ZEPPELIN ROCK: CRÍTICA del disco de SPIRITUAL BEGGARS "Sunrise to Sundown" (2016)

sábado, 15 de mayo de 2021

CRÍTICA del disco de SPIRITUAL BEGGARS "Sunrise to Sundown" (2016)

 


por Rockología (@RockologiaTwit)
del blog Rockologia

A ver, ¿os imagináis por un momento un disco compuesto por Tony Iommi (Black Sabbath) y David Coverdale (Whitesnake)? Con Jon Lord (Deep Purple) y Ken Hensley (Uriah Heep) en los teclados, Geezer Butler (Black Sabbath) en las cuatro cuerdas y Dave Holland (Judas Priest) a la batería. Pues, sin mucho exagerar, esto es lo que da de sí este Sunrise to Sundown de Spiritual Beggars, noveno largo, que arremete con todas estas texturas y alguna sorpresa para construir un espectáculo propio: una producción impactante que mama de lo mejor de los setenta y los ochenta sin ser un mero copia pega.

Michael Amott es el principal artífice de este disco, por su labor compositiva y por sus excelentes guitarras. A su lado Per Wiberg maneja los teclados (acústicos y electrónicos) y colabora en la composición. La pareja rítmica la forman Ludwig Witt a la batería y Sharlee D’Angelo al bajo. Remata el versátil voceras Apollo Papathanasio, siempre correcto, muchas veces supremo.

La mayoría de las canciones viven en un Universo de hard con lametones de heavy setentero. What doesn’t kill you viene acelerada (Witt aplasta el doble bombo), Apollo se arrima a Halford y la canción fluye veloz con un puente y un estribillo soberbios. En Hard road escuchamos un ejercicio de clasicismo con un groove bestial coronado por un estribillo pensado para los directos, igual que Still hunter: se meterá en tu oreja de inmediato, con esa línea sencilla, el arreglo de teclado muy bien pensado y un solo digno de Blackmore. Guitarras duras  de primera también en Dark light child (quizá las mejores) y You’ve been fooled (gran trabajo rítmico).



El aroma Purple-Rainbow se cuela con respeto y un punto de personalidad. En Diamond under pressure se basan en una línea de teclado y un ritmo que recuerda a My woman from Tokyo; tema soberbio con Apollo cantando cual Gillan jovenzuelo. También en la final Southern star podemos recrearnos en ese ritmo lento y largo con buenos cambios. Como si lo hubieran compuesto para el mismo Ronnie James Dio, No man’s land juega con la ambientación grandilocuente de guitarras armonizadas con el teclado.

Y no puede faltar el revuelco stoner en un disco de Spiritual Beggars, que si bien se cuela por varias canciones, se muestra más evidente en Lonely freedom, de lo mejor del álbum, perfecto en medio del Sabbath Bloody Sabbath. Pareja con I turn to stone, con capas de guitarras viviendo sobre un teclado operístico.

No creo que haya muchos discos del estilo que rindan tanto homenaje a leyendas del rock pero sepan encontrar su propio hueco artístico, tanto en el sonido final como en la misma composición y en el arreglo de cada canción. Me pueden estos tipos. Del amanecer al anochecer y viceversa.

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