ZEPPELIN ROCK: Segundo día en Vielha (la tarde II) - Unas cuantas fotografías: 19 de julio de 2014

domingo, 3 de agosto de 2014

Segundo día en Vielha (la tarde II) - Unas cuantas fotografías: 19 de julio de 2014


Decíamos ayer que nuestro segundo día por Vielha y el valle de Arán dio para varios paseos, y por no mezclar tiempos, visitas y recorridos, es decir, churras con merinas, pues decidí dividir ese día tan completito, ameno y variopinto en tres entradas que os mantuviesen entretenidos a los que, como yo, amáis la montaña y la playa, las mujeres y rock and roll, la cultura y la naturaleza, el buen vino y la cerveza, el románico y este monumento natural que es el valle de Arán en el que, menos playa, uno podrá encontrar el resto de los manjares señalados si se lo propone. Bueno, eso y una ternera de lujo.


En fin, descansados tras una pequeña siesta reponedora, la familia al completo reiniciamos otro breve recorrido por otros pueblos de la zona y elegimos para poner el huevo Betren, Garòs, Unha y Bagergue, que nos quedaban muy a mano la verdad sea dicha. Se quedaron algunos lugares en la mochila, pero lo hicimos a propósito para tener una excusa y volver de nuevo a Vielha y su maravilloso entorno. En fin, de este viajecillo ligero y vespertino os dejaré una pequeña muestra. Me cuesta seleccionar imágenes, pero seguro que agradeceréis que no os ponga algunas que podréis encontrar en cualquier libro sobre románico, etc. A la mañana siguiente nos dirigimos a Boí, pero esto, evidentemente, es harina de otro costal de la que también os dejaré reseña. Salud.

Betren

Entramos a Betren por la puerta falsa, se conoce, y en cuanto vimos una alta torre allá que nos lanzamos con el coche. No era esta la románica. Preguntamos a un señor muy simpático que nos explicó que eso no era la iglesia, sino el cementerio. Bueno, posiblemente tuviese esa función, pero desde luego ese lugar había sido iglesia de todas todas. En fin, le preguntamos que dónde estaba la iglesia románica del pueblo, pero él dijo no entender de esas cosas. Se le veía un hombre práctico, alejado del camelo cultural con que nos hemos empeñado envolver la tranquila vida de los hombre, parecía querernos decir, o no. Salimos a la carretera con el coche y entramos al pueblo de nuevo por el culo, por otra entrada que había más adelante. Y allí estaba, rutilante, coquetona, esperándonos espléndida la iglesia que buscábamos. El arco de entrada está plagado de esas maravillosas pequeñas y irreverentes esculturas del románico que ya sabéis que me encandilan y por las que siento verdadera atracción. Soy así.















Garòs

Entramos a Garòs estimulados por una necrópolis "romana" que según cierto folleto al uso podía visitarse, así que encaramos la ruta hacia este pueblo. Dimos mil y una vueltas y no dábamos con ella. Las calles estaban deshabitadas, hasta que un escuadrón de boys scouts llenaron la plaza escandalosamente. Los monitores, que no tenían ni idea de lo de la dichosa necrópolis, no se hacían con ellos y ante lo imposible pasaron de la alteración comedida al más absoluto estoicismo. Es difícil domeñar a esa pléyade de pequeños infantes abandonados por sus padres, que andarían bajo una sombrilla, en esa forma extravagantemente eufemística de pasatiempo llamado campamentos. En fin, dimos con ese cementerio buscado que resultó ser nada en absoluto, pues estaba tapado. Pero como no hay mal que por bien no venga, dimos con una auténtico ejército de babosas que encandiló a los niños. Por decenas las había y alguna de ellas creo que terminó bajo las suelas de nuestros zapatos. Por cierto, las lápidas haciendo las veces de asientos y esa señal de prohibido (que, porque soy así, pero de ser otro me la hubiese saltado sin ver el peligro) llamaron mi pueril atención.

















Unha

Como de pasada, y ya que estábamos disparando la cámara a diestro y siniestro y trayéndonos el tesoro de algunas fotos con encanto.








Bagergue

Había varios estímulos que nos hicieron dirigir nuestros pasos hacia Bagergue: uno era el románico de su iglesia de San Félix, el otro visitar, si se podía, el que luego comprobamos fenomenal museo etnológico que particularmente cuidan y atienden su dueños. Había que pagar entrada, pero no nos importó (jajaja). La dueña, en ausencia del marido, nos explicó lo que sabía de cada una de las herramientas y demás que habían ido coleccionando durante toda una vida. Y dejó claro recalcándolo con pertinaz ahínco que venían de casa fuerte, de familia con muchas tierras y quizá solo les faltaba un título nobiliario para redondear la faena. No obstante, fue amable, contándonos también pequeñas anécdotas de infancia. Como estos museos particulares cabe de todo como en cajón de sastre, ya podéis imaginar la marabunta de cosas arracimadas por suelo, paredes y techos, todo ello expuesto, eso sí, con cierto criterio temático y tal. Podría añadir muchos más detalles de esta extraña visita, pero prefiero que disfrutéis (es un decir) con algunas fotos que por Bagergue hicimos. Tras esto, e ir huyendo por las callejuelas del pueblo de algunos perros sueltos que parecían esperarnos para devorarnos volvimos al hogar.









Y al final volvimos a parar en Artiés. En fin, habrá más y mejor, no lo dudéis.





ÁCS

Entradas anteriores de la serie:

Peñíscola
Primer día en Vielha: Artiés y Salardú
Segundo día en Vielha: Los Uhels deth Jóeu, Es Bòrdes, Bausen, Les y Bossòst
Segundo día en Vielha: Vielha





8 comentarios:

  1. Lo mejor, el Pollo Loco jajaja Vete a la Val d'Aran para eso jajaja

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    1. La verdad es que no entramos ahí, canalla, que te lo crees to, jajajaja.

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    2. Para tu información, y sé que esto no te va a gustar nada, jajaja, esa noche teníamos reservado restaurante con estrella Michelín, y creo que se la merecía sobradamente, ejem.

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    3. Al final me harás contar toda la verdad del viaje, jajaja.

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