ZEPPELIN ROCK: Mercyful Fate - Don’t Break The Oath (1984): Crítica review

sábado, 12 de enero de 2019

Mercyful Fate - Don’t Break The Oath (1984): Crítica review


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia




Se publicó este segundo disco de Mercyful Fate en el mes de septiembre de 1984, después de un frenético trabajo de grabación en los Easy Sound Studios de Copenhague (Dinamarca). Producido por Herik Lund, consigue empaquetar la magia negra y macabra de las letras de King Diamond y su imposiblemente aguda voz en falseto con unas composiciones jevis, de tintes black metal, con cambios de ritmo y arreglos melódicos cercanos al progresivo, excelentes líneas de guitarra a cargo de Hank Sherman y Michael Denner y una base rítmica rápida y sólida, tanto el bajista Timi Hansen (tremendo) como el batería Kim Ruzz.





Un buen solo de inicio da paso a A dangerous meeting, un tema con varios cambios de ritmo y un solo de Denner genial; King nos cuenta cómo invocar al maligno y nos advierte a no jugar con los poderes del Infierno y posee uno de los mejores estribillos. En la siguiente, Nightmare, Kim Ruzz hace un gran trabajo, rápido y seguro, manteniendo los cambios de los personajes que interpreta Diamond, con juegos constantes de voz, hasta un final ciertamente aterrador. Y si por algo se caracteriza este álbum es por las terribles letras de Diamond. En Desecration of souls unos profanadores de tumbas hacen de las suyas: intercambio fabuloso de solos entre los dos guitarristas y el mejor desarrollo de Hansen, con la voz de King más grave del álbum.




Polémica a parte con las letras, la música siempre ha sido la protagonista en la obra de Mercyful Fate, más allá del puro teatro. Night of the unborn nos da otro ejemplo de virtuosismo por parte de los cuatro instrumentistas, están perfectos: melódicos, rápidos, vivaces en los cambios, pero sobre todo la parte instrumental del final, con la química de Michael y Hank expuesta con gusto. Resulta curioso el toque casi comercial (y operístico a la vez) del estribillo. The oath resulta sorprendente de nuevo por esa ejecución técnica, lo ajustado de los arreglos y los cambios y la conjugación entre voz y música, como en un diálogo constante en el que no sabes si King va a llegar más alto que las guitarras.




Aunque Gipsy resulta algo más floja, que no mala, Welcome princess of Hell devuelve al brutal advenimiento de los servidores del Mal, a su princesa deseada, con una interpretación sentida, muy teatralizada, de Diamond, con diferentes voces que se intercalan; los músicos, más comedidos, van de menos a más, y esperan a la siguiente pareja, la instrumental To one far away y Come to the sabbath para regalarnos otro de los mejores momentos del disco, un cierre perfecto que mantiene la temática satánica y la pirotecnia musical (ciertas influencias de Judas Priest me parecen muy claras en esta composición).




En definitiva, este disco está en el epicentro del metal, entendido como quieras: heavy, black, gothic, doom, da igual. Marcó un punto en la historia de la música extrema, tanto por la calidad de sus composiciones, su interpretación, sus letras y el producto final. King Diamond, con su maquillaje, su puesta en escena, su micrófono de huesos, se convirtió en el irreverente del metal, el más maligno. Un icono de acero hirviente.


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