por Alberto Iniesta (@Radiorock70)
del blog Discos
El rock and roll es un arte, qué desilusión, y como tal, no ha escapado de las garras de la censura. Muchos pensarán que eso ya es cosa de un pasado lejano, cuyos recuerdos se proyectan sobre un fondo en blanco y negro. Otros la relacionarán directamente con dictaduras apolilladas donde la libertad era un sueño ubicado en las antípodas de la cruda realidad. Como siempre suele suceder en estos casos, ni tan joven ni tan viejo.
La censura ha golpeado a nuestro querido rock and roll a lo largo de toda su historia, desde Jimi Hendrix a los Strokes, y lejos de limitarse a España durante la etapa de la dictadura franquista, parece no conocer fronteras, golpeando de lleno a portadas de discos que hoy adoramos. Lo cierto es que la censura, polígama ella, nunca se ha limitado exclusivamente a las portadas, cebándose también con títulos de canciones en mayor o menor medida explícitos: ahí quedan ejemplos como lo sucedido con esa enorme canción titulada Los Ojos Vendados de Loquillo y Trogloditas, cuya letra bien provista de una alta dosis de realidad fue motivo de censura, agárrense bien fuerte, casi veinte años después de la muerte de Franco. No obstante, en este viaje las protagonistas serán las portadas. Muchas de ellas son historia viva de la industria musical, y todas tienen algo en común. Al lío:
Una de las más famosas de la historia del rock and roll. La edición española, además de suprimir la canción Sister Morphine, no podía permitir que semejante paquete apareciese en la portada, por lo que finalmente seleccionaron la imagen de la derecha. Al cabo de los años se ha convertido en una portada apreciada por coleccionistas, pero la original sigue pesando mucho, ya sea con cremallera o sin ella. Qué voy a decir del disco que no se haya dicho ya…
Habían pasado veinte años desde el escándalo de los Beatles, pero la portada de la izquierda seguía siendo demasiado atrevida y escandalosa para la sociedad americana que, como casi todas, siempre ha tenido sus más y sus menos con todo lo que tenga que ver con sexo. Al final todos nos tenemos que contentar con una edición con la portada de la derecha si no queremos rascarnos el bolsillo.
Blind Faith, una de las mejores cosas que le han pasado al rock en general y a Clapton en particular, tampoco se libró de la censura en la portada de su único LP. Prefiero la de la derecha, pero censurar la portada de la izquierda porque la enferma sociedad pudiera entender que ahí había algo sexual lo dejaba bien claro: Houston, tenemos un problema. Lo importante: no hay que dejar de escuchar este disco.
Los holandeses Golden Earring llevaban ya ocho discos a sus espaldas cuando salió Moontan, el LP que les catapultaría a la fama. Un disco que no se acaba en absoluto con el famoso Radar Love, y cuya preciosa portada no pasó la criba de países como España, cuya primera edición tapaba las partes más explícitas. No obstante, quien se eche las manos a la cabeza con esa edición deberá estar preparado, porque las hay peores, como la horrible reedición americana en la que solo aparecía un pendiente dorado.
La portada del quinto disco de Black Sabbath, con ese 666 bien visible, resultó ser demasiado para una España que vivía los últimos años de dictadura, dando lugar a un destrozo sin piedad del espectacular diseño de Drew Struzan. Tampoco apareció en esa edición el tema Who Are You, cuya letra “In the name of hell: who are you?” resultaba del todo incompatible con la preservación de los sagrados valores católicos, claro, qué se le va a hacer, vuelva usted mañana. Eso sí, esa mencionada primera edición española ahora vale en torno a 70 euros en Discogs.
Ya había caído el muro de Berlín cuando salió este tremendo discazo de los cuervos, pero aunque muchos desarrollaran la habilidad de fabricar coca-cola con el culo al hablar del futuro, en Estados Unidos había cosas que no iban a cambiar tan fácilmente, y su tensa relación con el sexo era una de ellas. Porque claro, era muy peligroso que alguien se enterara de que en la zona del pubis hay pelo. Si os preguntan, yo no os he dicho nada.
La portada original del último discazo absoluto de los Brincos no apareció hasta la reedición en CD de la versión inglesa del disco, en el año 1997. Parece difícil encontrar una explicación lógica al porqué de censurar una portada donde solamente se ven cinco torsos desnudos, pero ya se sabe, hay estudios científicos que demuestran que dos de cada tres hombres que contemplaron esa portada se acostaron heterosexuales y despertaron encamados con su mejor amigo. En fin, estaría bien que ambas ediciones se lanzaran en vinilo con la única portada que debería haber existido de este LP, uno de esos básicos y fundamentales.
Una de las cimas indiscutibles de los Who salió con una portada diferente en la primera edición española. Las cosas como son, muchas veces se hacen auténticos destrozos con las portadas al censurarlas, pero este caso es un rara avis donde la portada española poco o nada tiene que envidiarle a la original que todos conocemos. Tuve en mis manos esta edición y estuve a punto de comprarla, pero cuidado: no incluye ni Love Ain’t For Keeping ni Won’t Get Fooled Again, dos canciones que la censura tuvo a bien no incluir, ya que convertían en anarquista y masón al instante a quien las escuchaba.
Ejemplo recurrente de lo que es un debut incendiario, una de las bandas más amadas y odiadas del rock comenzó a lo grande su trayectoria con este bombazo. Un disco que podrá gustar más o menos, pero es un referente. En este caso, creo que el debate no existe entre la portada original y la censurada, por mucho que el nudo sea un guiño a los imprescindibles Thin Lizzy.
Marty y Doc no habrían podido creerlo si les hubieran dicho que en el año 2001 se censuraban culos en Estados Unidos. Realmente, como dirían los propios Strokes, Hard to Explain. Por si fuera poco, en la primera edición que salió en CD en Estados Unidos no apareció New York City Cops por aquello de “they ain’t too smart”. La versión oficial nos dice que la propia banda decidió quitarla al ver la “valiente respuesta” policial durante los atentados del 11-S. En fin, un disco al que tengo mucho cariño.
Ocupen su localidad: de izquierda a derecha, la portada que al parecer quiso Hendrix para el disco, con niños en lugar de modelos; la famosa portada con las modelos desnudas que tanto quebradero de cabeza ha causado; y por último, la portada que ha terminado siendo la más común del fabuloso doble LP. En fin, toda una historia detrás de uno de esos discos que siempre apetece volver a escuchar.
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