ZEPPELIN ROCK: Andrés Calamaro - Bohemio (2013): Crítica del disco (reseña) y reflexión sobre su trayectoria discográfica

miércoles, 9 de octubre de 2013

Andrés Calamaro - Bohemio (2013): Crítica del disco (reseña) y reflexión sobre su trayectoria discográfica




¿Dónde estaba metido, maestro? - Andrés Calamaro...Una travesía en el tiempo y la memoria


por Addison de Witt (@Addisondewitt70)



Los años, esos cabrones que no perdonan ni a ricos ni a pobres, ni a buenos ni a malos, ni a justos ni a desleales...esos, los que cuando aparecen se empeñan, caiga quien caiga, en recordarte lo que has sido y lo que eres después de ser lo que fuiste, que se empeñan en hacerte mirar a aquello de lo que un día estabas seguro y que con el paso del tiempo has ido obviando, has ido entregando a ese otro cabrón que es el olvido, más concentrado en otras premisas menos sinceras pero más onerosas, más tranquilizadoras para esa conciencia conservadora que poco a poco va expulsando, billete de mil duros en ristre, a todos y cada uno de los sueños que antaño alimentaron tu alma, daban sentido a tu madurar, daban luz a las horas nocturnas de oscuro esperar a que sucediese algo...


También a veces te hacen un bien incalculable, los años digo. Hacen bien cuando te hacen volver a vivir, aunque sea en febriles momentos de exaltación sentimental, momentos que pensabas que nunca volverían y que en cambio, vuelven, de forma indirecta, pagando el peaje del recuerdo, probablemente deformado este por su prima la memoria, pero reviviendo algo que en su momento fue hermoso, curativo para el espíritu, sanador para el alma, algo que siempre merece la pena revivir, aunque sea de forma mas fría y distante.

El otro día el tiempo tuvo el detalle de hacerme el favor de transportarme a unos años que ahora recuerdo felices, que algo me dice que no lo fueron tanto, pero los recuerdo felices, intensos, años en los que los huesos eran fuertes para soportar el peso del mundo sobre las lumbares, los músculos, duro cuero (como el de las txupas que escupen nuestra disfrazada actitud rockera), cuero que se enfrenta desnudo y valeroso, invencible a las tormentas sin achicarse, resistiendo de pie, dando cobertura al cuerpo para aguantar los achaques del temporal, con la mirada altiva. La sangre, mas que gasolina de 98 era keroseno, inflamable a la visión esteticoerótica, inflamable ante la contemplación de una justicia violada, de una idea lapidada, de una amistad sufriente, de una mujer alejándose tras los últimos quejidos de dolor, tras los últimos escupitajos de rencor, las últimas salivadas manchadas de sangrientos y pútridos reproches...esa sangre joven, que si mucho arde, mucho se consume...



Y según se consume, se va sustituyendo, pero ese queroseno inflamable que multiplicaba en su explosiva pira los grados centígrados del corazón, se ve reemplazado por gasóleo, más ligero, más dosificador de consumo energético, pero también más beligerante con las exaltaciones vitales, más ergonómico con las reacciones emocionales, más especulador con las reflexiones hasta entonces irreflexivas...

Y en esas estamos, viviendo bajo un manto de reflexión, reflexión ante todo, ante cualquier cosa que consideremos amenazante, ante cualquier sombra que nos haga temer por un robo a nuestro patrimonio, nuestro patrimonio económico, nuestro patrimonio intelectual, nuestro patrimonio...¡Qué coño, nuestras reservas de seguridad, de falsa, sucia y manipulada seguridad!

Aquellos años en los que el futuro era esperanza y no una amenaza, en los que el amor era disfrutar de la persona amada y no un resistir ante la presión de las fuerzas encontradas del día a día, intentando que cada jornada sea un triunfo de tranquilidad, respeto y comprensión, ya no hace falta la pasión ni el veneno...

Aquellos años que venían envueltos en su banda sonora...viejos temas que algunos siguen instalados en tu corazón y tus tímpanos, otros en cambio los escuchas un día en uno de los muchos blogs que mis geniales compañeros dirigen y te quedas mirando a la pantalla pensando...-¡Joder!... cuántos años sin escuchar este tema, cómo eramos entonces, cuántos sueños, cuántos anhelos, y hoy...

El tiempo y uno de esos blogs me retrajeron a los mediados noventa, en esos años de los que os hablo, cuando la sangre empezaba a escasear y mi economía cada vez más boyante y también más miserable, más especulativa, empezaba a meter en la bomba de mi corazón Diesel, más barato, más reflexivo...

En resumen, el mencionado blog hablaba de la vuelta de Calamaro... ¡Cómo amaba a Calamaro en aquellos tiempos! Cuántas veces me emocioné con alguno de los temas escondidos en los discos de Rodríguez, no con los grandes éxitos, con temas menos conocidos pero más sangrantes, más intensos, más concentrados, porque la música de Andrés está concentrada, tiene todo el zumo dentro de la peladura, áspera, ruda, fría, insípida, pero de fácil vencer, y allí, en la pulpa nos encontramos el néctar, el jarabe concentrado de mil desordenadas y mezcladas emociones, el elixir de una pasión sucia, contaminada pero sincera, allí, tras la arrugada piel se encuentra la esencia de la grandeza del entonces más grande songwritter del mundo, de mi idolatrado Andrés Calamaro.



