ZEPPELIN ROCK: TANGERINE FLAVOUR - Empty Fantasies (2023): CRÍTICA Review

martes, 4 de abril de 2023

TANGERINE FLAVOUR - Empty Fantasies (2023): CRÍTICA Review

por Alberto Iniesta (@Radiorock70)
del blog Discos






“Así rezamos en Tangerine Flavour”. Estamos en la sala El Sol y acaba de sonar "God", uno de los himnos que componen este Empty Fantasies. Pablo Martín, Alejandro Vizcaíno, Fernando Lima y Mike Fletcher hace tiempo que lo comprendieron y lo vienen defendiendo con brutal honestidad: lo que de verdad importa son las canciones. En su honor nos congregamos como fieles un frío miércoles en una de las salas esenciales de la capital, ellas son las que interpretan de lujo un papel protagonista en el último libro de Bob Dylan, y también por ellas toca hoy hablar del Empty Fantasies, nuevo LP de Tangerine Flavour que ve la luz a través de MusicHunters Records.



¿Sigue teniendo sentido eso de sacar discos en 2023? Pero si nadie los escucha, y además ya no se venden. ¿Y cuál es la respuesta correcta? Efectivamente, una vez más, en el viento en las canciones. Discos como el Empty Fantasies te reconectan con la fe en la música porque “sólo” tiene canciones. Es como ver esas manos levantadas en una clase de primaria cuando preguntas por los Beatles: sientes que todavía hay esperanza en la humanidad.

Con este disco no harán falta las etiquetas, a pesar de que los críticos musicales continúen manteniendo una tensión sexual no resuelta con ellas. Gestado antes, durante y después de la pandemia y grabado mano a mano con Josu García, Toni Brunet y Mark Janipka, con este LP los Tangerine Flavour abrazan un eclecticismo gozoso en el que caben incluso temas con aroma a Bach, como ese "What Are You Doing" que cuece a fuego lento sobre unas teclas mágicas. "Roses" abre el álbum avanzando un firme paso más en aquella brillante dirección en la que ya apuntaban canciones como "No Kisser Girl", del anterior "No Hard Feelings". La propia "God", que mencionaba antes, juguetea con un tempo aparentemente tranquilo hasta que pega un acelerón que te lo firma el propio Fernando Alonso, para rematar un tema que bien merece sonar pronto a 33 revoluciones por minuto. ¿Cómo? ¿Alguien dijo 33? 

Sin tiempo de amar ni de morir llega "After The Long Night", y lo hace acompañada de un riff que surfea las teclas con una frescura contagiosa, desembocando en un estribillo que bien podría llevar la firma de dos tipos que siempre se hacían acompañar de un casco de robot. "Promised Land", con un mensaje materno incluido (las madres siempre tienen razón), pide a gritos un western para poder brillar todavía más. Hablando de brillar, el homenaje al legendario Moloko llega con unos vientos de eternidad que le hacen justicia al templo del que hablamos, en parte gracias a otro gran ejercicio vocal del grupo. ¡Grandes Rocío y Sabi! "Ten Dollars" lleva con nosotros un tiempo, cobrando vida en los conciertos y mejorando con cada escucha. El riff es puro rock and roll, y te transporta de inmediato a cualquier noche madrileña. Tal y como ellos mismos la presentan antes de tocarla, esta canción habla de lo bien que lo pasamos por la noche. Al bajo y voces, y qué voces: ¡Fernando Lima! A la batería, descendiente no reconocido de Levon Helm: ¡Mike Fletcher! A las seis cuerdas y voces, bordando los solos: ¡Blind Alejandro Willie McTell Vizcaíno! Y a las seis cuerdas, armónica y voces, el Clapton de Moratalaz: ¡Pablo Martín Slowhand!

Eso fue todo, amigos. Los Tangerine están ahora envueltos en una gira de presentación del disco, cuyas próximas fechas dejamos por aquí abajo por si hay alguien en la sala amante de la música o de los grupos que todavía la tratan bien. Go Tangerine!

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