ZEPPELIN ROCK: THE MISSION - Carved in Sand (1990): CRÍTICA Review

jueves, 2 de mayo de 2024

THE MISSION - Carved in Sand (1990): CRÍTICA Review

 

por Dani Matute (@dmatuteb)



Este que hoy, os presento, The Mission, es un grupo inglés que siempre verás encuadrado en el apartado de Rock Gótico. Fueron fundados en Leeds en el 86 por el vocalista y guitarrista Wayne Hussey y el bajista Craig Adams, que salieron de los Sisters of Mercy. En principio, iban a llamarse The Sisterhood, pero tuvieron que desecharlo por la similitud entre ambos nombres y porque el club de fans de los Sisters of Mercy eran conocidos, precisamente, como The sisterhood. Para rizar aún más el rizo, en USA son conocidos como The Mission UK para diferenciarlos de un grupo de rythmn & blues de Filadelfia. Reclutaron al batería Mick Brown y al guitarrista Simon Hinkler. Su primer disco, editado en 1986, se tituló God’s Own Medicine. Un disco con muy buenas críticas, con varios singles importantes y que, efectivamente, se podría catalogar como un trabajo de Rock gótico. Sin embargo, pronto quisieron no encasillarse y en su segundo álbum, publicado en 1988, giraron más hacia el hard rock. Y para ello, contrataron como productor de Children al exbajista de los Led Zeppelin, John Paul Jones. Un gran álbum que llegó al número 2 en las listas británicas. Como curiosidad, en una serie de seis conciertos en el London Astoria tuvieron la colaboración en el escenario del propio John Paul Jones y de Robert Plant.




Y así de rápido hemos llegado a este Carved In Sand, de enero de 1990, producido por Tim Palmer, que acababa de producir el disco de la aventura de David Bowie con Tin Machine. Tras este trabajo con The Mission se embarcó en uno de los proyectos de más calidad en su carrera: mezclar el maravilloso Ten de los Pearl Jam. Luego se convirtió en productor de cabecera de mis adorados Tears for Fears, además de colaborar con artistas como Ozzy Osbourne, U2, Robert Plant, The Cure, Ben Harper…Grabaron material de sobra para, a finales de ese mismo 90 sacar un disco titulado Grains of Sand. Definitivamente, la dupla de los discos de arena fue su culmen artístico. Tras estos discos, Simon Hinkler, que junto con Hussey llevaba la voz cantante en las composiciones, decide dejar la banda e internarse en una institución mental. A partir de ahí, gota a gota se fueron marchando los componentes originales del grupo hasta llegar al año 96 que marcó la separación final. Aunque, como todos sabemos, en el mundo de la música eso de las desintegraciones totales de los grupos no son para siempre y, como muchos otros, tras un par de rupturas y reuniones again, The Mission siguen en activo, a punto de sacar nuevo disco y gira este 2021. Y, además, con tres de los cuatro integrantes originales. Solo el batería Mick Brown ha sido reemplazado por Mike Kelly.

Y hasta aquí lo que todos podemos leer en Wikipedia. Resumido para que conozcáis a la banda. Para explicarle a alguien cómo suenan estos The Mission, no tengo más remedio que acudir siempre a la comparación con los The Cult. Tanto musicalmente como estéticamente. Cada uno con su estilo propio, es cierto, pero ambos haciendo equilibrios en el mismo alambre.


 

La portada del disco es muy bonita, todo hay que decirlo, te atrapa desde el lado visual: una garza blanca fotografiada por Philippa Scott y el resto de trabajo fotográfico a cargo de Kate Garner. Abre el larga duración “Amelia”, corta y al pie, donde Hussey demuestra hasta dónde puede desgarrarse su voz apoyado con guitarras acústicas y eléctricas que dan forma a un gran tema que, posiblemente, vaya de abusos parentales e incestuosos.

“Into the blue”, con las reminiscencias The Cult más claras, más melódico que el primer corte.

Llegamos al tema que hizo que me comprase este disco y que me tuvo obsesionado durante algún tiempo. Ya sabéis, esa canción que os hace levantaros una y otra vez para levantar el brazo del tocata y hacer retroceder la aguja de nuevo lo más cerca posible del inicio del corte. “Butterfly on a Wheel” es un tema hipnótico sobre cómo el amor rompe y cura las alas y que la flor aplastada bajo la nieve se levantará de nuevo en primavera. Durante la canción, hay que fijarse en las voces quejumbrosas de Hussey pero con un trasfondo de esperanza y la grandiosidad arrolladora de la música, evocando soles giratorios y estaciones cambiantes, para llegar a la resurrección de la vida. Espectacular, para mí, cuando el ritmo se intensifica y las guitarras reclaman su protagonismo.


 

Sigue “Sea of love”, con esas reminiscencias beatlemaníacas que nos trae a la mente cualquier canción con sitar, en este caso tocado con maestría por el músico indio Baluji, para redondear este intento de rock psicodélico.

Sin corte intermedio llegamos al cierre de la cara A con “Deliverance”, de nuevo recordando a los The Cult. Muy rockera en la que piden la liberación con su rollo místico-céltico-religioso en el que The Mission sabían moverse como nadie y perfecta para corearla en concierto.


Tras una más que meritoria primera parte, pasamos a la cara B. Un poco más ecléctica y menos redonda la verdad. Abre con una filosófica balada, “Grapes of wrath”, muy ambiental y etérea gracias a los teclados de Guy Chambers.

Seguimos con “Belief”, canción que sobrepasa los siete minutos en los que los músicos quisieron mostrar todo su arsenal. Al más puro estilo Simple Minds, pero endurecido y lanzando frases lapidarias (“Disfrázate de Jesucristo y sufre la crucifixión”) y con unos grandes arreglos a cargo de Hinkler, además de su trabajo a las seis cuerdas y las inflexiones vocales de Hussey.

“Paradise” es un bicho raro dentro del disco, con sus guitarras acústicas dándole un aire country para finalizar muy rockabilly

“Hungry as the hunter” vuelve al nivel que nos marcaron en la primera cara, rasgueos de guitarra que parecen gruñidos y aceleración para un tema muy potable en el que de nuevo podemos diferenciar muy claramente dos mitades distintas, llegando a un final más rockero y más distorsionado.

Cerramos con la acústica “Lovely”, una especie de homenaje inverso a John Lennon y su “God”, pues cambian el “I don´t believe” por el “I Believe”. Una forma curiosa de cerrar este trabajo.


Buen vinilo de un buen grupo en su mejor momento, con una canción que no puede faltar en cualquier recopilatorio del rock de los 80.

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