ZEPPELIN ROCK: LAS MEJORES COMEDIAS DEL CINE DE LOS AÑOS 50 - El mejor cine cómico de la década

domingo, 24 de mayo de 2020

LAS MEJORES COMEDIAS DEL CINE DE LOS AÑOS 50 - El mejor cine cómico de la década

Con faldas y a lo loco.
por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Los años 50 seguían indagando, para nuestro placer, en la madurez de la comedia. Una década que nos deja algunos de los más notables títulos del género, aunque, en líneas generales, quede lejos de la anterior, los 40, ebullición colosal de la comedia. La crítica social se va abriendo camino, influencia del neorrealismo que ya pujaba con fuerza, destacando, por ejemplo, en los títulos de nuestro cine. En cualquier caso, hay calidad a raudales, y difícil es que una buena comedía no alegre un día o un mes, así que sólo queda seleccionar, que hay mucho y bueno.

¡Bienvenido, Míster Marshall!

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Las mejores comedias del cine de los años 50
(el mejor cine cómico de la década)




ARIANE (1957), de Billy Wilder. 

Una de las grandes comedias románticas de Wilder, que personalmente me gusta más que otras con más fama como Sabrina. La mentira como una de las bellas artes siempre que se use para asuntos amorosos (tema esencial en Wilder). Un enfermo, veterano y elegantísimo Gary Cooper y una bellísima Audrey Hepburn para enamorarnos a todos.


¡BIENVENIDO MÍSTER MARSHALL! (1953), de Luis García Berlanga. 

Clásico incontestable del cine español, dirigido por uno de los mejores directores que ha dado nuestro país. Por si fuera poco encontramos como autor del guión junto a Bardem y el propio Berlanga, nada más y nada menos que a don Miguel Mihura, uno de nuestros grandes genios.


BUS STOP (1956), de Joshua Logan. 

Comedia dramática de gran éxito a mayor gloria de Marilyn Monroe, que exhibe su talento para el género… Y es que ella eleva la película, si bien todo el reparto está excelente.


CALABUCH (1956), de Luis García Berlanga. 

Obra maestra de nuestro Berlanga. Una comedia encantadora, una oda a la ingenuidad, la vida rural, el costumbrismo y la esencia misma de la felicidad. Todo ello con el característico estilo coral del director.




CHICA PARA MATRIMONIO (1952), de George Cukor. 

Buena comedia dramática dirigida por Cukor. Una obra más que correcta que reflexiona con acierto sobre los conflictos de pareja.


CÓMO CASARSE CON UN MILLONARIO (1953), de Jean Negulesco. 

Simpática y exitosa comedia sobre el amor y el lujo de evidente moralina. Un agradable entretenimiento que se ve con gusto.


CON FALDAS Y A LO LOCO (1959), de Billy Wilder. 

La mejor comedia jamás realizada... No se lo voy a negar a nadie, en mi blog salió ganadora en la encuesta… Jack Lemmon, Tony Curtis, Marilyn Monroe, el ingenio sin fin de Wilder, parodia de géneros, enredos sexuales y toda la gama de recursos cómicos sublimados. ¡Viva el arte de la mentira y el engaño! Siempre que sea para la conquista amorosa, como postula Wilder. Porque ya saben, “Nadie es perfecto”. Otra obra maestra.


CONFIDENCIAS DE MEDIANOCHE (1959), de Michael Gordon. 

La pareja Rock Hudson-Doris Day fue mítica, sus comedias románticas tuvieron un éxito tremebundo. Esta que aquí traigo es la primera y, posiblemente, la más conocida.


DOS CENTAVOS DE ESPERANZA (1952), de Renato Castellani. 

Enmarcada en el movimiento neorrealista, Castellani finaliza su trilogía de postguerra con esta estupenda comedia dramática ganadora de la Palma de oro. Muy buena.


ÉDOUARD ET CAROLINE (1951), de Jacques Becker. 

