La banda que acompañó al jefe fue la clásica The E Street Band, con Clarence Clemos al saxo, Danny Fedrici al órgano, Roy Bittan al piano, Garry Tallent al bajo, Max Weinberg a la batería y Steve Van Zandt a la guitarra. En los controles, junto a Springsteen y Jon Landau, Charles Plotkin y un tal Jimmy Iovine, que se haría famoso produciendo discazos para Tom Petty.
Del contenido poco voy a aportaros. Springsteen se muestra más desnudo y visceral que nunca y pasa del optimismo moderado (Badlands, The promise land) a la desesperación (Something in the night, Darkness on the edge of town), con un poco de juego sexual en Candy's room y referencias a su padre (Adam raised a Cain o Factory). Mezcla de su tendencia más roquera con ese sentido piano que, en ocasiones acompañado de una armónica, sabe meterse en nuestros sentimientos más básicos. Eso es lo que siempre he adorado de este disco (y de otros de Springsteen): la sencillez aparente de sus historias, la simplicidad y desnudez de sus personajes, lo elemental de las emociones, pero lo profundo del sentimiento que despierta.
Darkness on the edge of town sirvió para consolidar a Bruce y su banda como las estrellas que comenzaban a ser, no tanto por ventas, que fueron buenas pero un tanto discretas, como por críticas, además de mostrar la máquina musical que eran en el escenario.





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