
Lo dicho, amiguitos, que cogiendo esta estupenda historia como punto de partida, George Clooney se dispuso a rodar -con un reparto de actores de reconocida solvencia protagonizando la producción; amiguetes, vamos- una película que tenía muchos puntos para convertirse en todo un blockbuster. Y la verdad es que no sé cómo funcionaría The monuments men en los Estados Unidos o el resto del mundo, pero en mi opinión se quedó en una peliculilla simpática y ligeramente entretenida. Y es que a los ojos de un lego en la materia como el que os comenta, un vulgar amante del cine sin demasiados conocimientos técnicos sobre el particular –como ya os habréis dado cuenta, sin duda, los que seguís mis reseñas-, el argumento es fascinante, la película está bien rodada, ambientación y fotografía son excelentes y las interpretaciones creíbles. Entonces, ¿qué falla? Pues que falta energía, ritmo... fuerza. Llega un momento en el que aburre. La historia está ahí, los personajes también, pero parece que Clooney no sabe qué hacer con todo ello antes de poner el FIN, un fin que –por otra parte- resulta tendencioso, maniqueo y levemente antisoviético. En resumen, recomendable, amena, un divertimento más que aceptable, pero que ni se acerca a lo que –al menos yo- esperaba de Clooney & friends.




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