The Hunter
A decir verdad es que lo tenían todo: tenían la imagen, tenían la actitud, tenían las influencias adecuadas, ¡pero si hasta el nombre con el que se bautizaron era irresistible!... Pero lo más importante es que Hanoi Rocks tenía las canciones. Y todas están aquí, en este álbum. Grabado un ya lejano mes de diciembre de 1983 en el Marquee londinense, All Those Wasted Years recoge a la banda finlandesa en su medio natural: sobre las tablas de un escenario. Capitaneados por Michael Monroe y Andy McCoy, cinco tipos ataviados como piratas, a cuál más carismático, tomando al abordaje a una audiencia rendida desde el mismo instante en que suenan las primeras notas del clásico instrumental "Pipeline" hasta esa paroxística despedida con las relecturas de "Under My Wheels", "I Feel Alright" y "Train Kept-A-Rollin'".
En el medio, temas nacidos para robar el corazón a cualquiera que alguna vez hubiera sentido algo por Chuck Berry o Bo Diddley, por los Stooges o Ramones, por el Alice Cooper Group o Mott The Hoople, por cualquiera que en algún momento de su vida hubiese eregido un altar a esa Santísima Trinidad conformada por los Rolling Stones, Aerosmith y los New York Dolls (¿acaso la dupla Monroe/McCoy no eran los dignos herederos de la estirpe Jagger/Richards continuada antes que ellos por David Johansen y Johnny Thunders así como por Steven Tyler y Joe Perry?). "Tragedy", "Back To Mistery City", la ominosa "Taxi Driver", "Oriental Beat", "Don't Never Leave Me" (su "Dream On" particular), "Lost In The City" o esa viñeta ianhunteriana titulada "11th Street Kidzz" destilan una pasión y una urgencia desmedidas (las de la música del diablo interpretada entre las cuatro paredes de un club a pie de calle). Una banda desbocada, devolviéndole -como en la década de los 50- la juventud y el sex appeal al rock'n'roll. Con el toque justo de rímel. Lo tenían. Vaya si lo tenían.
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