ZEPPELIN ROCK: Mal carácter - Relato: por María Sergia Martín

sábado, 26 de enero de 2013

Mal carácter - Relato: por María Sergia Martín



María Sergia Martín (Towanda para todos) es una eterna amiga de confidencias e intercambios literarios cuya cibernética amistad ya dura más de un año sin interrupciones (sí, compartimos amistad y a Z). Leernos el uno al otro y comentarnos nos ha mantenido unidos todo este tiempo. Gran relatista y microrrelatista, a fuerza de empujones (son suaves empujoncitos en su caso) está consiguiendo hacerse un hueco entre la pléyade de blogueros literatos que pugnan por ganarse un puesto en el Olimpo de la Internet. Sus publicaciones las puedes seguir (y es consejo de amigo, creedme) en Mi modo de ver la vida, su blog, claro. Acaba de publicar en Letralia un relato estupendo titulado "Pacto de silencio" cuya lectura os recomiendo (ahí encontraréis a la mejor Towanda). Por cierto, no se te olvide pasarte por 20Minutos para votar por su blog, que encabeza la categoría por la que se presenta. Suerte a Towanda, y gracias -ahora sí- por este relato titulado "Mal carácter", que nos ha regalado para nuestro blog. Un honor tenerla por aquí. Leedlo hasta el final, no seáis ingratos.


Mal carácter

por Towanda
Tan solo un par de meses de relación le habían bastado para dominar su mal carácter.

Atrás quedaron sus "salidas de tono", sus enfermizos celos y los años de terapias en centros exclusivos y carísimos de auto-control. Se podría decir que la que antaño fuera una chica difícil era ahora una mansa y enamorada corderita...

Aquel hombre había hecho posible el milagro y, de su mano, estaba siendo capaz de experimentar sensaciones tan fuertes y placenteras como jamás sintió con nadie.

Durante el día, era el ser más atento y cariñoso que nadie podría imaginar. Siempre pendiente de un detalle, una sonrisa, unas palabras al oído, llamadas y mensajes de amor, una flor, un regalo sin venir a cuento por nada especial... Incluso versos le hizo con su nombre, según él, el más bello para la única mujer que existía en el mundo desde el preciso instante en que la conoció...

Y, al anochecer, se transformaba en un maestro en el arte de amar... Arte que ejecutaba con exquisita delicadeza.

Las noches tenían su olimpo en el deseo, y estaban consagradas por entero a la pasión. Vendavales de sexo furioso, arropado de la mayor ternura, con los amantes entregados como rehenes, sin contemplaciones, en cuerpo y alma…

Sucesiones de besos y caricias y más besos y más caricias, que se multiplicaban por momentos... Un entorno perfecto envuelto en susurros tan dulces, o tan obscenos, que la chica malota se sentía estallar de placer con el solo hecho de barruntar la proximidad de los carnosos labios del hombre a sus oídos.

Le amaba y deseaba por encima de todas las cosas que recordaba y, algo que nunca le había sucedido en los últimos tiempos, confiaba en él ciegamente. ¡Por fin tenía suerte en el amor! Y este perfecto caballero no le iba a fallar...

Aquella noche ella quiso ser la anfitriona sexual; la dominatriz. Con un maestro tan versado, había aprendido mucho en muy poco tiempo. Ahora era capaz de recrear todo aquello que, a ambos, les gustaba e incluso inventar para probar nuevos sabores. Ningún detalle había sido descuidado para su maratoniana sesión de sexo. Lencería muy chic, luces en penumbra, velas de sándalo, sábanas de satén, música, unas copitas, unos juguetitos... Comenzó el ritual cubriéndole el cuerpo desnudo de cálidos besos…Dibujando con la lengua cada surco del cuerpo de su amado y profiriéndole palabras de amor y deseo...

-Sigue mi amor, me encanta. Te deseo, te adoro, ¡mi niña!... Bésame más… Belén… Oh!... amor… Belén... Hmmm... Hasta tu nombre me vuelve loco...

Ella, que parece haber salido del trance amatorio, se gira sobre su cuerpo y, mientras le besa profundamente, casi con desesperación, coge con ambas manos algo de la mesilla de noche… Un despertador de alabastro que, con todas sus fuerzas, le estampa en la cabeza…
-¡¡¡Me llamo Raquel!!... ¡Maldita sea!. Argggggg... mi nombre es RA-QUEL....

©María Sergia Martín González

2 comentarios:

  1. Hola Ángel.

    Bueno, me he quedado a cuadros con esta peazo entrada. ¿Qué decir? Sin palabras estoy porque es una delicia de cuento el que nos traes hoy.

    Echo en falta una musiquita de fondo apropiada para la situación, aunque con imaginación se puede suplir. Recuerdo aquel "Je t'aime moi non plus" que me ponía, en su época, los pelillos de punta...

    Vaya foto, es la releche, ¿no le dará vergüenza mostrarse así ante los demás? Veo que no, y me alegro por esa persona.

    En serio ya, te doy formalmente las gracias y espero que no te me conviertas en un estirado y me des la espalda, bloggeramente hablando, y que podamos seguir compartiendo risas por aquí.


    Un abrazo muy grande.

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  2. Risas y textos y lo que haga falta, Tow, intercambio de flujos y palabras son las que hacen falta para mantener esto con vida. Ya sabes que me encanta todo lo que escribes y si detrás de todo esto se esconde una gran persona, como lo eres tú, pues mira, miel sobre hojuelas. Una abrazo y besotes fuertes.

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