Otra cinta francesa de otro destacado director francés. Una comedia dramática con conflictos amorosos y luchas de clases perfectamente narrada por este soberbio realizador.


EL BAILE (1959), de Edgar Neville. 

Siempre son interesantes las cintas de Edgar Neville, uno de nuestros grandes cineastas. Aquí tenemos una comedia dramática de aroma teatral pero estupenda narrativa que cumple con creces.


EL DÉSPOTA (1953), de David Lean. 

Estupenda comedia de David Lean con un gigantesco Charles Laughton. La perfección técnica, la frialdad y control de Lean aliado a esa fuerza de la naturaleza desatada que es Laughton con un impagable personaje. El resultado es estupendo.


EL HOMBRE DEL TRAJE BLANCO (1951), de Alexander MacKendrick. 

Otro gran trabajo de la Ealing. Una comedia original, brillante, lúcida y divertida sobre las paradojas del sistema de libre mercado, la asunción de la mediocridad y el irremediable progreso. Fresca y dinámica, es una pequeña joya.


EL HOMBRE TRANQUILO (1952), de John Ford. 

Legendaria obra maestra. Una de las películas más celebradas del mejor director de la historia, lo que ya imaginan qué significa. Y lo logra alejado del western, en una comedia dramática y rural donde Ford destila toda la esencia de su maestría. Wayne y O’Hara están inconmensurables y el director eleva a obra de arte cosas tan antagónicas como un beso y una pelea en el mismo film. Sencillamente imprescindible. De obligadísimo visionado.




EL INQUILINO (1957), de José Antonio Nieves Conde. 

Una crítica película sobre los problemas de la gente normal para acceder a la vivienda en plena etapa franquista, que aunque no escapó de la censura conserva su fuerza en ese tono entre la comedia y el drama. Otro gran título de Nieves Conde.


EL INVISIBLE HARVEY (1950), de Henry Koster. 

Encantador film protagonizado por James Stewart, el actor con filmografía más completa de la historia. Un hombre encantador, amable, cariñoso, que comparte conversaciones y amistad con conejo gigante, al que nadie más ve. Una maravillosa metáfora perfectamente plasmada por Koster. Una joya.


EL MILLONARIO (1954), de Ronald Neame. 

Basada en un cuento de Mark Twain, “El millonario” es una agradable cinta que contiene una aceptable crítica social, aunque no resulta especialmente inspirada. Nada del otro mundo, correcta…


EL PADRE DE LA NOVIA (1950), de Vincente Minnelli. 

Encantadora comedia de Minnelli, de tremendo éxito, tanto es así que la película tuvo una secuela (y remakes futuros). Tracy, Taylor y Bennett sellan el magnífico reparto de esta película que reflexiona sobre el crecimiento de los hijos y su marcha del hogar paterno.


EL PADRE ES ABUELO (1951), de Vincente Minnelli. 

Secuela de “El padre de la novia”, que os traje la semana pasada. Bajo el mismo patrón y con las mismas virtudes, pierde la fuerza de la originalidad, pero sigue siendo entrañable y divertida.


EL PISITO (1959), de Marco Ferreri e Isidoro M. Ferry. 

Obra maestra de nuestro cine. Excelsa comedia negra que no debería perderse nadie. Qué grande era José Luis López Vázquez.


EL QUINTETO DE LA MUERTE (1955), de Alexander Mackendrick. 

La comedia más representativa y recordada de la Ealing. Comedia negra dirigida por el gran Mackendrick y protagonizada por Alec Guinnes, que encabeza a una banda de ladrones que se hacen pasar por músicos para engañar a una venerable anciana y utilizarla de coartada para ocultar su delito. Absolutamente encantadora. Una auténtica joya.




EL SOL SIEMPRE BRILLA EN KENTUCKY (1953), de John Ford. 

Encantadora y comprometida película que estaba entre las favoritas del genio, por lo que necesariamente hay que tenerla muy en cuenta. Sutil, profunda e inteligente. Simpática y conciliadora. Magnífica.


EL ÚLTIMO CABALLO (1950), de Edgar Neville. 

