ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA de la película LAS CALLES DE BANGKOK (Jean Rollin, 1984): Reseña

viernes, 9 de junio de 2023

CRÍTICA de la película LAS CALLES DE BANGKOK (Jean Rollin, 1984): Reseña

by King Piltrafilla (@KingPiltrafilla)



Les trottoirs de Bangkok (Las calles de Bangkok en versión española) es una cinta de Jean Rollin –esa especie de Jesús Franco galo- de mediados de los 80 en la que el realizador se alejó del vampirismo, habitual leitmotiv de sus películas, aunque no abandonó del todo el erotismo. La historia que nos cuenta esta Les trottoirs de Bangkok comienza con un agente de los servicios secretos franceses llamado Rick cayendo abatido en los suburbios de Bangkok. Un colega suyo se lo encuentra y recupera una bobina. Sin embargo, la cinta –en la que aparecen las calles de la ciudad y una misteriosa chica- son solo filmaciones de Rick en su tapadera como turista. Su verdadera misión era llevar a París una cubeta con una muestra de una arma bacteriológica que está desarrollando una organización criminal establecida en Tailandia. La única pista es la joven asiática que aparece en la película de Rick, por lo que la agencia decide enviar a Bangkok a un agente con la misión de encontrarla. Sin embargo, un par de bellas asesinas a las órdenes de Rita –la líder de una banda formada por mujeres que pretende extorsionar al Gobierno- consiguen también la cinta robándola del mismísimo piso franco de los espías. Ahora, unos y otros, irán tras la pista de la chica con el fin de hacerse con el arma bacteriológica.





Piltrafillas, en Les trottoirs de Bangkok las interpretaciones son de pena, las peleas son lentas, forzadas y sin un ápice de credibilidad, a los muertos se les ve respirar o mover los párpados –uno incluso se muere antes de que le disparen-, la música es mala de narices, el guion es patético y las imágenes de relleno de las calles de Bangkok tienen una granuralidad baja que no se corresponde con la del resto de la película porque –en realidad- esta se rodó en Francia en su totalidad. Sin embargo, la historia no deja de ser distraída siempre y cuando uno se la tome como lo que es, un comic folletinesco salpicado de erotismo –tenemos bailarinas exóticas desnudas, peleas de mujeres en el barro y masajes tailandeses- para disfrutar con unos gintónics y un bol de cacahuetes. Total, amiguitos, una nueva muestra de genuino euro trash, de ese que tanto nos gusta a algunos. Aún y así, de Rollin me quedo con sus cintas de vampiras.

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