Sus primeros discos en solitario eran sorprendentes, sublimes, personales, valientes, desafiantes, rellenos de suciedad sónica, de violencia intelectual, de erosión sentimental, de plañidera actitud remembrante, llenos de rock, de blues, de Dylan, de Gardel... de duende.

Pero llegó el siglo XXI, el efecto 2000, el boom inmobiliario, los treintaintantos, el coche nuevo y la segunda residencia...llegó la traición, la traición a todo...una traición indefensa, nunca malintencionada, una traición que llegó como un forastero, curioso por la vetusta belleza de un pueblo diminuto y que sin saber cómo se queda, para siempre, como invitado de lujo, paseando su poder por la plaza del pueblo con su última chaqueta de corte, comprada, eso sí, en las rebajas, en la capital...Y ese eres tú, el que pasea por la plaza del pueblo pensando que se encuentra en los jardines con que soñaba, asido del brazo de ese curioso forastero y no de aquella Peggy Sue que nos haría no pasar una noche sin hacer carburar al corazón y a los sentidos a golpe de sincopado y ardoroso sexo, con esa chaqueta de corte, azul marino, como marcan los cánones, que en plenas rebajas arrebataste a un ciudadano mas débil, física y económicamente, esa chaqueta y no aquella chupa, negra, arrugada, portadora de mil moratones resultantes de otros tantos tropezones con esquinas de desenfreno, de codos de sudorosos colegas viviendo rock en un pub oscuro y humeante a las tantas de la noche cuando la visión nítida empieza a ser molesta.

Ese eres tú, alguien que realmente no conoces, alguien a quien el destino quiso distinto y que en cambio el futuro ve como una víctima propiciatoria, ese eres tú, alguien que no se emociona con los temas noventeros de Calamaro hace años, demasiados años.

Cierto que sospecho que Calamaro también ha pasado su travesía por el desierto durante este principio de siglo, sus discos han ido perdiendo su jugo, su néctar, su zumo, su jarabe...frutos secos, con una piel más lustrosa pero un corazón mas insípido, sin agua, sin dulzor...Supongo que en su caso, el Diesel también ha ido reemplazando al queroseno...




Pero estamos en 2013, y muchas cosas, en parte por la crisis que nos ha devuelto parte de la realidad de nuestro ser, muchas cosas digo, vuelven a tener sentido, hacía años que no lo tenían, pero ahora decimos ¿por qué no?, si lo creía entonces por qué ahora no, y empiezas a escribir en un blog, y te vas un fin de semana a un pueblo clavado en la tierra vieja y harta de ver de Castilla, con un montón de gente a la que no conoces pero que sientes dentro, y descubres que el ser humano, cuando es libre, es maravilloso, y sientes que, a pesar de la crisis, vuelves a adquirir queroseno, más caro, pero con más rendimiento en lo importante, el espíritu, la verdad de ti mismo, allí es donde arde este combustible, donde crea su energía.

Y con el 2013 llega el nuevo disco de Andrés Calamaro y te das cuenta de que a Andrelo le ha debido ocurrir algo parecido a lo que te ha ocurrido a ti, pues descubres otra vez que la piel de las composiciones vuelve a ser dura, fría y áspera, pero una vez vencida su escurridiza pero tenue resistencia, dentro vuelven los dulces efluvios del sabor concentrado, de las emociones, hoy más ordenadas, del caos, ahora más relajado, de la verdad, del rock, del blues, de Dylan, de Gardel...del duende, ¿Dónde estaba metido, maestro?...¿Dónde estabas metido, Jorge?.

El último disco de Andrés Calamaro es una colección de canciones sinceras, reales y personales, osadas y con la sombra de aquel Calamaro que era capaz de concentrar en una frase la belleza de toda una existencia en dos notas sueltas y convulsas, en una estrofa toda la desesperada bilis de realidad y sufrimiento en cinco palabras escogidas con crueldad y mimo.

Bohemio, que así se titula esta vuelta al sendero, nos trae al Calamaro de los noventa, o al menos, a parte de él, y escuchándole me da la sensación de que yo también recupero algo, solo algo, de lo que fui en los noventa.

Dad una oportunidad a los años, que también saben hacer bien y no os perdáis el último de Andrés Calamaro.

Volved a intentarlo... Saludos a todos.

©Addison de Witt











2 comentarios:

  1. Muy buen disco del amigo Calamaro, sensible, amable, delicado y por supuesto gran critica.

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  2. A mí no me gustó, de hecho, me decepcioné. "Dentro de una canción" fue la que más me llegó, pero en el resto no encontré nada nuevo ni que me sorprendiera. Sentí que intentaba repetir fórmulas exitosas en el pasado. Sentí sus años también. Igual mis respetos para Andrelo, por siempre, por todo lo que (me) dio en el pasado, en otros discos.

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