ZEPPELIN ROCK: Lou Reed - Berlin (1973): Review. Crítica del disco

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Lou Reed - Berlin (1973): Review. Crítica del disco



La Belleza del Horror


por Addison de Witt (@Addisondewitt70)

Ninguna voz divina la tormenta aplacaba,
ninguna luz propicia brillaba entre las olas
y cuando toda ayuda eficaz nos faltaba
perecíamos a solas.
Pero yo bajo aguas aún más iracundas
y sumergido en simas más profundas…





Estos versos del británico William Cowper siempre me han producido una especie de presión de angustia y desesperación en el corazón...un sentimiento de oscuridad y recreo en el sufrimiento propio, como la autocontemplación de una desesperanzada pérdida de ganas de seguir, una vez perdido, o creído haber perdido todo.


En cambio también he creído descubrir una sombra de belleza entre tanto dolor como el que irradia el poema, como si en la autodestrucción hubiese una suerte de romántica beldad, una sutil y escondida evocación de hermosura. La belleza del horror.

Y algo así es lo que mi interior detecta en cada escucha de Berlin, una belleza que intenta filtrar parte de su verdad entre el cargado y nebuloso ambiente de las calles tóxicas e infectadas por las que desfilan los enfermizos personajes que Lou Reed nos presenta en esta cruda y mortecina historia de dolor y perdición...La belleza del horror.

Berlin es, como sin duda todos sabéis, un disco conceptual en el cual el de Conney Island nos arrastra, prendidas sus garras de nuestros sangrantes corazones, por las tortuosas vivencias de dos seres, habitantes de un submundo contaminado por la degradación humana más febril y dolorosa, por medio de su angustiosa historia nos vemos envueltos, “gracias” a la decadente textura de la música de Reed, en sobrecogedores pasajes sónicos que derraman violencia, sadismo existencial, adicciones y también, amor.

Se trata de la historia de amor entre una prostituta alemana llamada Caroline y un norteamericano yonqui de nombre: Jim.

Estos nos abandonan en su zigzagueante devenir vital en decadentes ambientes, pútridos cabarets y húmedas aceras en las que las bacterias propiciadoras del dolor se mezclan con las portadoras del horror para trepar hasta las almas de los que han perdido la esperanza y con ella las defensas contra tan crueles virus.



Y para conseguirlo Lou se traslada a Londres y allí deja fluir todo su veneno underground, su poesía maldita y entregada a la desesperación en diez temas de tenues melodías donde se confunden los sonidos jazzisticos con la música cabaretera más sucia y barata, los ritmos rockeros de enfermizo pálpito con las sonoridades orquestales de musical de años treinta, y todo cobijado en un manto de sobrecogedor pesimismo y decadente existencialismo.

Se rodea de músicos de excepción que logran recoger todas y cada una de las enfermas sensaciones que invaden el alma de cada corte, a cual mas oscuro, y más bello, más profundo y más agorero, para crear un disco absolutamente imperecedero, donde el horror es el protagonista, el horror humano, pero con esa luz lejana y divina, como la que buscaba Cowper en su poema, de belleza, un disco que se resume en la mencionada frase: La Belleza del Horror.

Jack Bruce al bajo, Steve Winwood a los teclados o Aynsler Dumbar a la batería son algunos de los nombres de excepción que ponen su talento indiscutible al servicio de las tétricas y bellas melodías que el neoyorkino recoge de su alma maldita para plasmarlas, bajo la excepcional y realista, cual film de Murnau, producción de Bob Ezrin.




Todo es perfecto, todo esta en sintonía con la desesperación reinante en la existencia de Caroline y Jim...desde la emocionante presentación de la prostituta en la fina “Lady Day” y del yonki en la álgida “Man of Good Fortune”, hasta las patéticas y estremecedoras “Caroline Says II” o la terrorífica y escalofriante “The Kids”, de subyugante final con desgarrador llanto de un bebé que pone el corazón en un puño del más acerado oyente.

Poderosas instrumentaciones musicaleras en “How Do You Think It Feels” y “Oh Jim”. Sin olvidar la escalofriante “The Bend”, evocando el suicidio de la protagonista y el deslumbrante y brillante final de la soberbia “Sad Song”, la cual da fin a esta desesperada semblanza al amor, al amor al amor extremo y tóxico y al desprecio, al desprecio a la vida, retrato oscuro y derrotista a la no creencia en la posibilidad de redención, a la renuncia a la búsqueda de la esperanza, y de fondo, la belleza, la belleza que se encuentra en el interior del hombre, por muy negra que sea su existencia y por muy doloroso que sea su sentir, la belleza que sin embargo no logra salvar a Caroline y Jim.

Sirva el comentario emocionante de esta obra maestra total y absoluta para rendir homenaje al gran Lou Reed, mis amigos y colegas de la blogosfera han dicho tanto, y tan atinado sobre el poeta de la oscuridad que ya no me queda nada más que añadir.



©Addison de Witt

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