ZEPPELIN ROCK: HAVOK - V (2020): CRÍTICA review

lunes, 18 de mayo de 2020

HAVOK - V (2020): CRÍTICA review


Por Esteban Martínez (@EMartineC)




Diez años llevan ya los estadounidenses de Havok dándole al thrash como apuesta segura dentro de este mundillo musical, principalmente debido a las ganas que muestran álbum tras álbum innovando dentro de un género que suele entregar señales de bastante hermetismo. Y si bien tanto en Burn (2009) como en Time is up (2011), sus dos primeros discos, la banda fue vértigo y velocidad, también es cierto que en sus estructuras siempre hubo espacio para sonar interesantes, asunto que continuaron corroborando en sus siguientes trabajos, ahí Unnatural selection (2013) me parece el más débil en su carrera pero Conformicide (2017), con ese maravilloso bajo como protagonista sigue sonándome a día de hoy como un álbum contundente en lo técnico y osado en cuanto a intenciones, un disco que fue capaz de dar un salto importante tanto a nivel de ejecución como compositivo dejando la vara muy arriba para este quinto álbum.




Ante tales expectativas, a lo cual se sumaría a la partida del bajista Nick Schendzielos, uno podría haber llegado a temer por el presente de Havok, sin embargo, con el horno aún tibio la banda decidió ponerse en marcha para el que sería su quinto larga duración y enfrentar el desafío con sus mejores armas. Así han hecho y lejos de sucumbir han acabado por entregar un trabajo, este V, que equilibra todos los elementos que tanta identidad han otorgado durante estos años a la banda.

Pero vayamos a la música. Ahí, el cariño por el thrash y el speed metal está presente al punto de que la banda no ha temido rememorar casi literalmente a viejas glorias como Metallica (era ...And justice for all), Megadeth o Exodus, lo cual se expresa en la veloz partida a cargo de 'Post-truth era' + 'Fear campaign' o más adelante en 'Phantom force' + 'Cosmetig surgery', canciones que apuntan directas a la médula sonando ágiles y afiladas, aunque dejando espacio siempre al lucimiento técnico de sus integrantes. Y ahí me quiero detener. A diferencia de lo realizado por Metallica en 1988 (que conocido es que "escondieron" en la mezcla a Jason Newsted), Havok han regalado momentos en varias de sus canciones para que Brandon Bruce luzca en el bajo, con una cuidada producción a cargo de Mark Lewin (colaborador de The black dahlia murder, Cannibal Corpse, Fallujah entre otros) que ha sabido sacarle enorme partido al aspecto instrumental del disco, insisto, con especial cuidado del bajo.




De esta forma, así como el disco cuenta con canciones muy old school, también habrá momentos que conecten con los aspectos técnicos que lucieron con tanta fuerza en Conformicide, ahí lo que logran en la pasada por 'Betrayed by technology' + 'Ritual of the mind' (un hermoso tributo a 'Eye of the beholder' + 'Harvester of sorrow' de, otra vez, Metallica) + 'Interface with the infinite' es absolutamente glorioso, mientras que para la recta final la banda ha dejado los temas más extensos, me refiero a las enormes 'Panpsychism' o 'Don't do it', que con sus vueltas estructurales e incluso aventuras acústicas anticipan quizás los caminos que Havok pueda llegar a seguir de ahora en adelante.

Ejecuciones impecables, cariño por el género, ganas de explorar, diversidad en el sonido, un endemoniado David Sánchez en las vocales y una banda que continúa en estado inspirado enmarcan un álbum fascinante en sus detalles y globales. De los buenos discos de metal que habremos oído en este 2020.

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