

Es un doble directo y, por lo tanto, una gozada siempre... con su portada abierta, bien cuidada, y cuatro caras de ruido para entretenerse. En 1981 Rush editó el directo Exit... stage left y se lanzó de lleno a las cajas de ritmo, los sintetizadores, los filtros, los efectos y ¡vaya! eran los ochenta y había que estar a la moda electrónica. Por cierto, os lo expliqué en mi blog en este enlace. Sin embargo, Rush se lo tomó no como una cosa de mercado, sino como un modo de extender su formación musical y su genialidad, dedicados a componer, arreglar y grabar las mejores canciones posibles, muy por encima de grupos que, sin más conocimiento que el del productor de turno, se dejaban arreglar y producir las canciones. Ellos se lo guisaban, se lo comían, se lo recogían. Tras cuatro discos en estudio (a saber: Signals, Grace under pressure, Power windows y Hold your fire) deciden entregar otro directo. En este caso, casi un recopilatorio "en vivo" más que un directo al uso, pues recogen canciones (casi todas) de estos cuatro álbumes y de las giras de los dos últimos, aunque bien es cierto que la mayoría de los cortes provienen del concierto de Birmingham en 1988.

Sin ser un disco que me vuele la cabeza, lo pincho de vez en cuando. Primero, porque la banda está, como es habitual en ellos, perfecta. Quizá retocaran en estudio mucho o poco, lo desconozco, aunque ellos siempre defendieron que sus directos eran tomas perfectas de sus actuaciones en distintos recintos. Geddy Lee canta mejor que nunca, además de encargarse del bajo y compartir los sintetizadores con Alex Lifeson, guitarrista (el que peor salió parado de estos años tan techno). Y escuchar a Neil Peart aporrear su batería simplemente es impresionante; de hecho, él se marca el solo del álbum con su propio corte y todo.
Como curiosidad, este disco significó la ruptura definitiva de la banda con su compañía tras quince años de relación. Por los formatos de edición, por los contenidos, por la producción. Rush se cansó de PolyGram y se marchó.
En resumen, un álbum perfecto para tener lo mejor de aquellos años ochenta de Rush y un directo que refleja cómo se desarrolló el rock comercial antes de la aparición del hair metal y las bandas que llenaron los estadios a partir de 1987.
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