallazo heavy rock que se funde con las acústicas y el ruido de la calle y la voz de Carlos Pina (Panzer), que escupe un discurso tan actual como trágico.

Una de mis favoritas de los gallegos vuelve a menearnos el culo. Parece que aún fue ayer combina el lamento de quien desespera por haber perdido sus ilusiones con un riff sencillo y bien arreglado, una estupenda línea de bajo y, de nuevo, la guitarra del joven Cereijo impresionando, con esa combinación de técnica y feeling tan característica. Sencilla, clásico estilo de la banda, efectiva, te engancha. Sube el tono y el ritmo para Maldita sea mi suerte, uno de los cortes más breves, pero con unos punteos acertados y buena batería: lo mejor la parte final, con la guitarra distorsionada, los efectos sonoros y los coros. 





Pobre Sara suena en nuestros oídos con un mensaje terrible, el del abuso que sufre una niña por parte de su padre noche tras noche (“tan solo quince años y ahora se ahoga empezando a nadar”). Inicia un riff típico de Yosi al que sigue un ritmo sincopado y cortante bajo la voz principal. Una canción sin estribillo, pues aunque la estructura melódica se repite la letra cambia a medida que la historia avanza, hasta culminar con un terrible “nunca le conté a nadie por qué aquella noche Sara murió”. Una confesión donde es palpable cómo Yosi, más allá de sus peculiaridades y limitaciones técnicas como cantante, vive las canciones, las hace grandes con su dramatismo apasionado.

Es increíble que se atrevieran con un tema de casi veinte minutos en los que tres cuartas partes las llena un extenso intercambio de solos de guitarra a cargo de una docena de invitados, entre los que destacan gente como Alvin Lee (Ten Years After), Carlos Raya (Sangre Azul, MClan), Gero (Ñu, Saratoga), Manolo Arias (Niagara, Bella Bestia) o Paco Ventura (Medina Azahara). Más allá de la curiosidad y tratar de adivinar quién es quién, La noche se muere vuelve al ritmo veloz y tiene un buen estribillo. Tras esta orgásmica apuesta, y un comienzo donde Cereijo demuestra su amor por un tal Eddie Van Halen, el clásico rock twin guitars de Dame rock and roll suena a gloria, con Thin Lizzy encapotado por ahí. Tres minutos (sin la intro) de fuera tonterías, dame fiesta que “es fin de semana y queremos acción” y a gritar saltando sudorosos. 





El sonido de todo el álbum marcó los siguientes años de la banda, pero en especial se nota en Tiempo perdido. Cereijo resultó un gran acierto para orientar el cambio de estilo, darle más técnica, más estructura y más empaque a las excelentes composiciones de Yosi. Armónica incluida, sirve como confesionario del perdedor “me han quitado a mi mujer, mi amante no me hace caso (…) en esta historia, hermano, siempre nos toca perder”. Para cerrar, Pensando en ti, otro desolador poema donde recordar a tempranas horas de la mañana el amor, las fiestas antiguas y la caída en el alcohol, redundante en la discografía de Los Suaves. La canción tiene una estructura sencilla y algunos buenos pasajes melódicos, aunque, la verdad, en comparación con el resto del álbum se queda a medio camino. 

El disco contiene, además, sendas versiones acústicas de Tiempo perdido y Parece que aún fue ayer, algo descafeinadas pero bien arregladas, y un mensaje oculto de Yosi: entre ruidos de animales, narra al revés una frase de Blade Runner. Si quieres escucharla, debes girar el vinilo al revés… Tecnología antigua, baby.

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