ZEPPELIN ROCK: Crítica de "A propósito de Llewyn Davis" (Hermanos Coen, 2013)

domingo, 17 de agosto de 2014

Crítica de "A propósito de Llewyn Davis" (Hermanos Coen, 2013)


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Llewyn Davis es un personaje puramente coeniano, un perdedor desastrado, torpe hasta el infinito, un hombre que no encaja en la sociedad, que va al día, un pariente cercano de El Nota de El gran Leboswki que se mezcla con Barton Fink y su ego artístico.



Llewyn Davis es un ser de presente, puro presente, que se evade del pasado y jamás hace planes de futuro más allá de los necesarios e imprescindibles para pasar otro día. Otro personaje de los hermanos Coen que es zarandeado por el azar y el destino sin posible oposición por su parte.

Llewyn Davis vagabundea con su guitarra a cuestas sin sitio fijo donde dormir ni futuro en la vida intentando hacerse un hueco en el mundo de la música Folk. Pequeñas actuaciones, pequeños trabajos, la bondad de sus amigos y de los desconocidos que le dan cobijo, son su rutina vital. Un desastre en la vida sin éxito en el arte…



A propósito de Llewyn Davis parece guiñar a buena parte de la filmografía de los hermanos Coen, desde los paralelismos con El gran Lebowski y Barton Fink en la personalidad de Llewyn; pasando por O Brother y su vinculación con la Odisea homérica; el antagonismo con Arizona baby, donde los protagonistas deseaban un niño hasta el punto de robarlo mientras Llewyn descubre que tiene uno del que no se responsabiliza; llegando a Fargo y los contrapuestos compañeros de viaje de Llewyn hasta Chicago, uno charlatán y otro callado.

La última obra de los Coen es una de las más depuradas a nivel estilístico. Planos estáticos, sobriedad, planos y contraplanos estrictos, encuadres muy precisos y medidos, pocos movimientos de cámara, travellings ocasionales... La frontalidad también está muy presente, es un rasgo muy característico del estilo visual de los Coen. Por supuesto no faltará el imprescindible y sutil humor de los Coen, sobre todo en los diálogos, aquí muy matizado y sumido en una nostalgia y resignación acorde con el tono del conjunto.




Como muchas de las cintas de los Coen, A propósito de Llewyn Davis es muy alegórica. Un viaje que simula una Odisea homérica íntima, cotidiana y minimalista, un gato que casi es un guía en ese infierno circular en el que vive Llewyn, un frustrado mecanismo de madurez, un gato que es un nuevo guiño a la Odisea, ya que se llama Ulises…

Del mismo modo veremos a Llewyn en metros, especialmente, autobuses o en coches, en tránsito continuamente, en un eterno presente que se repite de forma circular, sin posibilidad de planear un futuro que parece negársele y alejándose de un pasado que parece llamarle.

La película tiene estructura circular, para ser exactos, una cadena de círculos dentro de un gran círculo, como si de un vinilo de música Folk se tratara. Un personaje que no para de dar vueltas en su infierno personal condenado a repetirlo. Un Sísifo cantante de Folk, en otra alegoría sublime que sumar al conjunto.
Llewyn es un hombre que no puede huir de su derrota, de sus fracasos.




El viaje en coche hacia Chicago de Llewyn junto al drogadicto charlatán que interpreta John Goodman es como la inmersión en un limbo neblinoso y lluvioso.

La música de A propósito de Llewyn Davis es una auténtica maravilla, una banda sonora extraordinaria y atractiva, de una autenticidad y belleza fuera de toda duda y que hace un matrimonio perfecto con la fotografía lechosa, neblinosa, nostálgica, melancólica, íntima, casi onírica, con que nos deleita Bruno Delbonnel. El mimo, el detalle, la delicadez con la que los Coen ruedan las actuaciones, como si de un público ensimismado se tratara, con planos muy sostenidos, hipnotiza y fascina a partes iguales. Oscar Isaac hace una encarnación excepcional, con mención especial a estas actuaciones musicales. Lo mismo podemos de decir de la canción que nos dedica Carey Mulligan, que ya demostró su talento musical en Shame con un inolvidable “New York, New York”. Es simpática y paródica la presencia de Justin Timberlake como amable y cariñoso cantante Folk amigo de Isaac y pareja de Mulligan.

Además, las canciones que van salpicando la narración están íntimamente ligadas a los personajes, sus sentimientos o su situación en ese momento, es decir, tienen función plenamente narrativa. De los mejores momentos de la película.

Hay escenas muy conseguidas, desde las conversaciones entre Isaac y Mulligan hasta el encuentro del protagonista con su padre y la comunicación que se produce entre ellos por medio de la música.

Aunque muy atmosférica peca de cierta morosidad en muchos momentos. Le falta chispa y garra, sumida en exceso en el tono melancólico del que se quiere dotar a la cinta, y queda bastante lejos de las grandes obras de los hermanos, sin que esto signifique que estamos ante una película floja, en absoluto, es muy estimable.

©Jorge García

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