Encantadora película española dirigida por Edgar Neville, imprescindible de nuestro cine. Reflexión crepuscular sobre la desubicación producida por el paso del tiempo, cuando ya no se encaja en aquel lugar que creíamos nuestro hogar. Bella metáfora.


ELENA Y LOS HOMBRES (1956), de Jean Renoir. 

Renoir dirigiendo a Ingrid Bergman en una comedia romántica donde todos caen rendidos a los pies de la belleza de nuestra admirada actriz. No es para menos…


GUARDIAS Y LADRONES (1951), de Steno, Mario Monicelli. 

Simpática película con la clásica estructura del perro y el gato, una persecución de policía a criminal fresca, divertida y ágil. Para pasar un rato estupendo. Una joyita.


HISTORIAS DE LA RADIO (1955), de José Luis Sáenz de Heredia. 

Clásico de nuestro cine de obligado visionado, que nos trae un mundo absolutamente entrañable y romántico que ya se fue, del que quedan rescoldos, con el que muchos se identificarán porque lo vivieron y otros es fácil que se reconozcan en alguna de las episódicas historias que se narran. Muy recomendada.


HOGAR, DULCE HOGAR (1952), de Norman Taurog. 

Agradable y sentimental comedia que, ni de lejos, es de las más inspiradas de las protagonizadas por Cary Grant. No luce demasiado, pero siempre gusta ver al genio en pantalla.


INDISCRETA (1958), de Stanley Donen. 

Cary Grant e Ingrid Bergman, una pareja que no puede desprender más glamur, belleza y química, en una comedia de Stanley Donen. Es cierto que se podría esperar más de ella, pero sigue siendo un gran título.


LA BELLA MAGGIE (1954), de Alexander Mackendrick. 

Encantadora comedia de al Ealing dirigida por Mackendrick, director siempre a tener en cuenta. Un director de enorme calidad. Una película que hará pasar un rato estupendo.


LA GRAN GUERRA (1959), de Mario Monicelli. 

Una comedia con la Gran Guerra y sus trincheras de fondo. Monicelli mezcla a la perfección los tonos en un título que creó mucha polémica en su día. Muy recomendada. Me ha dado por pensar que Monicelli podría ser algo así como el Berlanga italiano, o viceversa.




LA ILUSIÓN VIAJA EN TRANVÍA (1954), de Luis Buñuel. 

Una comedia dramática, en un tono más ligero y agradable del habitual en el cineasta turolense. Curiosa y particular, fresco título no tan conocido como otros de nuestro genio.


LA IMPETUOSA (1952), de George Cukor. 

Estupenda comedia romántica de Cukor con una de las parejas legendarias e imprescindibles del celuloide. Tracy-Hepburn. Una deportista de élite y un representante en plena guerra de sexos. La química es indudable.


LA LUNA ES AZUL (1953), de Otto Preminger. 

Preminger parece querer rememorar su aprendizaje con Lubitsch sumergiéndose de nuevo en la comedia. El resultado es discreto, pero en cualquier caso entretiene, divierte y no desagrada en absoluto.


LA REINA DE ÁFRICA (1951), de John Huston. 

Obra maestra absoluta. La mejor comedia de aventuras jamás realizada. Bogart, en un papel antológico, y Katharine Hepburn. Con que sencillez llega Huston a lo sublime, con que facilidad recrea sus obsesiones y gustos, con que desparpajo desarrolla una historia de amor sencillamente encantadora y emocionante, con que maestría redime y consuela a sus personajes. Con que insultante indiferencia crea una obra maestra absoluta, nodriza de tantas que vinieron después. Os exijo que la veáis.


LA RUBIA FENÓMENO (1953), de George Cukor. 

Estupenda comedia de George Cukor que quiso seguir explotando su colaboración y éxito con Judy Holliday tras “Nacida ayer” (1950). Lo logra, ya que la película es francamente divertida. Su retrato, visionario, con esa gente dedicada a la “nada” de la fama como gran aspiración, es excepcional. Graciosa, divertida, ejemplo perfecto de la comedia clásica, esa que ahora ni se sueña…


LA SALIDA DE LA LUNA (1957), de John Ford. 

