La suerte quiso que los jueves fueran declarados día del rock duro (total, allí los jueves no iba nadie) y nos cediera el control de la mesa a los amiguetes. Muy contentos, llevábamos nuestros vinilos al local, pinchábamos canción tras canción, hora tras hora, copa tras copa y solíamos salir cuando barrían las calles haciendo más eses que una serpiente ciega. Al final, entre unas cosas y otras, raro era el día que no acabábamos intercambiando discos.
El fin de semana, un erial de pop descafeinado, música electrónica y poco más. Harto de escuchar las quejas de los parroquianos más duros, nos pinchaba insistentemente el Smell like teen spirit de Nirvana, muy de moda entonces, hasta que le cogimos verdadero asco a esa entradilla guitarrera tan famosa. Con estas, un jueves, al meter mis vinilos en la caja correspondiente, vi el de Nirvana, este que enseño hoy, y lo cacé sin pensármelo dos veces. Robé el vinilo, vaya. No tenía intención de quedármelo, tan solo de hacerlo desaparecer un tiempo para dejar de escuchar aquella canción todos los fines de semana, tanta tirria le tenía.
Muy ufano, el finde siguiente fui para el bar (a ver qué me pones ahora, majete) y a las tantas, cuando le pedimos un poco de marcha buena... ¡vuelve a pinchar la misma canción! Yo no me lo podía creer. El tipo se había comprado el cedé... porque no encontraba el vinilo y como aquella canción nos gustaba tanto...
Estuve mucho tiempo sin pinchar el vinilo en casa. Cuando Nirvana editó In Utero me decidí a hacerlo. Tal vez esta historia justifica esa animadversión hacia las canciones de Nevermind. En el fondo, creo que es un disco sobrevalorado, sobreexpuesto, sobredimensionado. ¿Me gusta? Hay canciones buenas, muy buenas, como Lithium, Something in the way, On a plain o Come as you are (sí, el mega single es una canción buena también). De verdad que prefiero In Utero. Y, desde luego, otras bandas salidas de Seattle tienen mejores trabajos: Alice in Chains, Pearl Jam o Soundgarden, por ejemplo.
Mi vinilo, que es al final lo importante de esta historia, aunque algo machacado por fuera (vida de bar) y con alguna marca en el plástico, merece la pena tenerlo en la colección. Esta es la edición nacional y además de la funda con las fotos y los créditos trae una separata con las letras. Bien acabado, sin lujos, y con su correspondiente pegatina de "Nº 1 en USA". La foto de la famosísima portada la realizó Kirk Weddle.
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