ZEPPELIN ROCK: Black Sabbath (1970): Portada del disco

martes, 28 de febrero de 2012

Black Sabbath (1970): Portada del disco


[Como habréis podido comprobar, voy a dedicar un tiempo a entradas de las llamadas revisited, más que nada para tenerlas en este archivo personal que al fin y al cabo es el blog de cada uno]. Publicadas las primeras entradas sobre ese primer disco homónimo de Black Sabbath: El nombre del disco (o del grupo) y Gira de 1970 con los conciertos completo del teatro Olimpia de París, paso a hablar de su interesante y atractivísima portada.



La portada del primer disco de Black Sabbath sigue siendo para mí una de las más impactantes y sugestivas de las publicadas hasta ahora en el mundo e historia del disco. Es, de hecho, con la que me quedo (y conste que algunas de los BS me parecen horribles), no solo porque fue el primer disco que me puse en mi estantería si no recuerdo mal (en una reedición de 1984 hecha por Discos Victoria, sino porque exhala un misterio, un tetricismo único, debido a mi entender a una sabia combinación de la imagen (a la que se le han dado unos tonos otoñales muy llamativos y que por sí sola hubiese sido ya atractiva) con la figura siniestra, extraña, incorporada.

 Ya sé que sobre esta portada se ha dicho casi todo, pero no me importa recordarlo para esta miniserie que emprendimos con las dos entradas recordadas arriba. Se reproduce en ella un gran caserón al borde de un río o pequeño lago, todo orlado por una vegetación de otoño al atardecer, de hojas y hierba seca de tonos anaranjados y grisáceos con retoques azulones y verdosos artificiales y matices violetas. No es un dibujo, sino una fotografía retocada en las tonalidades, del fotógrafo Marcus Keef, quien realizara muchas de las más sugerentes portadas de discos editados en los años 70. El edificio es un molino que aún se levanta poderosamente a orillas del Támesis, en el pueblo de Mapledurham (Berkshire-Inglaterra). Al parecer, tiene su origen en la baja Edad Media y aún sigue en funcionamiento su maquinaria para disfrute de visitantes, que podrán adquirir un saquito de harina, asistir a una sesión de molienda y ser guiados por las distintas estancias de la aceña.


Acuarela de Lesley Olver

Fotografía de 1888 

En cuanto a la mujer misteriosa, de pelo largo liso, vestido negro con capa (presumible mortaja), tonalidad amanzanada y mortecina en rostro y manos, manos que parecen sujetar a un gato negro cuyo perfil aparece difuso, poco se sabe. Su mirada es profunda, una profundidad a la que coadyuvan esas sombras que circundan sus ojos, y su rostro parece esbozar una sonrisa misteriosa e hipnótica al modo de la Gioconda (quizá algunos se espanten tras leer esto). Su silueta se recorta en el atardecer y a la orilla del lago, estática (a veces he llegado a pensar que se trata de una imagen superpuesta, recortada y pegada). No sabemos de dónde viene ni adónde va (desde luego no viene de trabajar del molino, eso lo sabemos). Un cuervo, quizá otra de sus mascotas, mira la escena desde un tronco en apariencia seco. Ya dije en una las entradas anteriores que la apariencia de este rostro parece estar tomado del modelo del cartel de la peli de Mario Bava de donde el grupo tomó el nombre. Nada o poco se sabe de la identidad de la chica que, debidamente maquillada, sirvió para escenificar la diabólica foto, si es que no es el mismo Ozzy quien se esconda tras esos cosméticos draculianos. El mismo Bill Ward (batería del grupo) se encarga de acrecentar la leyenda diciendo que esa mujer no estaba allí cuando la foto se realizó. Forma parte de la estética del grupo: crear leyendas y un halo de misterio a su alrededor para el consumo pueril de espíritus adolescentes. En cualquier caso, la estampa de esa carátula imposible y mágica sigue siendo mi preferida.


Ángel Carrasco Sotos (ACS)

1 comentario:

  1. Fue una modelo inglesa, que ese mismo año es atropellada. ¿Casualidad?

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