Una pequeña y corta película por episodios donde Ford retrata la vida irlandesa, desde sus valores a sus costumbres más cotidianas. Merece la pena, también desde lo estilístico. Una obra distinta, y a la vez reconocible, del maestro.


LA TENTACIÓN VIVE ARRIBA (1955), de Billy Wilder. 

Quizá sea la película que convirtió en mito a Marilyn. Su figura en un vestido blanco recibiendo el viento proveniente del metro que levanta su falda es una de las imágenes más famosas de la historia del cine. Más allá de esto, que no es poco, tenemos una divertidísima comedia de enredos con las habituales excelencias de Wilder. Quizá no es la mejor de Wilder, pero sólo porque Wilder volaba a alturas inalcanzables. De las indispensables.




LA VIDA POR DELANTE (1958), de Fernando Fernán Gómez. 

Divertida comedia de Fernando Fernán Gómez, que también la protagoniza. Los avatares para conseguir una vivienda de una pareja recién casada. Una de las primeras películas de Fernán Gómez en la dirección.


LAS VACACIONES DEL SEÑOR HULOT (1953), de Jacques Tati. 

Obra maestra del gran cineasta y actor cómico francés. Un entrañable personaje en una joya de la comedia visual. Magistral y valiente. Toda la obra de Tati, muy corta, es de obligado visionado.


LOS JUEVES, MILAGRO (1957), de Luis García Berlanga. 

Entrañable comedia fantástica del maestro Berlanga, que vuelve a retratar las peculiaridades de la España del momento con un Pepe Isbert deslumbrante, como siempre. Y es que San Dimas es mucho San Dimas.


ME ENAMORÉ DE UNA BRUJA (1958), de Richard Quine. 

Simpática comedia con James Stewart y Kim Novak, que tenían colaboración doble este año. Siempre me ha parecido que le falta algo de brío, pero también que es un agradable divertimento.


ME SIENTO REJUVENECER (1952), de Howard Hawks. 

Joya de la comedia con la infalible alianza de Howard Hawks y Cary Grant. Oba maestra de la locura, el desfase y el desenfreno, sublime en todas y cada una de las facetas humorísticas, ya sea el gag físico, la ironía, los diálogos o las elipsis. Imposible no pasarlo realmente bien con ella. Poneos al tema ya.


MI DESCONFIADA ESPOSA (1957), de Vincente Minnelli. 

Gregory Peck y Lauren Bacall en una comedia romántica de Minnelli. Pocas cosas podían salir mal. Una delicia que hará gozar a los fans del género con absoluta seguridad.


MI TÍO (1958), de Jacques Tati. 

Otra de las obras maestras del gran Jacques Tati. Nunca será suficiente para reivindicar a este hombre que, por lo que sea, aparece en un segundo plano tras los grandes maestros del humor sin apenas palabras (Chaplin, Keaton…). No se la pierdan.




MURMULLOS EN LA CIUDAD (1951), de Joseph L. Mankiewicz. 

Cary Grant con Mankiewicz. Uno podría esperar más, pero este drama es notable. Con toques de comedia, para mayor rendimiento del maravilloso actor, tenemos otra aguda reflexión sobre el prejuicio y la presión social. Muy interesante.


NACIDA AYER (1950), de George Cukor. 

Clásico de la comedia clásica. El maestro Cukor en uno de sus géneros predilectos y con un papel femenino excepcional. Judy Holliday ganó el Oscar por su extraordinaria e hilarante encarnación. Es una película encantadora. Tuvo un discreto remake en 1993.


NO SOMOS ÁNGELES (1955), de Michael Curtiz. 

Agradable y entrañable, aunque blanda, comedia navideña que tiene en su trasgresión y perversión de tópicos su principal originalidad. Supone además una nueva alianza entre el director Michael Curtiz y el actor Humphrey Bogart. Original y aunque no resulta genial en casi ningún momento deja una sonrisa satisfecha en el espectador.


