ZEPPELIN ROCK: Vargas Blues Band - Heavy City Blues (2013): Crítica del disco. Review

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Vargas Blues Band - Heavy City Blues (2013): Crítica del disco. Review


por Addison de Witt (@Addisondewitt70)






Si la música tuviese peso, pero peso del pesado, del expresado en kilogramos o gramos o toneladas, peso real, del que se mide atendiendo a la fuerza con la que la tierra atrae al objeto contenedor de las mencionadas medidas métricas hacia sí, en tal caso, el último disco de Don Javier Vargas haría un auténtico estropicio contra la piel del planeta si lo expusieramos a esta atracción llamada gravedad.

Y no quiero decir con esto que otros discos del genial guitarrista madrileño fueran livianos precisamente, pero este Heavy City Blues se lleva la palma en cuanto a continente energético expresado en kilos; ¡qué coño kilos!, en frondosas toneladas métricas.





Y es que el título ya deja entrever lo que nos espera, la palabra heavy, que en ocasiones tiene una triste incidencia en las mentalidades actuales, considerado algo así como un movimiento que con los años ha terminado volviendo contra sí aquella actitud musical y conceptual que pretendía y conseguía expresar en sus años de mayor apogeo, resulta ahora una suerte de pose freaky y desfasada, incluso ocasionalmente infantil, injusta visión, pero que recupera en cambio aquí, toda su primigenia energía vital, y es que hay que remontarse en años para escuchar unas guitarras heavys tan limpias, virtuosas, bluseras y elegantes como las que nos encontramos en los cortes más pesados de este último disco de la Vargas Blues Band.

Cierto que cuando se cuenta con una base rítmica que es un cóctel a base de nitroglicerina y dinamita, todo ello en coctelera de plata, y nos lo sirven además agitado, no batido, la cosa es más facil, o cuando menos más pesada, más dulcemente gravital. Y es que -repartan los ingredientes a su libre albedrío-, los que hacen latir el corazón de los nuevos temas de Vargas son los incuestionables Carmine Appice a la batería y Luis Mayo al bajo, así cualquiera.



Las voces se las reparten dos vocalistas de excepción, Bobby Alexander las pone en seis cortes y Paul Shortino pone su sugerente instrumento en tres.

También hay hueco para lucimiento de otras imprescindibles herramientas del rock, armónica, de auténtico ensueño en la demoledora “Rock’n Roll Circus”, en la que parece que los más ásperos Deep Puple vienen a visitarnos desde el pasado, eso sí, con Glenn Hughes a la cabeza.

El hammond, genialmente pilotado por JT Garrete es brillante actor de reparto en otro de los destacados cortes, el setentero y clásico “Hush Don’t Cry”, disfrutable, con una enloquecida guitarra que a las órdenes de Javier vuela por los cables del ampli…

“Don’t Step Over Me”, es mi tema blues del disco, como amante del género este corte de incendiaria y maldecida armónica y delirante vocalidad hará las delicias de los más apegados a música del Delta.

El adictivo Jimmy (Hendrix claro), se asoma a la ácida y tremenda “Bankers Blues”, tema con protagonismo especial de la guitarra en el desempeño de todo tipo de recurso.

Blues-rock del que camina bajo el sol, recorriendo la melodía una guitarra que habla sola dejando impronta de la belleza que puede alcanzar el sonido de este sagrado instrumento cuando a golpe de pálpito bluesero grita su verdad, hablamos de “Searching for Love”, uno de los mejores temas del disco que sin duda disfrutará el siempre joven Paul Kossoff allí donde se encuentre. Enérgica y sombreada de una letanía psicodélica y más digerible en el estribillo, la nerviosa “Rolling in Trance” nos vuelve a acercar a Hendrix. también “Sin City”, con su riff de clásico Hard-Rock y su pesada, (otra vez los kilos) vocalidad es un tema que encierra cualidades disfrutables y de gran peso específico.

Genialmente revisitado el clásico de 1976 “Love Hurts”, que en su tiempo hicieron fugazmente estrellas de Nazareth, y que aquí La Vargas dulcifica sin que por ello pierda ni un ápice de su intención, el momento mas tranki del disco, y de menos atracción terrestre también.

Destacables los dos cortes instrumentales con la excelsa aportación, nada sorprendente por otra parte, de Javier Vargas a la guitarra, mimándola como viene haciendo en los más de veinte discos que nutren su discografía, el resto de la banda haciéndole una cobertura colosal, nada nuevo señores, en especial “Back to my Roots” es francamente deliciosa.




Y como los últimos serán los primeros, acabamos este recorrido por la farragosa senda que es este disco con el principio, “Shake Baby Shake”, un hard-rock de feliz melodía que deja claro desde su primer acorde que lo que espera es un muestreo de hard-rock setentero, en el que los más apegados al Crossroad echamos un poco de menos algo más del sonido de Robert Johnson o Muddy pero que sin duda una vez sumergidos en el disco no nos pasará desapercibida la clase, estilo y elegancia que atesora, adjetivos de común aplicación a las sucesivas obras con las que Javier Vargas nos ha venido acariciando el nervio musical durante ya muchos años, y que esta vez más heavy que blusero, nos recuerda que sigue aquí y dando guerra y creando música, como han hecho recientemente también Johnny de Burning o Javier Teixidor, que hacen feliz e incuestionable verdad de aquella máxima convertida en canción por otro gigante, Miguel Ríos, y que rezaba “Los Viejos Rockeros Nunca Mueren”, Amén.











©Addison de Witt

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