ZEPPELIN ROCK: ¿Por qué el poder teme tanto decir la verdad? (Y un poco de cine y literatura) - por Fabián Castillo

domingo, 20 de enero de 2013

¿Por qué el poder teme tanto decir la verdad? (Y un poco de cine y literatura) - por Fabián Castillo



"La verdad os hará libres" (Juan 8:32) "Hombre soy; nada humano me es ajeno" (Terencio).

por Fabián Castillo Molina

En Cortina rasgada (Alfred Hitchcock, 1966) en una secuencia memorable en la que el protagonista intentando escapar de sus perseguidores, dentro de un cine, con el patio de butacas abarrotado, en plena proyección de un film, grita “¡fuego!”, inmediatamente se produce una situación de pánico originado por el deseo urgente de librarse del peligro que representa para todos esa palabra, en ese momento y lugar. Sin embargo, los espectadores que estamos viendo la película de Hitchock sabemos que se trata de una argucia del personaje para escapar. Este proceder es una representación clara del egoísmo humano: Sálveme yo y allá las consecuencias para los otros.


George Orwell, con 1984, obra escrita en 1948, creó una de las novelas que mejor resiste el paso del tiempo. El autor negaba haber tenido la pretensión de hacer una novela futurista, adivinadora del porvenir, pero sesenta y cuatro años después, una gran parte de la población occidental reconoce la obra, o al menos ha oído hablar de ella o utiliza palabras o expresiones que el escritor acuñó dentro de su neolenguaje. "Los ojos que le siguen a uno adondequiera que esté" "El gran hermano te vigila" "la tele pantalla" y numerosas expresiones recorren toda la obra y dan una idea del mensaje que Orwell estaba lanzando dentro de su libro. En cierto modo se trataba de un desesperado mensaje dentro de una botella. Según declaraciones propias, su objetivo con 1984 era avisar del peligro que se cernía sobre la humanidad si no reaccionaba y hacía frente al control progresivo del Estado sobre los ciudadanos, que paulatinamente iba avanzando y podría llegar a la asfixia total del individuo y a la eliminación del bien más preciado, la libertad.



En lo que va de siglo XXI, estamos viviendo la primera gran crisis global (aunque muy mal repartida) y circula por internet lo que llaman "Los 11 principios de propaganda de Goebbels". Si éstos se enseñaran en la universidad, y como contraste "La declaración universal de los derechos humanos" y se recordaran de vez en cuando por TV, como se ponen los partidos de fútbol o se repiten las películas más mediocres, ¿Qué ocurriría? Veamos como muestra tres de esos principios del líder del fascismo:


* Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.

* Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: «Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad».

* Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.



La muestra deja claro el análisis de la sociedad alemana de los años 30 y 40, y en general el concepto que tenía el líder nazi sobre la sociedad que les había votado. nazismo sobre la sociedad que les votaba.

Según declaraciones de Orwell, su objetivo con mil novecientos ochenta y cuatro era avisar del peligro que se cernía sobre la humanidad si no reaccionaba y hacía frente al control progresivo del estado sobre los ciudadanos, que paulatinamente iba avanzando y que podría llegar a la asfixia total del individuo y a la eliminación del bien más preciado, la libertad.

En dos mil doce, tantos años después de la aparición de la novela que estamos comentando, vemos un sin fin de ejemplos que muestran hasta dónde estamos controlados: El ojo que todo lo ve está presente en carreteras, aeropuertos, ministerios, centros comerciales, centros públicos en calles y plazas de grandes y medianas ciudades. Grabaciones secretas de momentos íntimos que son expuestas luego públicamente. Control económico a través de nuestro IRPF, el historial clínico mediante nuestro número de identificación de la tarjeta sanitaria está en los ordenadores de la SS, estadísticas o encuestas mensuales sobre la población activa (EPA) o cifras de paro, inscritos en las oficinas del (INEM). El correo electrónico a través de la red así como las conversaciones telefónicas pueden ser pinchados (y lo son cuando le conviene al poder) y todo ello aliñado con una continua modificación del lenguaje usado por personajes públicos y medios de formación de masas, enmascarando la cruda realidad.



Se utilizan eufemismos de manera sistemática y cambiante. Si prestamos atención al lenguaje de políticos, financieros y empresarios de alto nivel, veremos de qué manera se van enmascarando las realidades con palabras que las ocultan. Así, podemos ver cómo al impuesto que quieren poner en Cataluña para recaudar por las recetas lo han bautizado como ticket moderador sanitario". A los recortes salariales y otros se les llama reformas. Al conocido canon digital se le llama subvención directa. Lo que durante tantos años fue crimen pasional o crimen a secas, aunque se cometiera en familia, se le bautizó como violencia de género y, ahora, la ministra del ramo lo llama "violencia en el seno familiar". Para evitar decir que entrábamos en crisis los que mejor debían saberlo dijeron que se trataba de "Desaceleración". El reciente ministro de justicia, en públicas declaraciones, rehuyendo decir cadena perpetua habló de la "prisión permanente revisable". Ya rara vez se cita capitalismo, ahora se habla de "mercados".

Como resumen, podemos añadir: prestemos atención a las palabras y mensajes de los que detentan el poder. Miremos bien detrás de las palabras y no permanezcamos ajenos e inhibidos a lo que está pasando. Todos podemos hacer algo.

[Este texto es el publicado en la REVISTA DE CREACIÓN E INFORMACIÓN del Centro de Educación de adultos de Leganés "ROSALÍA DE CASTRO" en Abril de 2012]

©Fabián Castillo Molina

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