ZEPPELIN ROCK: Warlock - Triumph and Agony (1987): Crítica review

sábado, 26 de enero de 2019

Warlock - Triumph and Agony (1987): Crítica review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia





Ya sabréis que no hay otra dama del metal como Doro Pesch. Su voz puede subir tan alto como la de cualquier hombre, pero mantiene la suficiente dulzura como para engancharnos con elegantes baladas. Más aún, esa imagen de rubia maliciosa que sabe explotar llena de fuerza y sexualidad el escenario.





Warlock había editado tres álbumes entre 1984 y 1986 (Burning the witches, Hellbound True as steel) en una línea de heavy metal muy influenciado por Accept. De manera progresiva, introdujeron más elementos melódicos y perdieron algo de fuerza, buscando, quizá, aumentar sus ventas y su popularidad. Pero la cosa no acababa de funcionar.

Doro decidió romper la baraja y se mudó a Nueva York. Contrató a nuevos músicos y montó un proyecto a medias con Joey Balin, quien compuso y produjo el siguiente Triumph and agony. El sonido había evolucionado hasta un heavy rock más accesible en el que se mezclan momentos muy melódicos y guitarras hard con otros más afilados con tremendas baterías y explosivos riffs. Y, sobre todo, un trabajo vocal extraordinario.




El comienzo con All we are no puede ser más clarificador del nuevo sonido: entrada a capella, batería golpeando tras el coro, guitarras melódicas y Doro toma el poder con su sencilla letra. Estructura muy simple y directa. Un pelotazo destinado a que cualquiera con un poco de oreja se enamore del tema. Sencillo solo cañero. La propia banda produjo el vídeo.

Guitarras rápidas para Three minutes warning. En poco más de dos minutos toda la rabia de Doro se nos echa encima con una línea melódica dura sobre una batería fantástica. Especial atención al bajo, menuda línea se marca Tommy Henriksen.

I rule the ruins se mete de lleno en el hard rock con unas fantásticas líneas de guitarra a cargo de Niko Avanitis y Tommy Bolan. Melodioso puente-estribillo. Especial de nuevo el trabajo de bajo y los teclados de fondo. Muy bien producido y arreglado. Uno de mis favoritos: there’s a tattooed symbol underneath my sleeve / An iron glove over a hand of steel.




Los lobos aúllan y una lenta entrada nos presenta a la reina que sacrifica sus sueños rotos por el beso de la muerte. Kiss of death abre de manera tranquila, con unos teclados y una guitarra de fondo. Luego acelera hasta el estribillo que, rabioso, te pone en pie . La canción crece hasta un final épico (by the love of the moon I am the kiss of death).

La balada Make time for love da un poco de aire. Bien arreglada, con un piano en primer plano y la batería de Michael Eurich muy currada. Las guitarras, muy limpias, se dedican a adornar la voz. Solo acústico. Doro enamorada.

Si a estas alturas no alucinas con Warlock, prepárate para East meet west. Doro y sus secuaces vuelven a dar caña, en un contexto hard, con una intro de guitarra sencilla (esa risita). Melodiosa, compacta. Doro hace uno de los mejores trabajos vocales subiendo y bajando de tono: agudos dignos del mejor Halford. De nuevo, las guitarras remarcando en el pegajoso estribillo la letra.





Touch of evil comienza con los teclados en plan intriga para después desgarrar el aire con Doro en plan poseída por el mal (a touch of evil in my mind). ¡Vaya forma de gritar! Poderosa sin par. De nuevo la producción fabulosa, sabe sacar el jugo al conjunto y lleva la canción hasta el éxtasis final.

La siguiente mantiene un ritmo de tango… ¡más o menos! Metal tango gana la partida con unas armonías fantásticas y un increíble trabajo de guitarras. La mezcla fabulosa destacando la línea principal de teclados y voz. Aquí en una versión en directo de unos años después.




Para cerrar dos temas bien distintos. Cold, cold world vuelve al lado heavy del álbum con una batería tremenda y otro fabuloso trabajo de Henriksen. Doro campa a sus anchas entre agudos, gritos y aspavientos. Y el final con Für Immer (para siempre), de mojar pan. Tremenda balada cantada en alemán con partes en inglés (deep inside my heart) y español. A pesar de ceder todo el protagonismo al teclado y a la voz, las líneas de guitarras son estupendas y el solo muy acertado. Final glorioso para un álbum glorioso.

El trabajo viene adornado con una portada de Geoffrey Gillespie.

Este álbum de Doro representa una mezcla perfecta entre los sonidos ochenteros del hard americano y el heavy alemán. ¡Y la rubia apenas tenía 25 años! Inmortal seas, Doro.

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