No es complicado querer al bueno de Blaze, básicamente porque su historia es un homenaje a la resiliencia y cada uno de sus álbumes hay que leerlos desde ahí. En dicho sentido, este 2024 no ha sido excepción: el inglés regresa tras haber sufrido un infarto un año atrás. Es decir, este Circle of Stone vuelve a entenderse como un ejercicio de superación ante la adversidad, el regreso de un titán que navega desde hace más de veinte años en medio del pseudoanonimato, la subvaloración, presentándose en lugares pequeños y entregándolo todo como si cada día fuese el último de su existencia. Desde lo musical, sin embargo, no la tenía fácil, la vara estaba arriba pues su anterior War within me (2021) dejó excelentes sensaciones respecto a su momento y figura seguramente como lo mejor que ha grabado en estas dos décadas junto al oscuro y pesado The man who would not die (2008).
Como era de esperar, en este Circle of Stone ha vuelto a trabajar con los integrantes de Absolva (quienes le acompañan desde 2021), particularmente componiendo cada canción junto al guitarrista Christopher Appleton. Juntos han armado un álbum de clara continuidad, doce canciones que en poco más de cuarenta minutos responden al formato clásico que se espera de un artista como Blaze Bayley, sin afanes particularmente complejos ni matices demasiado llamativos. En materia de producción el asunto se oye más comprimido respecto a lo que fue War within me, lo cual resta pues si el anterior tenía un elemento positivo (entre muchos) es que sentías el poderío de las guitarras + batería en la mezcla, cosa que acá no ocurre. Llama también la atención desde un comienzo lo intervenida que suena la voz de Blaze (¿autotune a todo dar?), lo cual se percibe de inmediato al darle play a la directa 'Mind reader', una de esas canciones ágiles estilo 'Futureal' o 'Man on the edge' (las míticas de Iron Maiden) dispuestas a únicamente acelerar y provocar el coro en masa.
En adelante se sucederán otras canciones que aceleran, como 'Tears in rain', 'The year beyond this year' o 'Ghost in the bottle', todas rondan los tres minutos y se dejan oír, pero ciertamente carecen de impacto, por lo que rápidamente el álbum muestra su principal problema: las canciones así como se oyen se olvidan. Acá hay demasiado manual e insisto, la producción no ayuda. En el trámite Blaze matizará con baladas como 'Rage' (que se refiere a la leyenda del perro galés Gelert por lo que cuenta con un elemento emocional interesante), 'The broken man' (la primera del disco que se extiende más allá de lo obvio e incluso casi llega a los seis minutos) o 'A day of reckoning', sin embargo, nuevamente el gancho es poco.
En la Cara B del disco algo como 'Circle of stone' tenderá a convencer con su carácter épico, mientras que el cierre funciona de buena forma, primero acelerando con el heavy efectivo de 'The path of the righteous man' (de lo más atractivo del disco en cuanto a guitarras) y luego yendo a la sensible balada acústica 'Until we meet again' junto a la galesa Tammy-Raes Bois en voces y Anne Baker en el violín, en un momento cuidado y delicado que vaya que se agradece.
A veces menos es más, quizás tres o cuatro temas acá sobraban. Quizás dejando la lista en siete a ocho canciones (algunas algo más trabajadas) el resultado podría haber funcionado mejor y también habernos sorprendido. Pero así como ha quedado parece solo "un disco más" de Blaze Bayley, uno que sin ser un desastre luce pálido respecto a lo que fue War within me y parece más bien haber tirado meramente de lo obvio.
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