ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película LA CINTA BLANCA (Michael Haneke, 2009): Reseña

domingo, 3 de mayo de 2020

Crítica de la película LA CINTA BLANCA (Michael Haneke, 2009): Reseña


by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)




La cinta blanca es una película alemana multigalardonada que ha de servir de recomendación dirigida a los amantes del cine y la fotografía. Supone una reflexión bastante cruda sobre –al menos es lo que se dice en la práctica totalidad de críticas que he leído hasta la fecha- los orígenes del fuerte arraigo del nazismo en la sociedad germana. La película se inicia con el accidente de un médico que cae de su caballo a la entrada de su casa por culpa de un cable que alguien ha atado de lado a lado a pocos centímetros del suelo. Más tarde, una empleada en una granja cae al interior de un pozo. 





De esta manera, La cinta blanca nos cuenta en más de dos horas que no se hacen en absoluto pesadas cómo afectan estos sucesos en la vida cotidiana de los aldeanos, la comadrona, el maestro –narrador de la historia-, la niñera de los gemelos del Barón, los trabajos en el campo y celebraciones como la fiesta de la cosecha de verano, multitudinaria y alegre en la superficie aunque escondiendo rencores y envidias soterradamente. Es precisamente durante esa celebración cuando Max, el hijo de la difunta mujer que había perdido la vida en la propiedad del Barón, destroza a golpes de guadaña el huerto de coliflores de la baronesa. Horas más tarde desaparece el hijo del Barón y cuando le encuentran alguien le ha dado una buena cantidad de azotes en las nalgas con una vara hasta hacerle sangrar. El Barón está convencido de que lo ocurrido, así como el intento de asesinato del doctor, son hechos relacionados. Sin embargo no tiene ni una sóla pista sobre el particular. Desgraciadamente este no será el último suceso que golpee a la aldea y a sus habitantes pues, pasado el invierno, el hijo deficiente mental de la comadrona será torturado sin piedad. 




La cinta blanca es el retrato de unas gentes y de su vida en una pequeña aldea en la ilusión de que todo cuanto ocurre es un designio de Dios, a quien se debe honrar siguiendo una existencia pulcra, respetuosa y recta, una vida tan gris como la preciosa fotografía en blanco y negro de la película, con padres que atemorizan a sus hijos con la sola presencia. Impagable la escena en la que el pobre Martin, castigado con la cinta blanca del título –ved la película para saber lo que significa ese símbolo- permanece inmóvil ante su severo y autoritario padre cuando este, preocupado por su delgadez y las marcadas ojeras que rodean su mirada llena de terror, le interroga sobre los motivos de su estado físico y le pregunta si la causa de ello es la masturbación, algo que en el pueblo vecino llevó a la muerte –después de llenar su cuerpo de úlceras y hacerle perder la razón- a otro chaval de su edad. 





Total, amiguitos, vidas que en su apariencia son rectas y que en muchos casos de puertas para adentro están corrompidas incluyendo castigos físicos extremos e incluso abusos sexuales. La culpa, el temor al castigo, no solo paterno sino divino, son el leit motiv de la película, la simiente –según el realizador- del comportamiento aborregado que años después tendría buena parte de la población del país.

Ya he dicho al principio que al parecer Haneke ha querido ahondar en el origen de esa especie de pretendida semilla maligna que se extendió por Alemania durante la primera mitad del siglo pasado. Sin embargo, tal teoría tendría dos lecturas, una que liberaría de toda culpa al pueblo alemán en cuanto a permitir la barbarie que sus dirigentes perpetraron siguiéndoles con devoción o mirando para otro lado simplemente porque formaba parte de la educación que la sociedad había recibido tras siglos de doctrina luterana. Por otra parte, podría tomarse tal idea como la demostración de que la mayor parte del pueblo alemán estaba contaminado por una maldad inherente en su personalidad, algo del todo inverosímil a mi entender. Así pues, ignoro realmente cual es la lectura filosófica correcta que debe hacerse de una película que si nos tomamos como tal únicamente y nos dejamos de dobles lecturas -que a veces es lo mejor que se puede hacer para disfrutar realmente del cine- es una obra artística impresionante en el aspecto visual e interpretativo y en el del desarrollo de una historia que no deja de ser inquietante. Recomendada, piltrafillas, y si es en versión original subtitulada como la he visto yo, muchísimo mejor.

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