OPERACIÓN CICERÓN (1952), de Joseph L. Mankiewicz. 

Magistral guión el de Mankiewicz, entre la intriga y la sutil comedia, repleto de giros e imprevisibilidad, como le gustaba al magnífico autor, uno de los más grandes. Imponente James Mason en el papel protagonista. Sensacional película.


OPERACIÓN PACÍFICO (1959), de Blake Edwards. 

Cary Grant y Tony Curtis en una comedia de Blake Edwards con submarinos en la 2ª Guerra Mundial. Explícita era la admiración que Curtis sentía hacia Grant, por lo que verlos juntos es un auténtico placer en este divertido título.


ORO EN BARRAS (1951), de Charles Crichton. 

Otra encantadora comedia de la Ealing, mezclando una trama intrigante, de robos, con la hilaridad. Protagonizada también por Alec Guiness, nos recordará a “El quinteto de la muerte” (1955). Audrey Hepburn aparece en un pequeño papel, uno de sus primeros trabajos.


PAN, AMOR Y FANTASÍA (1953), de Luigi Comencini. 

Origen de la saga “Pan, amor y…”, es una comedia muy simpática que obtuvo un inmenso éxito, lo que propicio, precisamente, varias secuelas. De Sica en estado de gracia.


PERO… ¿QUIÉN MATÓ A HARRY? (1955), de Alfred Hitchcock. 

En clave de comedia negra, tenemos aquí una intriga hitchcockiana que ciertamente queda lejos de sus grandes títulos. Aún así, es un aceptable entretenimiento.


RUFUFÚ (1958), de Mario Monicelli. 

Excepcional comedia que mezcla neorrealismo, comedia típicamente italiana, capacidad para parodiar películas y géneros de prestigio y el humor latino, para realizar una serie de reflexiones sobre la naturaleza humana y su capacidad de supervivencia francamente notables. Tan buena como lo es “Rififí” en el género negro.




SABRINA (1954), DE Billy Wilder. 

Paradigma de la comedia romántica. Bogart y Hepburn, con Holden mariposeando entre medias. Encanto arrebatado y esencia de cuento de hadas. El improbable amor entre el veterano Bogart y la jovencísima Audrey resulta creíble en manos de Wilder. Raro será que no la hayas visto, pero si es así no sé a qué esperas. Su influencia es bestial.


SONRISAS DE UNA NOCHE DE VERANO (1955), de Ingmar Bergman. 

Otro clásico, en esta ocasión de Bergman. Una comedia donde se desarrollan enredos y conflictos amorosos en ambientes rurales de vaga inspiración shakespeariana. Es otra joya más.


SU OTRA ESPOSA (1957), de Walter Lang. 

La inolvidable e imprescindible pareja Hepburn-Tracy en una encantadora comedia. Poco importa que la pareja las tenga mejores, se disfruta igual.


TÍA Y MAMÁ (1958), de Morton DaCosta. 

Divertida comedia ahora olvidada, pero que obtuvo un gran éxito en su momento. Es ideal para los que busquen títulos interesantes en este género tan difícil. Lo pasarán bien.


UN HÉROE DE NUESTRO TIEMPO (1957), de Mario Monicelli. 

Monicelli era un crack de la comedia. Aquí nos trae un título simpático y sin grandes pretensiones que hace pasar un rato estupendo con sus irregularidades y defectos.


VACACIONES EN ROMA (1953), de William 

Wyler. Exquisita comedia romántica, una de las más célebres de la historia. Casi un cuento de hadas. Entusiasta, alegre, romántica, fascinante, vigorosa y a la vez nostálgica, triste, melancólica… Una obra maestra, paradigma del género, miles de veces imitada, con una pareja que está en la antología. Gregory Peck y Audrey Hepburn, que aquí, uno de sus primeros papeles, se convirtió en estrella eterna.


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